Ana Vallés: “No sé si es mala baba, creo que es amor”
El grupo Matarile Teatro, liderado por Vallés, estrena pieza en la apertura del Festival Alt de Vigo La compañía muestra 'Staying Alive' y 'Teatro Invisible' después de tres años de inactividad
El Festival Alt de Vigo llega a las trece ediciones, heroicidad en estos tiempos donde todo tiende a desaparecer. Una edición, aunque reducida (del 13 al 16 de marzo), en la que prima el apoyo a la creación contemporánea gallega y la presencia internacional. Y una edición donde destaca también un estreno: Teatro invisible, la nueva pieza de una de las grandes compañías gallegas y españolas, Matarile Teatro, con la que hoy se inaugura el festival. La compañía liderada por Ana Vallés y Baltasar Patiño también estrena en él su pieza Staying alive, trabajo que podrá verse el sábado. Hablamos con su directora y también única intérprete de Teatro invisible, la propia Ana Vallés.
El recorrido de Matarile desde que naciera como compañía de títeres en 1986 es, un poco, la historia de la creación escénica contemporánea española. Y también representa mucha de la historia de la danza y el teatro de Galicia en los últimos veinte años. Su labor primero como directores del Teatro Galán desde 1993 al 2005 y más tarde como organizadores de uno de los festivales más potentes de danza de la Península, el En Pé de Pedra (1995-2007), calaron profundamente en la educación y desarrollo tanto de artistas como de público en Galicia y allende. Su recorrido como compañía, con montajes como Teatro para camaleones (1998), The Queen is dead (1999), A brazo partido (2001) o Animales artificiales (2008), es la historia de una evolución hacia un estilo de libertad donde se conjuga de manera intransferible el teatro posdramático y la danza. Un teatro de plasticidad y palabra poética, coral, donde lo intrascendente se conjuga con lo invisible y que rezuma un humor netamente gallego del que es muy culpable Ana Vallés, directora, autora y actriz fundadora de la compañía.
Fragmentos de 'Staying Alive', de Matarile Teatro.
Pero la historia de Matarile es también la historia de un desahucio, de un desmantelamiento muy a la española. Abatidos como sala y como festival por la desidia, desinterés e incomprensión de las autoridades, Matarile, decide en torno al 2005 recoger velas como proyecto cultural e intentar crecer como compañía. Algo que en un principio consiguen. Del 2004 al 2009 la compañía gira más, es llamada para hacer montajes en teatros como La Abadía (Historia Natural, 2005), se mete en proyectos de mayor formato y mayor número de intérpretes, son reconocidos en España y Europa… Pero entonces llega una crisis que acaba con tejidos y dineros, y otra vez vuelta a la precariedad y a comenzar de cero. De ahí surge Cerrado por aburrimiento (2009), montaje con el que deciden parar. Su teatro existencialista y del actor, su estilo comparado con compañías como la Needcompany de Jan Lawers o la danza teatro de Pina Bausch, calla por tres años. “Es verdad que hasta el 2009 giramos bastante y con obras que requerían una maquinaria muy grande. De ahí que parásemos. Veíamos la que se venía encima. Aunque es general, en Galicia todo se fue al traste, se apagaron muchas salas, festivales, condiciones… pero no hablemos de lo obvio ¿no? El caso es que nos vino muy bien parar para enfocar lo que queríamos hacer. Cuando cerramos nos dio vértigo, nos daba miedo que nos dejáramos llevar por la inercia. Pero creo que fue bueno, no dejamos que las cosas se apocaran”, aclara Vallés.
Con 'Staying Alive' decidimos ir a un teatro más esencial, muy apoyado en el cuerpo y en la danza Ana Vallés, fundadora de Matarile Teatro
El año pasado, y gracias a un acuerdo con la Universidad de Santiago donde son compañía residente —“es por un año y además tenemos que dar clases”, matiza Vallés—, sacan adelante ganas y maneras en un nuevo montaje que deciden trabajar y estrenar en un auditorio abandonado de la universidad. Allí, entre muebles apilados y un espacio vacío y abandonado, nace Staying alive, pieza que tras su estreno pudo verse, por ejemplo, en las Naves de Terneras del Matadero de Madrid y que este sábado se adaptará a las características de Auditorio Municipal de Vigo. “Con Staying alive decidimos ir a un teatro más esencial, más reducido en medios y muy apoyado en el cuerpo y en la danza”, explica Vallés que en este montaje actúa junto a Mónica García, una de las grandes de la danza gallega que ha trabajado con gente como 10&10, Provisional, Larumbe o Blanca Calvo; Rut Balvís, regeneradora de la danza gallega con su joven compañía Pisand Ovos; y Nuria Sotelo, bailarina y directora de Licenciada Sotelo, compañía que presenta también pieza hoy en el festival Silencio por favor.
