Simone Bosé, ejecutivo discográfico
Primo de Miguel Bosé, estuvo al frente de las multinacionales EMI y Universal
Antes de que sonaran las doce campanadas, la noticia se difundía por las redes sociales y se atragantaba en el alma de muchos artistas y trabajadores del sector discográfico. Con 51 años, Simone Bosé moría en la tarde del último día de 2013, a causa de una neumonía. En las pasadas semanas, Simone alternó los periodos de hospitalización con las estancias en su nuevo puesto de trabajo: desde el 1 de octubre era presidente de Universal Music para España y Portugal. Quizás no atendió lo suficiente a su enfermedad: le preocupaba sacar adelante la nueva aventura y cortar la sangría de despidos y jubilaciones anticipadas.
Milanés de 1962, estudió Administración de Empresas antes de llegar a España, donde ya había presencia de la familia Bosé en la industria musical. Su trayectoria es un fiel reflejo de las implacables conmociones sufridas por ese sector en las últimas décadas. Hacia 1986, trabajaba en CBS, a punto de ser engullida por Sony. También pasó por el departamento artístico de Hispavox, una de las grandes disqueras españolas, ya adquirida por la multinacional EMI. Entre 1992 y 1999, estuvo en Mercury, que fue parte de Polygram hasta que, vía Seagram, se integró en Universal. Era, por ejemplo, el contacto de U2 para España, pero igual se implicaba en el fenómeno Ketama, en complicidad con su descubridor, Mario Pacheco.
Atento a los cambios tecnológicos, Bosé intuyó que Internet iba a alterar la naturaleza del negocio y los hábitos del consumo musical. En 1999, con el productor Paco Trinidad y el emprendedor Gonzalo Verdera, concibió el proyecto Baja Music, especie de MySpace adelantada a su tiempo, una ambiciosa página web que buscaba desarrollar nuevos talentos, desde compositores a intérpretes.
Desdichadamente, aquel Internet todavía no había alcanzado su masa crítica y no contaba con publicidad. En 2004 entró en la dirección de EMI Hispavox. Tras la marcha del presidente, el histórico del pop español Manolo Díaz, en 2009 Simone ocupó su lugar. Aunque la sucursal madrileña generaba beneficios, desde allí solo pudo asistir impotente al hundimiento de la casa matriz londinense; le tocaría hacerse cargo de parte de los restos del naufragio.
En 2013, tras imponer la Comisión Europea el desmembramiento de la centenaria discográfica británica, Bosé se quedó al frente de Parlophone, encajada en el grupo Warner Music. Se adivinaba un choque de culturas empresariales; posiblemente, recibió con alivio la llamada de Jesús López desde Miami, que necesitaba reanimar la rama ibérica del Universal Music Group, tras la traumática marcha del tándem Fabrice Benoit-Paco Martín.
De alguna manera, se le consideraba un especialista en hacer rentables compañías en horas bajas. Bosé se beneficiaba de un conocimiento directo de las diferentes ramas de una discográfica: había habitado desde los cubículos más miserables a los despachos de alta dirección. Su voracidad por todo tipo de música se aliaba con unos impecables modales y un saber estar bastante insólito en el mundillo discográfico nacional, donde abundan los personajes genialoides y ciclotímicos. Entre los que trabajaron a su lado, se repiten los recuerdos: “su gran sonrisa”, “era esencialmente una buena persona”, “trataba a todo el mundo con respeto”.
A lo largo de estos casi treinta años, trató con el quién es quién del pop español, de Loquillo a Pablo Alborán, pasando por Luz Casal o Bunbury. También fue consejero de su primo, Miguel Bosé. Todos ellos están consternados por la perdida. Casado en segundas nupcias con Marta Rollado, deja un pequeño Simone que un día entenderá los motivos de que su padre fuera tan querido.
Babelia
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