Anatomía del 11-M
Fernando Reinares desmonta en 'Matadlos' los grandes tópicos sobre los atentados de 2004
Probablemente Fernando Reinares ha escrito el libro definitivo sobre la gestación del 11-M. No fue tarea fácil, ya que detrás del atentado se encontraba una maraña de relaciones, centros de decisión, personajes y redes de comunicación que si bien tenían su punto de arranque en España, y el mismo era detectable a partir de un episodio concreto —el desmantelamiento parcial de la célula de Al Qaeda dirigido por Abu Dahdah—, luego se internaba en un laberinto que se extiende en el espacio de Pakistán a Bruselas y de Marruecos a Estambul, hasta la convergencia final de las distintas trayectorias en la ejecución del crimen.
Para armar el puzle, Reinares —autor de ensayos como Terrorismo global (2003), El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M (2004) o Las democracias occidentales frente al terrorismo global (2008)— cuenta de entrada con su especialización en las redes del terrorismo islámico. Sobre esta base monta una investigación exhaustiva acerca de todas y cada una de las piezas por ensamblar, así como de los hilos que las enlazan. Más allá del trabajo sistemático sobre el sumario del 11-M, Reinares persigue literalmente a los personajes y a los grupos clave de la historia en las fuentes publicadas e internas de los servicios de seguridad antiterroristas. Ejemplo: la utilización del informe del Centro Nacional contraterrorista estadounidense en 2008 sobre el papel de Al Qaeda en el 11-M.
Caen así por su peso errores comunes, tales como el protagonismo del grupo de delincuentes de Lavapiés, de una célula local independiente, y también las interpretaciones del atentado como respuesta a la intervención española en Irak o para influir sobre las elecciones del 14 de marzo. La decisión de atentar en Madrid y los preparativos de la acción terrorista, incluso la fijación de la fecha, fueron muy anteriores; Irak y las elecciones sirvieron luego para reforzar el impacto del atentado sobre la opinión pública española. Recordemos la prolongada vigencia de la versión progresista, según la cual la responsabilidad de los muertos recaía antes sobre la política de Aznar que no sobre los terroristas. Hablar de “yihad en Madrid” parecía entonces una provocación, a pesar de la bomba en la vía ferroviaria Madrid-Sevilla y del “martirio” del grupo de Leganés, cuando ya el PP había sido derrotado en las urnas.
No fue una célula de Lavapiés, fueron los líderes de Al Qaeda en Pakistán quienes aprobaron el plan terrorista
La investigación de Reinares se adentra en la trama de Al Qaeda, desde el momento en que puso en marcha una respuesta, una venganza contra el acto represivo de los infieles, la minoría que quedó libre tras ser encarcelada en 2001 la célula yihadista de Abu Dahdah, instalada en España desde 1994. Reinares subraya que en ese periodo las fuerzas de seguridad españolas venían realizando una intensa labor antiterrorista, comparable en sus dimensiones relativas a las de Estados Unidos y Reino Unido. Venganza a veces con sesgo individual, pero sobre todo ajustada a los términos de los versículos coránicos 191 a 194 de la segunda azora, correspondiente al tiempo del Profeta armado: “Si combaten contra vosotros, matadlos; esa es la retribución de los infieles”. Según la lógica de la yihad, la agresión del infiel no ha de quedar nunca impune. En cuanto al objetivo, lo explica el versículo 3.151: “Sembrar el terror —¿o el espanto?— en los corazones de los infieles”, llevarles a pensar que su derrota es segura. A ello se une el carácter simbólico de España como Al Andalus perdida, la tierra del islam por recuperar de los cruzados, según una amalgama seudohistórica donde se funden reconquista —¿por qué vacilar en el uso del término?— y opresión ejercida en el presente.
Al núcleo inicial, explica Reinares, se sumará un segundo componente, el yihadismo marroquí, que “optó por reorientar su actividad hacia países donde residieran sus miembros”. Pero el terrorismo de Al Qaeda es de ámbito global, y en su funcionamiento desempeñan un papel fundamental los nuevos medios de comunicación, incluso para ejecutar los atentados (Internet, móviles). Una globalización que resulta probada al ser los líderes de Al Qaeda en Pakistán quienes en 2003 aprueban el plan terrorista —Bin Laden amenaza a España en octubre—, con un ex de Abu Dahdah, Amer Azizi, diseñador del atentado e intermediario, en relación a su vez con el último eslabón de la cadena, “la gente de Lavapiés”. La estrategia global de Al Qaeda —concluye el autor— se diversifica en su aplicación de modo complejo y muy flexible al adecuarse a los espacios seleccionados para la acción terrorista.
Por fin, la anatomía del 11-M no debe hacer olvidar que el acto de venganza responde a una concepción proyectada hacia el futuro de la yihad, según mostraron los ejecutores hasta ser descubiertos en Leganés. Los atentados terroristas suelen ser olvidados por la opinión pública cuando fracasan y esto sucedió con la voladura prevista en 2008 de trenes de metro en Barcelona, nuevo 11-M aún más mortífero. Se trata de “una amenaza que no cesa”.
¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España. Fernando Reinares. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2014. 312 páginas. 18,50 euros
Babelia
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