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“La revolución, también la egipcia, la hace siempre una minoría”

Alaa Al Aswany, autor del fenómeno editorial árabe 'El edificio Yacobián', habla sobre su nuevo libro El intelectual más icónico de la Revolución Egipcia publica 'El automóvil Club de Egipto'

El escritor egipcio Alaa Al Aswany.
El escritor egipcio Alaa Al Aswany.thomas hartwell

A pesar de ser el escritor egipcio más exitoso a nivel internacional, Alaa Al Aswany (El Cairo, 1957) nunca ha querido abandonar su profesión de dentista, pues es el instrumento que mejor le permite auscultar el sentir de la sociedad egipcia. En su nueva consulta, situada a las afueras de El Cairo, el autor del fenómeno editorial en el mundo árabe El edificio Yacobián, luego convertido en película, reflexiona sobre su nueva novela, El Automóvil Club de Egipto, cuya traducción al catalán ya está disponible en Edicions 84, y la española pronto lo estará (Mondadori). En ella, el intelectual más icónico de la Revolución Egipcia aborda, precisamente, una rebelión.

Pregunta. ¿Qué le llevó a escribirla?

Respuesta. Es una historia que llevaba dentro desde la infancia, y ahora sentí la necesidad de contarla. Además de escritor, mi padre era abogado del Club del Automóvil, y allí tenía su oficina. Así que, de niño en los años 60, pasé mucho tiempo allí. Mientras mi padre trabajaba, los empleados y sirvientes del club me contaban historias. Muchos de ellos habían trabajado en el palacio real, antes de la Revolución que abolió la monarquía en Egipto. Sus historias eran fascinantes, y siempre las conservé en la memoria.

P. A usted siempre le atrae el componente más humano de las historias. ¿Dónde está en su último libro?

R. En el choque de dos sociedades, de dos filosofías de vida, que tenía lugar en el Club del Automóvil. Los miembros del club eran solo extranjeros, los egipcios tenían prohibida su admisión. Estábamos en el periodo colonial inglés, y había un complejo de superioridad respecto a los autóctonos. Cuando llegó el automóvil aquí, a los egipcios les fascinó el invento, y quienes podían, se lo compraban, pero no podían acceder al club. Pero sí eran egipcios los sirvientes, la mayoría eran nubios, de piel negra. Y el contraste entre este grupo y los miembros del club era enorme.

Autor de ‘El edificio Yacobián’, fue una de las caras de la plaza de Tahrir

P. Así que se sublevaron ...

R. Sí, y fue una casualidad que mientras ya estaba trabajando en una novela sobre una revuelta, sucediera la Revolución del 2011, lo que me ayudó mucho en la escritura. Entre los sirvientes, algunos se rebelaron contra el Co (el rey), una especie de capataz que también era nubio. Pero la mayoría no lo hizo. No les gustaba la idea de la revolución. No todo el mundo está preparado para pagar el precio de la libertad. La gente se adapta a la dictadura, y cuando el cambio les empuja, se sienten incómodos. Las revoluciones siempre las hace una minoría. Es un fenómeno único y misterioso. ¿Por qué alguien que se pasa años en actitud dócil, temeroso de la policía, un día decide salir y arriesgar su vida?

P. ¿También la revolución de 2011 la hizo una minoría?

R. Por supuesto. En sociología política, se considera que si un movimiento político alcanza un 12% de la población ya puede hacer una revolución. En Egipto, fuimos casi el doble; un 20%. En frente, nos encontramos con aquellas personas cuyos intereses estaban vinculados al viejo régimen de Mubarak. Y entre ambos, estaba la mayoría de la población, preocupada solo por el día a día. Esta gente no tenía la imaginación suficiente para sumarse a la Revolución. Ahora bien, una vez triunfa, también a ellos la Revolución les transforma sin que se den cuenta. Y por eso, a pesar de todo, soy optimista sobre el futuro de Egipto.

Con Mubarak, los intelectuales tenían más margen para discrepar del poder”

P. Por qué ha dejado de escribir su columna semanal en el periódico al-Masry al-Youm?

R. Llegó un nuevo director y empezaron a violar las normas de mi contrato. Ya tengo experiencia en este tipo de cosas. Es lo típico que sucede cuando tus artículos incomodan al gobierno. Van poniendo trabas a tu trabajo para que abandones. Por mi opinión crítica, me han dicho de todo en los medios oficialistas: que si soy un agente de Catar, un alcohólico, un traidor....

P. En el Egipto de al Sisi, hay menos libertad de expresión que en el de Mubarak?

R. A este paso, así será. Con Mubarak, los intelectuales tenían un mayor margen para discrepar del poder, pues se consideraba que no eran capaces de influir en la mayoría de la población. Tras la experiencia de la revolución, los servicios de seguridad, en los que no hubo ninguna purga, se dieron cuenta que las palabras de los intelectuales eran peligrosas.

P. ¿Se arrepiente de haber apoyado el golpe de Estado?

R. No, fue una acción necesaria porque el país estaba al borde de la guerra civil. Además, aquí no consideramos que fuera un golpe de Estado. El Ejército cumplió la voluntad de la mayoría de la población, que se expresó unos días antes en manifestaciones multitudinarias. Vivíamos una situación excepcional.

P. ¿Cómo ve el panorama literario actualmente en Egipto?

R. Prometedor, y diría que no solo en la literatura, sino en las artes en general. Por ejemplo, hay una nueva generación de directores de cine muy buena. Una revolución es una experiencia transgresora, que expande horizontes, y siempre acaba generando un movimiento cultural muy potente.

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