Cuarón se impone a la gravedad cero
James Cameron asesoró al cineasta mexicano en 'Gravity'
Pocos pueden discutirle ya a Alfonso Cuarón (México DF, 1961) su condición de estrella en la dirección. Creciendo (a veces con discreción, otras con estruendo) con cada película que ha hecho desde que debutó con Solo con tu pareja, el realizador ha dejado regalos como Y tu mamá también, Grandes esperanzas y Los hijos de los hombres. Con esta última quedó claro que al mexicano no le faltan talento ni arrojo para meterse en un berenjenal de mil demonios y salir intacto.
Ahora, siete años después, presenta Gravity, la que para muchos es su mejor película (o su consagración, como prefieran), un relato en los territorios de Kubrick o Tarkovski que no es ciencia ficción, aunque se le parezca: “Me estás nombrando a los maestros, no puedo compararme con ellos, [SONRÍE]me haces sentir como un enano, como una hormiga. He querido emularlos, pero no compararme como ellos. Ya quisiera llegar yo a la trascendencia de Tarkovski pero hay cineastas modernos que están muchos más alineados con él como Sokurov, Carlos Reygadas, o Béla Tarr. Pero sí, es cierto que hubo un montón de referentes aunque espero que los más importantes no sean obvios y, desde luego, no tienen nada que ver con el espacio. De Bresson, por ejemplo, Un condenado a muerte se ha escapado y, por otro lado, El diablo sobre ruedas de Spielberg. Para Jonás [Cuarón, su hijo y co-guionista] y para mí eran experiencias fílmicas importantes: en El diablo sobre ruedas es esa persecución constante, algo que no puedes quitarte de encima y que al final adquiere tonos existenciales sin ser nunca explícito. En la obra maestra de Bresson esa idea de que los muros son más metafísicos que puramente físicos que el protagonista tiene que trascender para llegar al final… como te dije, nada que ver con el espacio”.
Cuatro años y medio (de los siete que llevaba sin dirigir) dedicó Cuarón a Gravity, una historia de una complejidad técnica sin parangón en la era moderna: “El reto de verdad fue la gravedad, cuando haces una película en gravedad cero y como metes la historia íntima en ese contexto. El guion lo teníamos, pero la gravedad cero no (sonríe). No había tecnología para hacerlo y recurrí al mejor, a James Cameron. Jim es un tipo muy generoso y empujó muchísimo este proyecto porque él empuja la tecnología al límite. Jim es un director tecnológico mientras que yo solo quiero lograr los planos que necesito y la desarrollo estrictamente para eso. Cameron se aplica en llegar al límite y en ese sentido le estoy muy agradecido. Gracias a él, en parte, puedo presumir de los planos más abiertos que se han hecho jamás: John Ford tenía esos planos donde podías ver todo Monument Valley pero yo tengo toda la tierra, si me permites ser un poco arrogante”, dice Cuarón con un poso de cachondeo en la mirada.
Gravity consigue que el 3D vuelva a ser relevante en una película y Cuarón tiene claro el porqué: “El 3D no es difícil, solo tienes que honrarlo. Hemos abusado demasiado de ello y eso se ve en muchas películas que simplemente no están articuladas, ni pensada para ser filmadas en 3D. Éste simplemente se añade a posteriori con fines puramente comerciales. Efectivamente, luego ves Pina, Avatar o Vida de Pi y ves el potencial del formato, que en realidad no es nuevo porque lo inventó en 1896 un señor llamado Lumière… A lo que voy es que no están peleados el cine y el 3D pero siempre que éste se utilice como herramienta y no como finalidad: lo malo es cuando la finalidad acaba siendo el efecto visual, y eso está pasando demasiadas veces”.
El realizador lleva ya ocho horas hablando con la prensa pero lejos de estar cansado parece que las entrevistas le proporcionan gasolina, quizás por lo que ha costado que Gravity llegue a buen puerto. “Esta película empezó en 2008 cuando se canceló: ya teníamos a Charlotte Gainsbourg y Daniel Auteuil de protagonistas pero llegó la crisis financiera y todo cayó. Le dije a mi hijo Jonás que no era momento de tirar la toalla y juntos nos pusimos a trabajar para levantar una película que ya no sería la misma. Siempre he creído que las adversidades nunca vienen solas y aquello me lo probó pero también creo que aprendemos de las derrotas y aquí estamos cinco años después”, reflexiona Cuarón, dibujando figuras imaginarias con los dedos en una mesa de cristal.
Parece buen momento para preguntar por el trazo de fábula espiritual que deja el visionado de la película: “El extremo pragmatismo es espiritual y Gravity es tan espiritual como Darwin. Así que espero que no sea religiosa. Es cierto que hay un buen número de metáforas sobre el origen de la vida: la parte fetal, las ataduras, los cordones umbilicales. En ese darwinismo veo yo la espiritualidad”.
Babelia
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