Grandes actores, pequeña película
El trabajo del director tal vez solo merezca el aprobado, pero son excepcionales Matthew McConaughey y Jared Leto
Sabíamos que la peste se había ensañado algunas veces con los moradores de la tierra, pero parecía algo remoto, de otras épocas, medieval. El estremecimiento podía llegar a través de lo que contaban los libros de Historia y las pinturas sobre sus devastadores efectos, escuchando el grandioso Carmina Burana,en la convicción literaria y filosófica de Camus de que la peste regresaría sin avisar a la ciudad de Orán y se instalaría a perpetuidad.
Pero aquel monstruo que parecía tan lejano se hizo pavorosamente real al comienzo de la década de los 80. Se llamaba sida y hubo salvaje gente de orden convencida de que esa plaga había sido ordenada desde el cielo para castigar a los pecadores, que la ira de Dios se volvía a manifestar contra Sodoma y Gomorra, que solo se cebaría con lo que ellos consideraban escoria, representada por los homosexuales y los yonquis. Y no estaría mal que en el tenebroso camino el depredador también pillara a algunos libertinos heterosexuales.
El director Jean-Marc Vallée retrata en Dallas buyers club (un guion y un proyecto que llevaban años dando inútiles vueltas por los despachos de Hollywood) el arranque de la declaración de la peste. La originalidad de la trama es que otorga el protagonismo a un impenitente follador de hembras, sean putas o groupies del rodeo, borracho y broncas, cocainómano y chuleras, agresivo y convencido de que es el más macho y bravucón de Texas. También alguien que se burla, desprecia y embiste con su ácida boca contra todos lo que lleven el estigma de maricón. Nada más indigno ni vergonzante para su persona que descubrir que se ha instalado en él la enfermedad de los que por su condición sexual considera infames apestados.
DALLAS BUYERS CLUB
Dirección: Jean-Marc Vallée.
Intérpretes: Matthew McConaughey, Jared Leto, Jennifer Garner, Dennis O'Hare, Steve Zahn.
Género: drama. EE UU, 2013.
Duración: 116 minutos.
Jean-Marc Vallée describe de forma eficiente (nada más que eficiente, a ratos reiterativa, con aroma a telefilme bienintencionado en algún momento) y sin abusar del sentimentalismo la evolución ideológica y afectiva de este hombre, su terror íntimo, su derrumbe, su empeño y su coraje en sobrevivir, el complejo y progresivo refugio que encuentran en su mutua solidaridad y su amistad un transexual muy colgado y él, en su negativa a aceptar el ortodoxo tratamiento que dictan las empresas farmacéuticas y el espectacular negocio que les proporciona el sida, la posibilidad de ganar pasta e intentar frenar al virus asesino mediante tratamientos alternativos que la legalidad prohíbe.
El trabajo del director tal vez solo merezca el aprobado, pero existe algo excepcional en esta película, algo que con su presencia mantiene el interés hacia la historia y es la admirable interpretación de Matthew McConaughey y también la de Jared Leto. Esa cuestión tan bizantina de si el actor nace o se hace resulta transparente en el caso de McConaughey, que ha aprendido un montón. El guaperas sin gracia ya es capaz desde hace tiempo de que te creas cualquier personaje que interprete. Que haya adelgazado hasta extremos peligrosos para hacer creíble físicamente a ese hombre enfermo y acorralado requiere sacrificio, pero lo extraordinario es cómo describe el interior de ese tipo, su nueva visión de las personas, los sentimientos y las cosas, su valentía, su determinación y su astucia en una batalla desigual que sabe que terminará perdida. Su trabajo es algo memorable en una película discreta.
Babelia
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