Richard Curtis, el maestro de la comedia sentimental inteligente
'Una cuestión de tiempo' trae de nuevo el talento del guionista de 'Notting Hill' y director de 'Love actually'
Uno se imagina a Richard Curtis (Wellington, Nueva Zelanda, 1956) recibiendo llamadas de amigos, estilo "Hola, Hugh [Grant], ¿cómo estás? ¿Que has vuelto a romper con una novia?" o algo así como "Hombre, Rowan [Atkinson], es que si nunca sonríes, ¿cómo te van a hacer caso las mujeres?". Es decir, que si eres el guionista de Cuatro bodas y un funeral y Notting Hill, el adaptador a la gran pantalla de El diario de Bridget Jones y su continuación, y el director de Love actually, debes figurar como máximo experto británico de las relaciones sentimentales. "Pues andas completamente desencaminado. No soy romántico, ni siquiera me he casado, y deberías de preguntarle a mi novia. No creo que me catalogue de eso. Ni mis amigos me respetan en ese campo". Adiós a la posibilidad de un sobresueldo ejerciendo de Elena Francis.
No soy romántico, ni siquiera me he casado, y deberías de preguntarle a mi novia. No creo que me catalogue de eso. Ni mis amigos me respetan en ese campo"
El cineasta británico ha demostrado toda su carrera un oído excepcional ante lo que pasa en la calle, una capacidad para que lo que a él le interesa sea similar a lo que le interesa al británico medio, como su amor al pop que le llevó a Radio encubierta, el único borrón comercial en su carrera: "Me encanta esa película. Los mejores momentos que te puede dar hoy en día tu carrera es cuando emiten una película tuya en televisión. Y empiezas a ver los comentarios en redes sociales. Es como si hubieras rodado el mejor largometraje de la historia. ¿Por qué? Porque quien ve un filme en la tele es porque le gusta. Si no, cambian de cadena. Así que con esa experiencia sé que Radio encubierta es la mejor película desde hace años [carcajadas]". El guionista explica que ha dirigido cuatro filmes dedicados a la pobreza y otros temas sociales, y otros seis centrados en el amor -suma telefilmes y cine-. "Así que está equilibrado. Y Radio encubierta puede que sea mi favorita, porque amo la música pop más que cualquier cosa". ¿Más que cualquier cosa? "Bueno, exceptuando a Rachel [McAdams, su protagonista]". Y celebra su propio chiste como un niño feliz. Hay mucho de calle y de vida en su vida: "Es gracioso que me digas eso. Algunos críticos dicen de mis películas que son realistas. Nunca lo he entendido. Si sales a la calle hoy en Madrid seguro que hay un millón de personas enamoradas y otro millón quiere a sus padres. Ah, pero oye, haces un filme sobre un soldado que abandona la armada, se sube a un avión y decapita a una joven embarazada, algo que jamás ha ocurrido en la vida, y oirás comentarios como '¡Brutalmente realista!'. ¿Realista de qué? Cierto que a lo mejor solo hablo de un determinado grupo social británico, pero tienen sentimientos compartidos por toda la humanidad".
En Una cuestión de tiempo, a su habitual trama sentimental ha añadido los viajes en el tiempo. ¿Le aburría el amor y ha decidido complicarse la vida? "La verdad es que en esta película no he escrito tanto sobre el amor como sobre la felicidad. En tu vida diaria es más fácil ser infeliz que feliz, a pesar de que muchas de tus decisiones las escoges tú mismo. Empecé a pensar en escribir algo sobre cómo ser feliz desde que el desayuno a la cena. A disfrutar de cada momento y a mejorarlo, y ahí apareció la idea de cambiar los hechos con los viajes en el tiempo, eso sí, sin chistes ni cosas espectaculares". Asegura estar muy contento con el resultado: "La gente, cuando sale de la película, no habla de ciencia-ficción ni de viajes en el tiempo, sino que es un filme sobre padres e hijos, felicidad, matrimonios...". Cuando acabó el rodaje, llevó el filme a compañías de efectos digitales, que le añadieron gran imaginería, pero que desvirtuaron la obra. "Así que decidí volver a la sencillez, abandonar esos retoques", y quedarse con los puños cerrados desnudos, tal y como se propulsan en el tiempo sus protagonistas. Por cierto, uno de ellos es su adorado Bill Nighy. "Soy capaz de hacer una película sin él. Bill me dijo que estaría en la película si le dejaba no actuar. Sin trucos ni bigotes. Y está fantástico encarnando a ese padre". El padre de Curtis era "complejo pero amable, y le gustaba mucho jugar al pimpón", como el personaje de Nighy, así que sí, algo del progenitor del cineasta está en ese carácter.
Curtis tiene una visión muy especial de las relaciones humanas, muy alejadas de la comedia romántica que impera en Hollywood, con una miriada de Ryan Reynolds, Chaning Tatums y Sandra Bullocks de protagonistas y guiones basados de novelas de Nicholas Sparks, de Crepúsculos.... "No creo que mis películas sean mejores que algunas películas estadounidenses actuales que me encantan, como Lost in translation, ¡Olvídate de mí! o Como locos... No me siento tan solo". Ya, pero eso no es Hollywood. "De acuerdo. Alegaré que con la edad he aprendido que solo puedo escribir del contexto emocional que me rodea. Nunca he escrito, por ejemplo, sobre el trabajo, porque trabajar escribiendo sobre trabajo... es mucho trabajo". Desde Love actually hasta hoy han fallecido seis de sus "personas más amadas", así que Curtis apuesta en pantalla y fuera de ella por "pasar más tiempo con los seres queridos". ¿Y el daño que hace a los adolescentes títulos como Crepúsculo? "Puede que den una visión sesgada de las relaciones amorosas o de una represión peligrosa que ya existía en mi generación, pero también es peligroso que confundan sexo con amor. Y reconozco que tengo dos hijos adolescentes que adoran ese cine y que creo que tratan bien a sus parejas".
Pregunta obligada para Curtis: ¿de verdad no existe nada peor que la agonía total de estar enamorado [la frase con la que un niño le explica a su padre que está sufriendo por amor y no por la muerte de su madre en Love actually]? "Me recuerdo realmente mal, en un especie de locura, que te acompaña desde que te levantas hasta que te duermes cuando eres infeliz por el amor no correspondido. Sufres un dolor físico, estás devastado. Sí, es difícil estar peor".
Babelia
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