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crítica | la mujer del chatarrero
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una familia de hierro

En su trabajo más austero, el bosnio Danis Tanovic experimenta con la fina línea que separa a veces la ficción del documental

Javier Ocaña
La familia protagonista de 'La mujer del chatarrero'
La familia protagonista de 'La mujer del chatarrero'

Los misterios de la distribución cinematográfica provocan a veces hechos tan poco habituales como que se estrenen un mismo día dos películas procedentes de países de la extinta Yugoslavia (una, serbia; la otra, bosnia), de distinto año (2012 y 2013), con la discriminación hacia los gitanos como tema central de sus relatos, y con la Guerra de los Balcanes como inevitable hecho colateral. Eso sí, aun siendo notables, nada tienen que ver en sus estilos Al nacer el día, de Goran Paskaljevic (ver crítica), y La mujer del chatarrero, de Danis Tanovic.

LA MUJER DEL CHATARRERO

Dirección: Danis Tanovic.

Intérpretes: Senada Alimanovic, Nazif Mujic, Sandra Mujic, Semsa Mujic.

Género: drama. Bosnia, 2013.

Duración: 74 minutos.

En su trabajo más austero, Tanovic, que tras el éxito de la magnífica comedia negra En tierra de nadie (2001) ha deambulado con resultados menores entre el cine más comprometido (Cirkus Columbia) y un cine de autor de qualité quizá más pomposo que emocionante (El infierno, Triage), experimenta con la fina línea que separa a veces la ficción del documental. La mujer del chatarrero está basada en un hecho real, e interpretada por la propia familia protagonista (actores no profesionales, claro), con estilo cuasi documental (las miradas a cámara y las zalamerías de las niñas como hecho señero), pero con poso de cine de ficción (la presencia de las cámaras nunca se delata). Así, Tanovic compone un sencillo y certero retrato de la odisea de una mujer víctima de un aborto natural, que deambula por el infierno de la burocracia sanitaria para conseguir que le hagan un legrado sin necesidad de pagar un pastón por la visita. Un recorrido duro y veraz, en el que solo asoma el tremendismo en un momento en el que, tras el paso lógico de la tentativa de ayuda de una ONG, ella se niega a volver al hospital. Momento, o exagerado, o no demasiado bien explicado, que se reconduce más tarde con un desenlace en el que se funden la esperanza y la desesperanza, el dolor y el amor, la amistad y el horror.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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