Juegos irregulares de amor y letras
Mariano Peyrou reúne doce textos de distintos géneros en 'La tristeza las fiestas'
En La tristeza de las fiestas, Mariano Peyrou (Buenos Aires, 1971) ha reunido 12 obras breves de distintos géneros literarios. Aquí el lector encontrará una pieza teatral y una entrevista imaginaria, algunos relatos y varios ejercicios de juego verbal. Por encima de esta heterogeneidad aparente, sin embargo, se intuye la presencia de una voz narrativa que lleva la batuta en todos los textos. Una voz que, además de marcar el tono del volumen, es también la responsable de elaborar una serie de variaciones sobre el amor. Este es, al fin y al cabo, el motivo recurrente en casi todas las obras.
El volumen comienza con los relatos titulados ‘Tres rosas’ y ‘La tristeza de las fiestas’ (que da nombre al libro). El primero describe el encuentro amoroso de dos jóvenes y una muchacha en un tren nocturno que cruza la frontera francesa y se adentra en España. El narrador, uno de los jóvenes, es además el que queda relegado al triste papel de comparsa, y no por falta de ambiciones amorosas. La situación del observador, su inquietud, el espacio en donde se mueven los tres y el desenlace, todo se narra con sutileza e inteligencia.
En el segundo cuento, ‘La tristeza de las fiestas’, encontramos a un narrador que acude a una fiesta en donde prevé ver a una tal Mariel. En este relato aparecen algunos detalles fantásticos, como la agrupación de los invitados en la casa según sus profesiones: cineastas, lingüistas, teóricos, etcétera. El narrador habla con unos y otros hasta que encuentra a Mariel y conversa también con ella y su acompañante sobre tácticas de seducción, la elaboración de listas de amantes… Lo que predomina en el cuento es la voluntad de hablar de los personajes: aun desprovistos de identidad —son solo actores, modelos, prácticos, etcétera— quieren comunicarse.
Estos dos relatos, que desde mi punto de vista son los mejores del volumen, ejemplifican bien la tensión más llamativa de la obra. Por un lado está la voluntad de describir situaciones, de recrear un espacio y un tiempo y mostrarnos a las personas que actúan en ellos. Por otro se halla el deseo de entretener al lector —y también el de deslumbrarlo— con juegos de palabras, retratos simpáticos (la entrevista a un niño repelente), discursos brillantes y argumentaciones impecables. Cuando predomina el segundo, como sucede en muchos de estos textos, los personajes se diluyen hasta el punto de convertirse en víctimas de un extraño ventrilocuismo.
La tristeza de las fiestas. Mariano Peyrou. Pre-Textos. Valencia, 2014. 131 páginas. 17 euros
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