“En esta etapa estamos todavía más empeñados en buscar una comunicación con el público. Parece de Perogrullo pero creo que el teatro sigue siendo uno de los pocos marcos que quedan donde se puede dar una comunicación directa”, explica Vallés sobre esta obra con un despliegue enorme de sabiduría lumínica a cargo de Baltasar Patiño y en el que Matarile vuelve a desgranar su lenguaje propio e intransferible hablando sobre el teatro, la vida, Europa, el mercado o buscando dónde se refugia hoy la cultura… “Pero realmente Staying alive se nos adelantó, antes venía Teatro invisible”, recuerda Vallés. “Hace un año y pico me llamó la Escuela de Arte Dramático de Vigo para dar una charla a estudiantes de dirección y decidimos hacer algo más perfomativo y escénicos, salirnos de la conferencia. Se hablaba sobre el teatro, sobre su situación, sobre ser mujer, gallega, autora de teatro, vamos todo ventajas. Y se hablaba de cómo un tipo de creación en este país es sistemáticamente relegado a la invisibilidad. Ahí está el origen de Teatro invisible y la decisión de volver”, explica Vallés sobre esta pieza en la que durante hora y cuarto está sola en escena, algo que no es nuevo para esta creadora que en el 2002 estrenó Sin sombra de duda, pieza donde Vallés unía de manera prodigiosa danza, movimiento y palabra en un teatro íntimo y confesional.
En la historia del teatro, el “teatro invisible” hace referencia a Augusto Boal, creador teatral brasileño fundamental de los años setenta que durante su exilio en Argentina y como parte de su “teatro del oprimido” crea este género de teatro político representado en un contexto real (como la calle o un centro comercial), en la que el público no identifica a los actores como tales. El teatro invisible de Vallés tiene otro recorrido. “Es ante todo irónico, trata sobre ese teatro que no se programa, que no se ve, que se queda invisible como tantas otras cosas importantes en la vida. En esta pieza está presente el arte como resistencia ante la muerte del que habla Deleuze y también un libro de Didi-Huberman, Supervivencia de las luciérnagas, donde se reflexiona sobre los grandes focos de luz que saturan e invisibilizan”, explica Vallés sobre la pieza haciendo alusión a un libro que curiosamente estaba también presente en el estreno la semana pasada de uno de los mejores montajes en años del creador madrileño Carlos Marquerie, Entre las luces y sombras: libertad, coincidencia no tan azarosa entre estos dos creadores que llevan años sin verse.
“La pieza se centra es esas pequeñas luces que iluminan cosas valiosas y casi siempre desapercibidas; y en las que quizá, ahora más que nunca, está la vida. En esta obra intento ir a la esencia de nuestro teatro, trabajando las claves que siempre hemos abordado, los objetos como material escénico con entidad, buscando el lugar de la palabra y apoyándome menos en guiños que quieras que no te arropan en escena”, intenta explicar Vallés, creadora nada dada a hablar sobre sus piezas y más a pocas horas del estreno. “Hay referencias a Kantor, a Kazuo Ohno… cito a mucha gente en el espacio y los traigo conmigo. Intento encontrar la forma de poder contar ahora, evidenciar que nada es nuevo ni viejo, sino que lo importante es la forma… Y sí, habla sobre el teatro, de qué voy a hablar, ¿de fontanería?, habla de cómo no debemos dejarnos llevar por las influencias, las modas y las estupideces” afirma Vallés que en sus piezas siempre poéticas, metateatrales y donde la reflexión ética de porqué hacer teatro está obsesivamente presente, siempre hay lugar para la palabra mordaz, afilada y crítica. Cuando de manera distendida se le pregunta sobre su “mala baba”, Vallés responde: “Qué le voy a hacer, es lo que soy, también ironizo sobre eso. Aunque no sé si es mala baba, creo que es amor”, dice esta creadora nacida en El Ferrol en 1959 y que parece albergar en partes inversamente proporcionales desgaste e ilusión. “Hemos vuelto otra vez metidos hasta el cuello, me recuerda al espíritu de nuestros comienzos, con esa anarquía de trabajo en equipo… Lo echaba en falta, en el teatro también ha crecido el individualismo”, concluye Vallés.
Babelia
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