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El desierto de las gradas de Qatar

Los sofisticados estadios del Mundial de 2022, espectaculares en sus formas, ofrecen una imagen desoladora en la Liga local mientras esperan la reducción de aforo prevista

Final copa Internacional
Los jugadores de Al-Wakrah y Al-Khor salen al campo con las gradas vacías del estadio Al Janoub, el pasado 26 de septiembre.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Lorenzo Calonge

Qatar se prepara para desmontar y transportar en un buque a otro continente, otra parte del planeta todavía desconocida, uno de los estadios del Mundial. Su penúltima pirueta. “Lo mejor es que cabe en un 10 o 20% de una embarcación, y todo el proceso, hasta colocarlo en el futuro destino, llevará casi dos años. Construir uno nuevo son tres”, explica Mark Fenwick, socio fundador de Fenwick Iribarren Arquitects (FIA) junto a Javier Iribarren, el estudio español que diseñó este estadio, el 974; probablemente, el más original de la cita de 2022. Una cabriola arquitectónica inspirada en Lego, formado por 974 contenedores, que se presentó como el primer campo de estas características.

En este pequeño y acaudalado país todo se creó a lo gigante para la Copa del Mundo, como se vio con los estadios. El del partido inaugural (Al Bayt) fue ideado como una tienda tradicional de los pueblos nómadas de la región; el de la final y donde los blancos disputan ante Pachuca la Intercontinental (Lusail) recrea una vasija de cerámica de la artesanía árabe; y el lugar del estreno de España (Al Thumama) recuerda el gorro tradicional de los hombres en Oriente Medio (gahfiya).

Imagen externa del estadio 974 de Doha, construido con 974 contenedores.
Imagen externa del estadio 974 de Doha, construido con 974 contenedores. Ibraheem Al Omari (REUTERS)

El problema es que, dos años después de semejante exhibición de formas, construcciones y poderío económico, los campos ofrecen casi siempre en la Liga local una imagen fantasmal, en los huesos, convertidos en esqueletos lujosos a los que apenas acuden unos pocos miles de espectadores. O ni eso. La escena se repite a diario según se observa en los vídeos colgados en la web oficial del campeonato en el que compiten Joselu Mato, Javi Martínez, Sergio Rico, Marc Muniesa, Rodrigo Moreno o David García. Da igual que sea agosto o ya un diciembre más moderado en temperaturas, incluso fresco por la noche, como estos días. El cemento y las butacas vacías mandan tanto como los contratos generosos.

De los ocho recintos mundialistas (siete nuevos), que contaban con un sistema de aire acondicionado muy eficaz contra el calor, en cinco de ellos se disputan choques ligueros: Khalifa, Al Thumama, Al Janoub, Ahmad bin Ali y Al Bayt. Pero no acogen todos, no hace falta. El país tiene otros recintos más modestos y reducidos para aliviar la habitual sensación de soledad. El récord de asistencia, según detalla el Comité Supremo del país a este periódico, es de 30.000 espectadores en un Al Rayyan-Al Arabi, en el Ahmad Bin Ali, una cifra que también se puede alcanzar de forma puntual en la Champions de Asia, aunque el Al Gharafa de Joselu se estrenó en este torneo con menos de 4.500 en el imponente Al Bayt, con capacidad para 60.000.

El revolucionario estadio 974 se prepara para irse a otro continente en un buque

La invasión de egipcios en la semifinal de la Intercontinental entre el Al Ahly y el Pachuca devolvió al 974 a sus noches mundialistas y el gancho del Madrid en la final de este miércoles en Lusail, donde caben casi 90.000 aficionados, debería generar interés. Los encuentros internacionales pueden atraer público; sin embargo, en la rutina de la Liga las instalaciones quedan expuestas al eco. “Es verdad que a veces veo partidos y no hay nada más triste que un estadio vacío. Les cuesta mucho ir. Hay que tener en cuenta también que son pocos habitantes [2,7 millones; Doha, 1,2]. El catarí va solo casi a la grada vip”, admite Mark Fenwick, que, además del 974, diseñó el Al Thumama y Education City, el estadio inspirado en los diamantes donde cayó eliminada La Roja ante Marruecos.

El desierto en las tribunas era un escenario previsible, incluso para las autoridades, que incluyeron en su proyecto la reducción del aforo de casi todos los estadios; sin embargo, dos años después ese paso todavía no se ha dado. “Aunque parezca que no se hace nada, sí estamos trabajando en darles otros usos. Desde el inicio, fue una de las preocupaciones del país”, puntualiza Fenwick, cuyo estudio está integrado en el grupo de ingeniería Egis. El plan inicial de los organizadores era sustituir una parte de las gradas por viviendas, un hotel de lujo, comercios, oficinas o una clínica deportiva.

Rebajar el aforo a la mitad no es tan complicado y tampoco se tarda mucho. Los estadios se diseñaron teniendo en cuenta esto
Mark Fenwick, diseñador de tres estadios del Mundial de Qatar

“Rebajar el aforo a la mitad no es tan complicado y tampoco se tarda mucho. Se diseñaron teniendo en cuenta esto”, matiza. “Las gradas de abajo son de hormigón y las de arriba, de hierro atornillado. Hay que desmontar la parte de arriba y desatornillar las vigas, algo más o menos manejable. La altura del estadio y el envolvente se mantienen, y en ese segundo piso se construirá para otros usos”, concreta el arquitecto, que no tiene claro si esto se terminará ejecutando en todas las instalaciones mundialistas.

En el Al Thumama y Education City, por ejemplo, Fenwick ya sabe qué habrá en el futuro en la parte superior de ambos estadios. En el primero se harán edificios para dos clubes de la Liga, y en el segundo, ubicado en un campus, se habilitarán espacios para el mundo universitario. Mientras, el 974, que curiosamente fue un 30-40% más barato que el resto, se prepara para la mudanza. “Es una parcela muy valiosa, cerca del mar, y tienen claro que se debe ir de allí”, concluye el arquitecto español, que llegó a patentar el diseño. Soluciones varias para recintos que deslumbraron en el Mundial, pero que ahora solo muestran hormigón.

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