La cantera del corto ‘online’
El festival Notodo de piezas en pequeño formato ha servido de trampolín a conocidos directores Manuela Moreno y Álex Montoya, participantes en las últimas ediciones, han llegado a los Goya
La directora y actriz Manuela Moreno habla recién salida de la cabina de montaje. Se encuentra en Canarias rodando Cómo sobrevivir a una despedida, producida por Antena 3, y permanecerá allí hasta junio. Se le nota el entusiasmo —y la adrenalina— en la voz. No es para menos. El año de su primer largometraje es también el de su primera candidatura en los Goya con el corto Pipas. En el origen de estos meses de vorágine está un trampolín común desde hace una década en el cine español: el festival JamesonNotodofilmfest. El concurso de cortometrajes online, para el que Moreno creó originalmente Pipas, llega este año a su duodécima edición con una larga lista de directores catapultados a una liga superior.
Primero fue Daniel Sánchez Arévalo, que se llevó el primer premio del jurado con Gol en la segunda edición del certamen (2002). Su corto Exprés, estrenado al año siguiente en el concurso, no solo repitió premio, sino que sumó el del público y optó a un cabezón… que finalmente se llevó Daniel Guzmán con Sueños. Nacho Vigalondo, Rodrigo Cortés o Raúl Arévalo son algunos de los nombres que hoy suenan bien alto en el cine español y que comenzaron siendo unos participantes más en el Notodo, o se dieron a conocer gracias a su alcance.
Cortometraje 'Gol', de Daniel Sánchez Arévalo.
Manuela Moreno se suma al fenómeno. La pieza que la acabó llevando a rozar el cabezón (finalmente se lo llevó Abstenerse agencias, de Gaizka Urresti) se estrenó en el certamen online con dos premios: dirección y guion. Más que la alfombra roja (“El corto tiene su propia vida y podría haber llegado hasta allí de otra manera”, asegura), a la realizadora le hizo especial ilusión las menciones en el Notodo: “Que te reconozcan entre tantos cortos… ¡Y la viralidad! Eso sí que no me lo esperaba”. La directora es una experta en certámenes. Su obra Camas, por ejemplo, acumula 17 galardones y ha participado en 15 festivales internacionales. Tiene con qué comparar, y para ella está claro: “La diferencia [entre los concursos] es la visibilidad. Quiero estar el resto de mi vida contigo tuvo más de 100 preselecciones gracias en parte a que estuvimos en el Notodo. La gente lo subestima porque es en Internet, y el hecho de tener acceso fácil a las piezas es como si tuviera menos valor”.
Cortometraje 'Pipas', de Manuela Moreno.
Los gritones fue una de las muestras claras del corto como tarjeta de presentación. Roberto Pérez Toledo lo grabó en una tarde y, con una duración de un minuto y 15 segundos (de un máximo autorizado de tres minutos y medio), se hizo con el premio especial del jurado en la octava edición. “Es muy fácil caer en el ostracismo por la cantidad de cortos que hay, pero es una palestra muy interesante si consigues dar con una idea que cuaje”, comenta el director. El éxito de la pieza hizo que su nombre sonara en ciertos círculos cuando estrenó Seis puntos sobre Emma, su opera prima, que llevaba ya muy avanzada cuando Los gritones llegó al festival.
Para Álex Montoya, participante en dos ediciones con Abimbowé y Malditos pandilleros, el festival ha supuesto una motivación creativa: “La repercusión mediática, la cuantía de los premios y una fecha de entrega inapelable eran una motivación estupenda para mover el culo”. Sin embargo, los directores consultados destacan que hacer un cortometraje, en general, no es lo mismo que hacer un notodo. Pérez Toledo está especialmente pendiente de los tiempos cortos para que sea compartido en las redes, Moreno identifica entre sus ideas las más adecuadas para el festival online, y a Elías León Siminiani le resultó tan difícil dar con un proyecto que se adecuara a las bases que no volvió a presentarse después de Zoom (2007).
Corto 'Los gritones', de Roberto Pérez Toledo.
Siminiani, el director de Mapa, sigue recurriendo al certamen como espectador, y para demostrar a sus alumnos “lo que se puede hacer con imaginación y lo que tengas disponible”. Que suele ser poco. Los gritones, por ejemplo, se filmó con dos actores y un operador. Y el Notodo se topa en esta cuestión con uno de los problemas endémicos del corto. ¿Puede un género esencialmente precario en su producción convertirse en el grueso de una carrera cinematográfica? “Me gusta pensar que sí, como hace el relato en el caso de algunos escritores”, reflexiona Álex Montoya, “Claro que para ello el corto debe profesionalizarse, tenemos que acostumbrarnos a retribuir de alguna manera a todos los implicados”.
Babelia
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