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Ideas de robinsón para junglas de asfalto

Tras 30 años en la selva, el mexicano Leonardo da Jandra firma una intensa defensa de los ideales

Leonardo da Jandra (Chiapas, México, 1951) es narrador y filósofo, poco conocido en España todavía; pero, como pensador, Filosofía para desencantados supone un pistoletazo de salida que puede tener gran impacto en esta carrera —siempre en comienzo— en pos de la sabiduría y la búsqueda de la verdad. Este libro es valiente y decidido, no se anda por las ramas y va a lo esencial, pues plantea preguntas incómodas y propone claves para intentar resolverlas: ¿Qué necesitan hoy los desencantados relativistas para creer en la vida buena y en el valor del conocimiento? ¿Cómo se supera la pereza moral nacida del egocentrismo autosatisfecho? ¿Cómo recuperar la libertad, la cooperación participativa en nuestras sociedades tecnificadas y dominadas por quienes sólo creen en las cifras? En suma: ¿Caben el pensamiento filosófico y moral a lo grande en el caos de mezquindad e injusticia que en dichas sociedades promueven los círculos de poder regidos por cínicos practicantes de la abstinencia de pensar y actuar bien?

Da Jandra firma un libro breve pero intenso, tanto que hay que leerlo alerta para que no se escape ninguna de sus contundentes ideas, que son muchas, sin tópicos ni retórica. Es un texto para releer y discutir en las universidades, inabarcable en una reseña, pero lo que más destaca en él es la apuesta apasionada y convincente del autor por la valentía de vivir y filosofar (el ejercicio crítico de la razón), no con la guía del desencanto o el nihilismo tecnocrático, sino con la mirada siempre atenta a los ideales platónicos de verdad, belleza y bondad. Parece que hace ya mucho que renunciamos a estos excelsos ejemplos inalcanzables pero orientativos en favor de secas teorías biologicistas o pragmatismos políticos. Junto a ello, un método seguro para filosofar y la firme creencia en los valores que hoy nos definen como humanos y seres éticos han de ser armas eficaces frente al absurdo, la cobardía y la complacencia con las injusticias que hoy anegan nuestro mundo egocéntrico y sin alma, del que Da Jandra esboza una crítica demoledora.

Es un libro breve pero intenso,

El autor, muy unido asimismo al ámbito de las ciencias, y que pasó tres decenios viviendo a lo robinsón en la selva oaxaqueña de Huatulco, sabe bien de la valentía necesaria para la vida silvestre, igual que del coraje que hay que tener para la filosofía en nuestras junglas de asfalto, de la ardua lucha por colmar el anhelo espiritual que impulsa al hombre a adoptar principios éticos que lo sostengan y satisfagan sus ansias de conciencia, libertad y fraternidad. La suya es una filosofía que surge de la experiencia vivida, nada académica, fresca y positiva.

Un profundo conocimiento de las tradiciones filosóficas clásicas, así como de las corrientes de pensamiento más actuales y las obras de excelentes y diversos pensadores (George Steiner, Rawls, Habermas, Rorty, Tarnas, Zizek o Jean Gebser y Ken Wilber) dotan a este tratado de una riqueza intelectual y un vigor inusuales en el panorama filosófico hispano de la actualidad. A este texto intenso y apretado, jugoso como una fruta madura, es difícil buscarle un solo tema, porque trata muchos. En principio resuena como un manifiesto a favor del pensamiento que grita: "¡Atreveos a pensar sin miedo! ¡Sed críticos sin temor!". En este sentido, el autor afirma: "La tarea de la filosofía en nuestros días no puede ser más clara y precisa: reconocer las limitaciones de todo intento filosófico, y hacer de la búsqueda incesante de la verdad la razón no sólo del pensar, sino del vivir". Y otro lema que puede extraerse de este libro magnífico, pues sobre todo trata de ética: "¡Atreveos a ser morales y espirituales!".

Da Jandra propone sacar la filosofía a los espacios públicos, tornarla mundana y reivindicadora, "…después de veinticinco siglos de intento civilizador y de millones de vidas ofrendadas, aún seguimos siendo filosóficamente inmorales y políticamente anticívicos. El eje discursivo de la tragedia es el mismo: el abuso inmoral del poder por parte de individuos y grupos que sólo buscan su propio beneficio". Contra tal abuso han de alzarse la moral y la filosofía y una espiritualidad que no ha de renunciar nunca a complementarse con la razón. Una moral potente, basada en el disfrute de la libertad sin detrimento del derecho del otro, asentada en el reconocimiento mutuo sin maniqueísmo ni desprecios, y nacida del respeto a unas leyes justas, es una promesa que está pendiente de cumplimiento. Con el desencanto y la pasividad jamás se consigue nada. De aquí el vitalismo esencial de Da Jandra y el motivo de que concluya su ensayo abogando por el "cosmocentrismo" en una época en que los empeños peligrosos de disgregación reducen a mínimos la visión de las cosas, la suya es una perspectiva amplia e integradora que busca conciliar los opuestos: la visión pura que caracteriza a los buenos filósofos.

Filosofía para desencantados. Leonardo da Jandra. Prólogo de Guillermo Fadanelli. Atalanta. Vilaür (Girona), 2014. 142 páginas. 18 euros 

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