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La familia del secreto terrible

Asunción Balaguer y su nieto Liberto Rabal actuán juntos por primera vez sobre las tablas en 'Una vida robada' en el Teatro Fernán Gómez

Escena de 'Una vida robada' con sus cuatro protagonistas.
Escena de 'Una vida robada' con sus cuatro protagonistas.

Una vida robada del dramaturgo (y actor, director, presentador y guionista) Antonio Muñoz de Mesa supone la alternativa que da Asunción Balaguer a su nieto Liberto Rabal sobre la escena este 10 de enero. Ya juntos habían estado en Queridos poetas de recitales en homenaje al patriarca de la familia, Francisco Rabal, y dice la abuela que entonces se dio cuenta de que este actor que ha desarrollado su carrera en el cine (Tranvía a la Malvarrosa, Carne trémula) y en la televisión (Amar en tiempos revueltos) “tenía sensibilidad y temperamento dramático, sentía el teatro”.

Dirigida por Julián Fuentes Reta, Una vida robada tiene cuatro protagonistas cuyas vidas poseen lazos mucho más estrechos de los que ellos sospechan, una pieza de suspense en que la tensión se va tejiendo con los sentimientos. Luz, interpretada por Ruth Gabriel, llega a la casa del doctor Nieto (Carlos Alvárez-Novoa), quien padece Alzheimer, para asistirle como lectora. Pero además va a la búsqueda de una verdad que le está siendo apartada y que tiene que ver con su propio nacimiento. Asunción Balaguer es la cuidadora del anciano y responde al significativo nombre de Olvido; ella comparte con él un secreto que solo será revelado al final de la obra y del que el hijo del médico, Julio (Liberto Rabal) ha permanecido completamente ajeno.

Así, la familia sobre el escenario, “está en proceso de transición y debe mirar con ojos nuevos las relaciones emocionales”, explica Liberto Rabal, quien la define como una tragedia construida a partir del lenguaje y las situaciones cotidianas, y que también está llena de sentido del humor. El suyo es el personaje que menos conoce de la realidad que se debe destapar. “Hay que proteger siempre a las víctimas y señalar a los verdugos, pero están los que no son ni los unos ni los otros y no actúan”. Afirma que para meterse en la piel de Julio ha desarrollado sobre todo “un trabajo sutil para hacerlo humano, y no una figura arquetípica”.

Asunción Balaguer ofrece una conclusión sobre esta obra, y es que “siempre hay que decir la verdad, es mucho mejor”. “Eso hemos hecho en casa. Los hijos se crían libres y abiertos”. A su nieto de nombre precisamente relacionado con la libertad le ha aconsejado que primero se sepa bien el papel. Sobre la letra, después se puede trabajar. Y dar voz a un personaje, continúa de manera sencilla, “es como hablar de distintas formas a diferentes personas”. Agudizar el oído. Y escuchar a los demás actores. “En el teatro está la escuela, la posibilidad de hacerlo mejor cada día… A mí me emocionaba muchísimo la manera en que hablan los intérpretes mayores que tienen la experiencia de la vida y del teatro”.

El personaje de una actriz que lo ha sido todo en interpretación lo compara esta con “el ama de llaves de Rebecca de Hitchcock" que, sin embargo, va conociendo a Luz y le brinda pautas para que se abra camino en aquello hacia lo que avanza y necesita saber. Una verdad que se aproxima en algunas de sus manifestaciones a la de los sórdidos casos reales de aquellos niños que fueron desapareciendo de las clínicas españolas, llevados por manos siniestras que decidieron entonces quién debía tener hijos y quién no.

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