Alcanfor familiar
Las carencias en la producción han provocado que Tom Fernández opte por el fuera de campo
Aunque el cine familiar es un concepto que, en su esencia, no se sostiene como posible obra de enjundia (las películas que buscan contentar a cualquier arco de edad lo suelen hacer bajando el listón de todo: de los chistes, de las tramas, de la complejidad, de los objetivos), en los últimos años hemos avanzado tanto en el género que no pocos trabajos han hecho incluso placentero llevar a los críos a las salas. Sin embargo, la tentativa española de fabricar un producto comercial con la clásica combinación, a menudo letal, de peli para niños con animal incluido es un gran salto atrás: Pancho, el perro millonario, tercer largo de Tom Fernández, es cine familiar añejo, absolutamente conservador, sin una mínima capacidad de riesgo.
Las carencias en la producción seguramente han provocado que Fernández haya optado (para bien) por el fuera de campo como método de composición en variadas secuencias de acción, pero, salvo la estupenda banda sonora de Lucio Godoy, que está a punto de otorgar empaque a lo que no lo tiene, sólo se salvan del desastre un par de apuntes: el personaje y la interpretación de César Sarachu, un cartoon en sí mismo, y la subtrama de la familia con la perra momificada, que apenas dura cinco minutos. Esto no es la muy digna Zipi y Zape y el club de la canica, es un sucedáneo de las malas películas familiares americanas, dirigido a unos niños que, hoy día, ya están acostumbrados a lo insólito, a lo incorrecto y a la jarana de series animadas como Bob Esponja, Hora de aventuras y El asombroso mundo de Gumball.
PANCHO, EL PERRO MILLONARIO
Dirección: Tom Fernández.
Intérpretes: Iván Massagué, Patricia Conde, Armando del Río.
Género: infantil. España, 2014.
Duración: 92 minutos.
Babelia
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