Una explosión para ordenar la anarquía
La artista Diana Sirianni expone en Madrid su instalación 'Desorden en palacio' Es una creación a medias entre las reglas y el caos
Ha habido una explosión en la calle Mayor. En concreto, en la primera planta del Instituto italiano de Cultura en Madrid. Sin embargo, no hay daños ni bomberos movilizados. El Samur tampoco ha recibido ninguna llamada. Y la culpable, Diana Sirianni (Roma, 1982), ha podido abandonar España sin problemas para volver a Berlín. Las huellas de la deflagración que provocó sin embargo siguen allí. Porque todo ello conforma el caos controlado de Desorden en palacio, la instalación que la artista expone en Madrid hasta el 28 de marzo.
“Mi trabajo suele contener cierta energía anárquica. En este caso, se junta con la institución que la acoge, con la idea de poner en discusión las estructuras”, asegura la creadora italiana por teléfono desde la capital alemana, donde vive y trabaja. De ahí que quien visite Desorden en palacio se encuentre realmente con la sensación de un cuarto que acaba de saltar por los aires. Hay hilos transparentes colgando del techo, trozos de cartón, fragmentos de plexiglás y cristales esparcidos por todos los lados. Al azar, aparentemente. Pero no.
“Es paradójico. Mi trabajo busca ver hasta qué punto se puede tensar una imagen para que siga siendo unitaria y no solo caos. Sin embargo, detrás hay una paciencia y una obsesión fuera de lo normal”, cuenta Sirianni. Traducido en términos concretos, son 12 horas de trabajo diarias durante dos semanas para que cada minúsculo pedacito esté precisamente donde ha de hallarse. Es la mano invisible detrás de la anarquía.
Para ello, Sirianni suele empezar fotografiando el espacio donde colocará su instalación. A partir de ahí, acude a Photoshop para varios collages digitales, en busca de la colocación perfecta de todos los elementos. A veces llega a preparar hasta 50 bocetos. Solo cuando por fin tiene claro el elegido, acude al trabajo manual: “La traducción de una imagen en un espacio solo es el punto de partida. Luego hay cosas que ocurren directamente en el propio espacio”.
Así, puede ser que decida improvisar varios elementos respecto al planteamiento inicial. Sin embargo, sí hay algunas cosas que se mantienen a lo largo de sus proyectos. Muchos de los materiales, por ejemplo, son los mismos, en un reciclaje constante de una instalación a otra. Y también sigue inmutable su pasión por el material de pesca, del que usa sobre todo hilos y plomos.
“De pequeña me encantaba ir a pescar. Recuerdo la sensación de que siempre podía ocurrir algo. Aunque a veces me aburría y me metía directamente en el agua con la lienza”, relata Sirianni. Licenciada en Filosofía, la creadora se formó en la Academia de Bellas Artes de Roma, que abandonó en 2008, rumbo a Berlín. Salvo un pequeño paréntesis neoyorquino, sigue aprendiendo y trabajando en la capital alemana. De volver a Italia, ni la menor intención: “¿Está loco?”.
De hecho, la instalación en el Instituto italiano de Cultura de Madrid es su primera exposición en un contexto relacionado con su país. Y también en España, en Arco del año pasado en concreto, la descubrió el director del centro, Carmelo Di Gennaro. Hasta adquirió uno de sus collages. Porque, además de sus explosiones artísticas, Sirianni también propone unas cajas de cartón que contienen una suerte de maqueta en 3d y en pequeño de sus instalaciones. Cuestan, cuenta, entre 1.000 y 3.000 euros. Además de ello, la artista fue tirando al principio del bolsillo familiar y, ahora, de becas del Estado alemán. Todavía no vive solo de los frutos de su arte: “Si triplicara mis ventas, lo lograría”. Sería, esa sí, una explosión.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.