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Pontormo, los misterios de un genio del Cinquecento

El 520 aniversario de este personaje maldito y difícil es la excusa para la primera exposición que se le dedica en España Casi toda la muestra se compone de dibujos prestados por la Gallería de los Uffizi de Florencia

Jacopo Pontormo. Dos estudios de figura inclinada, preparatorios para San Juan Bautista en el desierto.
Jacopo Pontormo. Dos estudios de figura inclinada, preparatorios para San Juan Bautista en el desierto.

Elogiado por el propio Miguel Ángel ya en sus obras más tempranas, estudió la esencia del dibujo con Leonardo Da Vinci, Albertinelli, Piero di Cosimo y Andrea del Sarto. Jacopo Carucci (1494-1557), conocido como Portormo, el nombre del pueblo de la Toscana donde nació, es uno de los artistas más geniales y misteriosos de la historia del arte. Su carácter neurótico, melancólico y dado a la hipocondría hicieron de él un personaje difícil y maldito. Su uso de colores extraordinariamente vivos sobre figuras contorsionadas por el dolor, le convirtieron en uno de los grandes maestros del manierismo. El 520 aniversario de su nacimiento ha servido de pretexto para que Madrid (Fundación Mapfre) y Florencia ( Palazzo Strozzi) dediquen una doble exposición parar mostrar la mayor parte de su producción artística. Mientras que la exposición en Italia mostrará a partir de marzo gran parte de la obra pictórica que se conserva, en Madrid, la muestra se centra en sus dibujos: 60 obras prestadas en su mayor parte por Gallería de los Uffizi de Florencia, acompañadas de otros nueve dibujos de Durero, Lorenzo di Credi, Poussin o Tiepolo.

Kosme de Barañano, comisario de la exposición, explica que a través del papel, Pontormo exploraba ideas y buscaba objetivos para obras más ambiciosas; pero, a la vez, Pontormo recurría a la grafía por el puro placer de expresar sus sentimientos, utilizándola como una especie de relajación para el espíritu.

Las obras elegidas para la exposición, primera que se le dedica en España, muestran como utilizaba de manera prefrente el lápiz negro y el rojo, experimentaba con la pluma y recurría a la sanguina para sus trabajos más acabados.

La exposición es un detallado viaje por toda su obra. Desde sus primeros dibujos realizados con solo 14 años, en torno a Poggio y a Caiano (1519-1521), hasta sus trabajos finales para la iglesia de San Lorenzo en Florencia (1545-1556). En medio cuelgan los trabajos preparatorios para los frescos de la Cartuja del Galluzzo (1522-1525) y sus trabajos para la Capilla Capponi, en la iglesia de Santa Felicita (1526-1530). Los más numerosos fueron realizados para la iglesia de San Lorenzo de Florencia, empeño al que se dedica que le ocuparan desde 1545 hasta su muerte en 1556. Se trata del conjunto de frescos, encargados por Cosme I de Medici, con siete escenas del Antiguo Testamento y una del Nuevo, con dibujos que muestran versiones diferentes de la misma historia. Rostros, brazos, cuerpos desnudos o vestidos, parados o en difíciles contorsiones dan cuenta de su afán por devorar todos los temas y las más complicadas composiciones.

Barañano, experto en el Cinquecento italiano, muestra una de las joyas de la exposición relacionada con este último período del peculiar artista. Son 16 páginas de sus diarios escritas y dibujadas a pluma en las que Pontormo habla de preocupaciones tan cotidianas como lo que había comido o como había sido la digestión. Las fases de la luna, los gastos dedicados a comida o la llegada de visitas poco apetecibles figuran junto a diminutos dibujos en los que se distinguen cabezas de mujeres que no ocupan más de un centímetro.

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