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La Alhambra construida por una mujer y mil historias más

La última novela de José Luis Serrano rastrea, a través de la ficción, los orígenes de la magnífica construcción granadina Es la segunda parte de una trilogía que pretende ser "la gran epopeya andaluza"

El escritor José Luis Serrano
El escritor José Luis Serrano

La Alhambra ha inspirado a multitud de artistas de todas las disciplinas. Uno de los más recientes es José Luis Serrano que en La Alhambra de Salómón (Roca editorial) se remonta a los siglos anteriores a su construcción. Entre la realidad y la ficción, la novela entrelaza mil y una historias entre las que destaca el hecho de que ese lugar extraordinario fuera obra de una mujer.

La Alhambra es una ciudad. No es una obra de arte, ni un museo ni ninguna otra construcción concebida para atraer público, aclara Serrano, sobre el segundo monumento español más visitado (2.260.299), el primero es la Sagrada Familia (Barcelona) (3.233.526), según datos de 2012.

La Alhambra de Salomón, segunda parte de una trilogía iniciada con Zawi (2006), se centra en el año 1013. El rabino Samuel inicia su viaje de exilio, tras la Guerra Civil dentro del Califato de Córdoba, en cuyo viaje, tras varios avatares, conocerá al amor de su vida, Ilbia, que con el tiempo construirá el nuevo templo de Salomón.

La historia aspira a mucho más. José Luis Serrano asegura que quiere crear la “gran epopeya andaluza”. Esta es la segunda parte de una trilogía que empezó con Zawi, inspirada en la figura de Zawi Ben ziri, fundador del reino de Granada. Aunque aún no hay título para la conclusión, el escritor asegura que se centrará en el momento histórico inmediatamente posterior a la muerte de Samuen Nagrella (Samuel Ibn Nagrella, más conocido como Ha-Naguid, fue un poeta y filósofo judío que vivió en el siglo X I D. C. en Andalucía).

Las historias que se entrelazan en esta novela, aunque inventadas, bien pudieran haber ocurrido. ¿Fue la Alhambra construida por una mujer?, cuestión planteada en el libro: “No. Eso no es un dato histórico demostrable”, pero, "¿No estará usted pasándose tres pueblos al considerar que en el siglo XI en un país islámico hay una mujer arquitecto? Pues no”. Y Serrano va más allá: “En el siglo XI en Al-Ándalus hay mujeres matemáticas, expertas en trigonometría, poetisas y por supuesto músicos”. En la imaginación queda descubrir quién diseñó la Alhambra, ya que hasta el momento se desconoce su autoría.

Para promocionar el libro el autor invitó a un grupo de periodistas a una visita guiada por él mismo a la Alhambra. Es una soleada mañana de domingo, ya bien entrado el otoño, y los periodistas, orquestados por Serrano, caminan por los entresijos de la ciudad andalusí. De tanto en tanto, este improvisado director de orquesta se detiene y explica la relación de algún símbolo o lugar concreto de la Alhambra con su libro. El escritor aclara: “Este no es un texto histórico: La Alhambra de Salomón es una novela, no una guía arqueológica. Yo soy un literato, no un historiador. Si alguien se instruye pues muy bien, pero no es esa la intención”.

Para documentarse, Serrano asegura que ha estado más de siete años estudiando la historia del reino de Granada. La idea de escribir sobre este tema surgió de su agente: “Fue un error de cálculo. Hubo una especie de boom de la novela histórica y yo acababa de leer memorias de Abdalá (Alianzal) y pensé que esto era muy fácil. Calculé que tardaría seis meses en acabarla. Finalmente fueron unos años, y además me ocurrió lo mismo que ahora. Que no es solo el trabajo de documentación, sino el de desdocumentación, es decir, cómo te libras de los prejuicios, cómo aprendes a no utilizar jamás la palabra moro, cómo sacarte de la cabeza la idea de que árabe no es lo mismo que musulmán”.

El escritor granadino, que reconoce sentirse más cómodo con el género de novela negra, se adentró en un terreno que desconocía por completo. En el caso de Zawi asegura que trabajó para la Historia, sin embargo, con La Alhambra de Salomón lo hizo para la literatura. Según explica, esto se debe a que la primera novela permite más huecos, es decir, “el desarrollo de la época del Siglo XI estaba mucho más limitado hace siete años, por los conocimientos históricos”.

La novela, como la mayoría de sus trabajos, no solo se nutre de su propia imaginación. Un buen número de amigos le acompañaron en esta aventura. Cada uno de una disciplina diferente aportó un punto de vista distinto y en ocasiones vital para el desarrollo de los personajes. “Tengo amigos que les importa mucho más la Historia que la literatura y viceversa”, asegura. Esta es una historia de historias que nunca ocurrieron pero bien pudieron ser ciertas.

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