Voces de la América profunda
Wiley Cash narra de un modo directo, con ritmo y seguridad
Esta historia rural situada en un pueblo de Carolina del Norte hubiera podido ser como otras muchas novelas con trasfondo negro e intento de retrato psicológico de personalidades estrafalarias. De hecho, tiene bastantes elementos del "género": un predicador peligroso que colecciona serpientes venenosas, un niño autista, una familia rara, una maestra de escuela, un sheriff que perdió a su hijo años atrás. Con estos mimbres era muy fácil quedarse en la superficie y caer en la banalidad subrayada por el énfasis. Y el título, Una tierra más amable que el hogar, que sin embargo pertenece a Thomas Wolfe y a su libro No puedes volver a casa, no hacía presagiar ningún milagro. Sin embargo, ya en el primer capítulo, que se abre con el relato de la anciana Adelaide Lyle, notamos que la prosa tiene ritmo y seguridad y que la voz narradora ejerce control de lo que cuenta haciendo uso de lo que Italo Calvino llamaba "visibilidad", pues la manera de narrar muestra de un modo directo la acción sin que un exceso de metáforas o adjetivos distraiga la atención del lector.
El desconocido Wiley Cash vertebra la novela con tres voces: la mencionada Lyle, el niño Jessy Hall y el sheriff Clem Barefield. Estas tres líneas narrativas confluyen en los rituales "sanadores" del predicador Carson Chambliss, el cual utiliza los versículos de San Marcos como mantras. Stump muere en el curso de esos exorcismos. Su hermano menor, Jessy, relata de una manera indirecta cómo su madre intentó que el niño hablase mediante extrañas prácticas que le llevaron a la muerte. La voz más convencional, aunque sea verosímil y se sostenga sin tropiezos, es la del sheriff, que rememora los hechos años después.
La novela se sostiene gracias a la consistencia del tono narrativo, que da verosimilitud a un argumento algo trillado de la América profunda. Las transiciones de una voz a otra están bien cuidadas, de modo que el lector no pierde el hilo con el cambio de punto de vista; al contrario, los tres testimonios dan más intensidad a la trama. Cash sabe dosificar los hechos para crear un suspense final cargado de dramatismo. Y, sobre todo, permanece fiel en todo momento a una estructura cargada de emociones. La sensación de misterio y fatalidad hace pensar en la atmósfera de la película La cinta blanca, de Michael Haneke. En definitiva, una primera novela que destaca gracias a una pasmosa autenticidad en la modulación de las voces y el cuidado de los detalles.
Una tierra más amable que el hogar. Wiley Cash. Traducción de Celia Montolío. Siruela. Madrid, 2014. 258 páginas. 18,50 euros (electrónico: 9,99)
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