De las bambalinas a la claqueta
Peris Romano llevará al cine 'Los miércoles no existen', su obra de teatro que ha cumplido ya un año sobre las tablas
Parecía que no, pero al final va a ser que sí. Peris Romano (1978, Madrid) dirigirá Los miércoles no existen para la gran pantalla. Y eso que se había guardado su guion el bolsillo y lo había transformado en una obra de teatro porque la crisis del cine le quitó las esperanzas de buscar productor. Pero, con el éxito sobre las tablas, dichos productores vinieron solitos a ver su comedia romántica. Hasta que llegó la oferta soñada: “Firmé hace unos días con Televisión Española. No me lo creo”. Y eso que no es la primera. Ya dirigió a Fernando Tejero y Belén Rueda en 8 citas (2008) a medias con Rodrigoo Sorogoyen. “Pero ahora me toca hacerlo solo. Tiene que salirme el peliculón”.
Si le sale, parte de la culpa la tendrán los más de 25.000 espectadores que han visto hasta ahora su versión teatral y las ciento y pico funciones consecutivas que lleva la obra en Madrid luciendo en las marquesinas. La mayoría de ellas en el Teatro Lara, que apostó a caballo ganador después de ver que las 13 semanas en El Sol de York dejaban 5.000 entradas en el bolsillo. Romano, director y autor de la obra, recuerda lo precario del estreno: “Ni llegamos a 3.000 euros para montarlo todo. Arrancamos el 21 de marzo de 2013, con muchas dudas”. Dudas que se despejaron al ver que el lleno se repetía semana a semana. “Algunos actores ya viven solo de esto. De mileuristas, eso sí. Pero yo tan contento de tener a 16 personas cobrando mes a mes”.
El éxito se explica desde la butaca. El espectador de Los miércoles no existen se las ve con unos actores con delantales que rezan figuración y una pizarra con múltiples episodios a tiza que se van borrando a medida que se representan. A partir de ahí, carrusel de encuentros y desencuentros amorosos con la crisis presente —esa periodista freelance que arrincona su sueño de escritora, ese arquitecto maduro que de pronto se ve en la calle— y sobre todo mucho humor que suena cercano, rompiendo la cuarta pared constantemente para hacer que el público haga algo más que dar unas palmas y reírse. “Hubo una chica el otro día que llamó ‘gilipollas’ a un personaje por cómo trató a su novia. Y cosas así constantemente”, recuerda Romano.
Los miércoles no existen tiene otra peculiaridad amén de animar al público a que intervenga. No es una obra, son dos. “Desde el principio esa era la idea. Un reparto más comercial y otro más indie. Así si ibas dos veces te encontrabas con algo completamente distinto”. Pero con el roce ha venido el cariño. Y el desmadre. “Ya no me atrevo a decir cuál es indie y cuál no, porque me mandan a la mierda. Ahora ya está todo mezclado. Cambia cada día”. Así el público nunca sabe qué se encontrará.
El siguiente paso de la aventura tendrá también su trago agridulce: “Me los querría llevar a todos. Pero no creo que pueda. Y lo entiendo porque uno de los grandes atractivos de la peli será el nuevo reparto”. Y otro una puesta en escena con la que Romano espera pillar al público con la guardia baja: “No habrá encerado, pero los títulos de los sketches seguirán ahí, en un cartel, en una ventana... Y quiero hacer algo distinto con la música. No un musical, sino que los personajes se enganchen a una canción y vayas pasando de uno a otro entendiendo cómo cambian sus vidas”. Cambiará también la de Romano. Aunque de momento le siguen quedando tardes cargando a pulso con la pizarra, preparando el atrezo y disfrutando de su “familia”.
Bipolaridad sobre las tablas
Las Mara: Marta Solaz e Irene Anula
Los César: Javier Rey y Gorka Otxoa
14 actores cogidos de siete en siete. No es el arranque de un problema matemático de primaria, sino la peculiar álgebra dramática a la que sometió Peris Romano a su reparto, como confiesan los chicos y chicas de Los miércoles no existen.
Marta Solaz: "Compartir un mismo personaje es algo distinto a lo habitual, entre otras cosas, es sobretodo enriquecedor, puesto que siempre complementa a la paleta de colores que has pintado en tu personaje, nuevos matices que añadir y una oportunidad para crecer".
Irene Anula: "De repente me siento en otro lugar, la escena no tiene nada que ver, y eso te obliga a estar muy vivo en el escenario. Cada vez que he tenido el placer de “cambiar” de compañero siento que mi personaje ha crecido mucho".
Javier Rey: "Es tener la posibilidad de ver un mismo personaje con otro carácter, que dice lo mismo pero se enfrenta a los problemas desde lugares distintos, que se mueve diferente pero a la vez es tan real como el personaje que uno mismo ha creado".
Gorka Otxoa: "Si desde la humildad ves que algo lo hace de una manera que funciona mejor, pues incorporarlo, compartir los aciertos de cada uno al fin y al cabo. Por otro lado también te permite hacer otros trabajos porque hay posibilidad de que el otro haga algunas funciones".
Babelia
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