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Un vasco entre judíos, moros y cristianos

Kepa Junkera abre el Festival 3 Culturas de Frigiliana (Málaga), que celebra su novena edición

Kepa Junkera, durante su actuación en el Festival 3 Culturas.
Kepa Junkera, durante su actuación en el Festival 3 Culturas.

“Gracias a la triki, que no ocupa mucho más que una caja de zapatos, he logrado llegar a sitios así”. Quien decía esto la tarde del jueves en medio de la prueba de sonido para el concierto que iba a ofrecer unas horas después, era el trikitilari bilbaíno Kepa Junkera. La triki es su instrumento característico, el acordeón diatónico típico del folclore de su tierra que, según él estudia ahora y tendrá que ver con su próximo disco, llegó a Euskadi desde Italia cuando trazaron el ferrocarril por las intrincadas riberas del río Urola, el primer tren eléctrico de España y que se construyó en los años 20 del siglo pasado. Y el “sitio así”, que él enfatizaba con admiración y queriéndolo abarcar con su mirara, era la localidad malagueña de Frigiliana. Con su actuación de horas después, y las actividades de la misma tarde del jueves, Frigiliana abría la primera jornada del Festival 3 Culturas y que se prolongará hasta la noche del domingo, 31 de agosto.

El encuentro entre el pasado histórico y cultural compartido por judíos, musulmanes y cristianos empezó a festejarse en Frigiliana en 2006, por lo que a lo largo de sus sucesivas ediciones se ha convertido ya en un festival de referencia del verano español y que tiene lugar desde entonces el último fin de semana de agosto. Aúna música, gastronomía, danzas, artesanía, exposiciones, conferencias, talleres y cualquier otra disciplina artística que abunde en el conocimiento de un tiempo pasado en el que España, antes de ser España, era lugar de encuentro y convivencia entre los seguidores de las tres religiones monoteístas y reveladas que ha configurado la historia de Occidente. Convivencia no siempre pacífica ni idílica, como recuerdan los mosaicos colgados de las paredes de los barrios morisco y mudéjar de las intrincadas calles de Frigiliana, que narran las sangrientas batallas que conllevaron la orden de expulsión de judíos y musulmanes por los Reyes Católicos.

“Soy un privilegiado”, dijo Junkera subido al escenario al comenzar su actuación ya bien entrada la noche. “Agradezco mucho que me hayan permitido conocer un festival como este, y en un lugar tan diferente de aquel del que procedo”, enfatizó para darle más valor a su participación. “Yo siempre he apostado por el encuentro de culturas”, argumentó para defender su último trabajo discográfico, Galiza, cuyo espectáculo, mezclando músicos de Euskadi con Galicia, pasea este verano por España. “Es una gozada para mí, y para nosotros, estar esta noche en Frigiliana”.

Revólver durante su actuación en Frigiliana.
Revólver durante su actuación en Frigiliana.

Mientras, por las calles de esa localidad cercana a la veraniega Nerja que provocaba la admiración del músico vasco, desfilaban divertidos pasacalles vestidos como en tiempos de esa España de apariencia tolerante, también danzarinas del vientre, bandoleros, buhoneros, mercaderes ambulantes de sedas y joyas. Se agradecía que de fondo sonara todo el rato la misma música unificada por las callejuelas de los distintos barrios de la recoleta e intrincada Frigiliana gracias a unos altavoces algunas veces ocultos entre banderines y estandartes que mostraban la cruz cristiana, le media luna musulmana y la estrella de seis puntas judía. Ecos de música árabe, morisca, sefardí o andaluza sólo interrumpida por la propia de las comparsas y danzarinas. La almendra principal de Frigiliana es estos días un mercado medieval que intenta reproducir el ambiente de la época de las tres culturas: puestecillos de venta de jabones milagrosos, pócimas para remedios incurables, especias, yerbas aromáticas y medicinales, brujas leyendo la mano… Mucho bullicio y mucho veraneante entre túnicas, turbantes y capuchas. Una tela de saco, una celosía y unos chamizos de cañas transforman en puesto medieval cualquier barra de bar moderna sacada a la calle. El olor de los costillares a la brasa o el de de los bloques de carne asándose al estilo kebab contribuyen a crear la sensación de viaje al pasado.

Situada en la comarca malagueña de la Axarquía, y pegada al parque natural de las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, Frigiliana sigue considerándose el lugar donde más tiempo convivieron cristianos, judíos y moros, incluso más allá de esa orden de expulsión. Y está de fiesta hasta el domingo para recordarlo. Las actuaciones musicales que tienen en cuenta esas raíces musicales encuentran acomodo en la conocida como Casa del Apero con La Musgaña (viernes), Rasha (sábado) y Múdejar (domingo), y en el Parque de Andalucía con Karavansar (viernes), La Shara (sábado) y Les Morenillas (domingo).

El escenario principal, la plaza de la Tres Culturas desde la que se divisa una espectacular panorámica del pueblo, que inauguró el jueves Kepa Junkera, acoge, en cambio, propuestas musicales no siempre entroncadas con la raíz árabe, cristiano y judía, como el caso de Revólver el viernes, o 17 Hippies el sábado, aunque sí recobra sentido con La Banda Morisca, que clausurará el domingo el festival.

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