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crítica de 'grand piano'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Simplificadores y ‘complicadores’

La película acumula recursos que, en lugar de sumar en favor del suspense, la inquietud y la complicidad, se restan entre ellos

Javier Ocaña

En el ensayo El cine según Hitchcock, su interlocutor, François Truffaut, afirma lo siguiente en referencia a El hombre que sabía demasiado, el suspense, el asesinato de una persona durante un concierto, la cantata y los recursos cinematográficos necesarios para manejar todo ello: “Se trata no solo de clarificar, sino de simplificar [...]. Me pregunto si no hay dos clases de artistas: los simplificadores y los complicadores”. A lo que Alfred responde: “Es esencial porque es preciso poder sentir en sí mismo las emociones que se quieren lograr del público”. De lo que podría concluirse que Eugenio Mira, director de Grand piano, película española rodada en inglés con estrellas de Hollywood, durante un concierto, con un (casi) único escenario, y una pieza musical como elemento de suspense, es un complicador.

¿Razones? La acumulación de recursos que, en lugar de sumar en favor del suspense, la inquietud, el interés, el miedo y la complicidad, se restan entre ellos. A saber: una partitura grandilocuente y sin freno, la voz en off mandona, desbocada, gritona y sin sutilezas de un asesino que habla por un pinganillo con el pianista, un montaje cortante y, quizá la clave del asunto, una cámara que no para quieta un instante, subida a una grúa que viene y va, sube y baja. A veces es necesario un poco de calma para turbar y emocionar al personal; si no, lo que haces es ponerlo de los nervios y, más allá, terminar aburriéndolo por fastidio, cuando ese no era el objetivo.

GRAND PIANO

Dirección: Eugenio Mira.

Intérpretes: Elijah Wood, John Cusack, Kerry Bishé, Tamsin Egerton, Alex Winter.

Género: suspense. España, 2013.

Duración: 80 minutos.

Más parecida a Última llamada (Joel Schumacher, 2002) que a Buried (Enterrado), con la que se la ha comparado irremisiblemente al estar producida por sus mismos responsables, Rodrigo Cortés, incluido, Grand piano nace de un guion de Damien Chazalle con interesante premisa mal desarrollada. Mientras Cortés, en Buried, que ya partía de un guion mucho mejor, aplicaba sencillez y exquisito mantenimiento del punto de vista, Mira ejercita su excesivo glosario de recursos. De modo que al final de la película, escueta, aparente y quizá comercial, lo que más acaba destacando es su excelente producción.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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