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El ‘disco-carnaval’ de Arcade Fire

El grupo de rock alternativo más importante del mundo presenta su cuarto álbum, ‘Reflektor’

Andrea Aguilar
Los integrantes de Arcade Fire: en el centro Win Butler y, a su derecha, su mujer, Régine Chassagne, líderes del grupo de Montreal.
Los integrantes de Arcade Fire: en el centro Win Butler y, a su derecha, su mujer, Régine Chassagne, líderes del grupo de Montreal.

Subido en un escenario al aire libre con media docena de desmelenadas palmeras como telón de fondo, Win Butler, el cantante de Arcade Fire, arranca el cuarto concierto de presentación de su nuevo disco. Le dice al público de Miami que espera que estén contentos con el lugar escogido y tengan suficiente espacio para bailar.

La cita, convocada la noche del jueves en el apartado Centro cultural de Little Haiti, tampoco es una extravagante casualidad. De hecho, nada relativo a Arcade Fire parece serlo. “Un show debe ser memorable, no estupendo”, dice Win Butler y habla de los excepcionales recuerdos que a veces rodean una experiencia.

A Butler le acompañan 10 miembros de su banda, entre los que se encuentran su esposa Régine Chassagne, su hermano Will, y dos percusionistas haitianos. Todos ellos, vestidos con estrafalarias ropas, entablan un juego-farsa en el que pretenden formar parte de una banda, Reflektors, que toca algún tema de Arcade Fire, el grupo de Montreal que en cuatro discos se ha convertido en icono de la música indie. Lúdicos y profundos; personales y entusiastas; teatrales sin aspavientos.

La relación con el país caribeño la explican al día siguiente, durante la ronda de entrevistas. Chassagne y su familia emigraron a Canadá desde Haití durante la brutal dictadura de Papa Doc Duvalier. Ella se reencontró con ese país tras la muerte de su madre. Fue una extraña semana de 2011, que llevó a Arcade Fire de la entrega de los premios Juno en Canadá a su primer concierto en Haití con el disco Suburbs, y de allí a la despedida del grupo neoyorquino LCD Soundsystem en el Madison Square Garden.

Ha sido, por cierto, James Murphy, líder de LCD, quien ha mezclado las canciones del nuevo álbum. “Esa semana fue intensa y arrancó el sentimiento que inspira Reflektor”, cuenta Will Butler. “En Haití tocamos canciones de los Rolling Stones y de Blondie. Y pensamos: ‘¿Cómo tocamos nosotros las canciones de otros?”.

Por eso los 14 temas del álbum, titulado Reflektor, son en palabras de este singular artista fruto del encuentro “de Studio 54 con ritmos haitianos”. El disco-carnaval, irónico y sincero a partes iguales, está servido.

A los asistentes a esta fiesta en Miami se les ha pedido que se vistan para la ocasión. Era obligatorio acudir disfrazado, o de gala. Por eso hay piratas y máscaras, —ningún bikini, ni camisetas chillonas como las que pueblan las playas de esta ciudad—. Un juego de espejos con la soledad del escenario, a la que aluden en un verso. Es una lectura de las muchas capas y referencias que arman sus canciones. Hay espacio para el mito de Orfeo, David Bowie o las esculturas de un colectivo haitiano, Atis Rezistans.

También para el padre del existencialismo Kierkegaard, uno de cuyos ensayos Win Butler leyó a su grupo durante su última gira. “Escribió sobre una era pasional y reflexiva. Es interesante este tiempo que nos ha tocado vivir. También hay mucho en este disco sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Al hacerte mayor todo gira sobre cómo hacerlas funcionar. No es simple escapismo”, dice el líder de la banda.

Si la atención duradera es un bien preciado y escaso en estos tiempos que corren, Arcade Fire se lanza a pedir más. Su rock no es agresivo, sino reflexivo, sus canciones nunca trazan un círculo. “Nada se inventa, todo viene de algún sitio, tomas algo y con esos mimbres haces algo nuevo, solo empujando hacia otro lado. La gente se atasca buscando influencias, pero es algo absurdo, como fijarse en la lente que ha usado un director de cine y solo en eso. Se trata de pensar en juntar y procesarlo, ¿New Order y Motown? ¿Cómo sonaría eso? Ahí arrancamos el anterior disco”, explica el cantante.

Butler menciona un episodio de su infancia, una inundación en Texas, —donde se crió antes de asistir al exclusivo internado Phillips Exeter—, y como fue a la iglesia aquel día con su chubasquero y ayudó a arrancar la moqueta de varias casas. De las muchas visitas a la iglesia que hizo con su familia solo recuerda esa. “Tratamos de capturar un espíritu y de encontrar un lugar del disco donde aflore. Es algo que nos importa porque la gente cuando va a un concierto trae un determinado estado anímico, que puede ser violento, feliz o ligero y quieres conectar con ese espíritu colectivo”, relata la mañana siguiente al carnaval de Miami, acompañado por su hermano, en la ronda de entrevistas que el grupo concede en un insólito restaurante haitiano, Tap Tap, lleno de pequeños cuartos pintados de colores.

Trabajan con discográficas pero quieren mantener el control. Han arrancado una campaña en la que donan dinero de las entradas de sus conciertos para la ONG Partners in Health y han puesto en marcha un sistema para que otros grupos como Vampire Weekend hagan lo mismo. También buscaron este restaurante, “mucho mejor que la habitación de un hotel, ¿No te parece?”, comenta Will Butler.

En uno de los salones está dispuesta una larga mesa para que la populosa banda tome su almuerzo, con el bebé de Régine y Win, los managers, los percusionistas y los músicos. Reflejo quizá de su estilo, una mezcla misteriosa.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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