Los retratos del ‘mundo flotante’
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando expone ilustraciones desconocidas de Kunisada, uno de los grandes maestros del ‘ukiyo-e’, y de los artistas de la escuela Utagawa
Las obras de ukiyo-e son la ilustración de un mundo flotante (como expresa literalmente el nombre en japonés). Son las imágenes del goce hedonista, la sensación nebulosa entre fantasía y realidad, la atmósfera de los placeres efímeros…
Lugares famosos, guerreros, intérpretes de kabuki, casas de té, barrios de placer y distintos asuntos de la vida cotidiana de hombres y mujeres eran captados por los artistas del grabado que cimentaron su fama a lo largo del período Edo (1615-1868). El hervidero social de las ciudades en crecimiento industrial y comercial de ciudades como Edo (la actual Tokio), Kioto y Osaka propició la demanda de ilustraciones de ese palpitar urbano. Los artesanos-artistas de ukiyo-e aportaban imágenes al gusto del momento, en publicaciones literarias y, sobre todo, en estampas. Unas ilustraciones que después el japonismo del mundo occidental convertiría en piezas cotizadas, de museo y de contemplación privada. No en vano los grabados de ukiyo-e tenían por objeto estimular los sentidos.
Utagawa Kunisada (1786-1865) fue el artista de ukiyo-e más prolífico (se cuentan en más de 20.000 sus obras) y más exitoso del periodo Edo. En sus comienzos se ganó prestigio como ilustrador de novelas y sus extraordinarios retratos de mujeres y figuras del kabuki aumentaron su popularidad. Llegó a tener un equipo de más de 60 personas y juntos exploraron encuadres y fondos en las series de cuadros de actores (que se vendían en los teatros de kabuki) para acomodarse al interés del mercado. Igual que formó a numerosos discípulos, él tuvo un maestro, Toyokuni, del que tomó el nombre. Así, firmaba sus obras como Kunisada o Toyokuni III.
Toyokuni fue uno de los ilustradores claves de la escuela de grabado Utagawa. Fundada en el siglo XVIII por el famoso grabador Utagawa Toyoharu, fue con su discípulo Utagawa Toyokuni I (1769-1825) con el que esta escuela Utagawa consiguió una popularidad, pujanza y permanencia superiores al resto de escuelas de ukiyo-e. La segunda generación de discípulos, que iniciaron su carrera ascendente en los últimos cinco años del siglo XVIII, aseguraron el éxito de la manifestación artística del ukiyo-e.
Los expertos aseguran que ninguna escuela gozó de tanto predicamento como la Utagawa, que contó al mismo tiempo con tres artistas en plenas facultades creativas, cada uno líder de una especialidad: Kunisada (1786-1865), maestro de retratos de bellezas femeninas y actores de kabuki, Kuniyoshi (1797-1861), especialista en estampas de guerreros, e Hiroshige (1797-1858), gran creador de paisajes.
Esos retratos llamativos y de trazo minucioso realizados por Kunisada de los intérpretes de Kabuki –tanto los personajes masculinos de fiera apariencia como los delicados rostros de los femeninos, interpretados por los actores onnagata- constituyen el grueso de la exposición Fantasía en escena. Kunisada y la escuela Otagawa, un documentado recorrido por el arte del ukiyo-e. Se trata de 116 imágenes de las 500 que atesora la Academia de Farmacia y que hasta ahora han permanecido ajenas al público y a los expertos. Un coleccionista japonés donó en 2007 sus grabados a la Casa Real y estos fueron cedidos a Farmacia. Ahora cuelgan en las paredes de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
En la galería de grabados predominan las escenas teatrales, la representación de personajes y fábulas, los detalles de escenografías y vestuarios, los mil rostros de los actores… Los llamados Yakusha-e, los grabados con imágenes de actores, constituyen la mayoría de lo exhibido y son el 50% de la producción de ukiyo-e, como señala la historiadora y especialista en arte oriental Olga García, comisaria de la exposición junto a Daniel Sastre. “Reivindicamos lo más genuino del ukiyo-e”, afirma. Frente a los populares registros de paisajes (como la famosa ola gigante de Hokusai) o las imágenes eróticas (shunga), las historias del kabuki y sus protagonistas son el eje de esta muestra de la xilografía polícroma japonesa. Para trasladarse a la época extravagante y refinada que evocan estas imágenes “hace falta una mirada inocente y curiosa”, sugiere la comisaria de Fantasía en escena.
La exposición, que se puede ver en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Alcalá, 13, Madrid), está coorganizada por las reales academias de Bellas Artes de San Fernando y Nacional de Farmacia, la Fundación Caja Murcia y Fujitsu, y forma parte de los actos culturales conmemorativos de los 400 años de relación España-Japón. Tras su exhibición en Madrid, hasta el 10 de julio, este gran escaparate de arte nipón se trasladará a Murcia.
Babelia
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