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Material industrial, acabado artesano

Construir ‘en seco’ no equivale a estandarizar las casas, cuyos elementos humaniza la mano del arquitecto

Anatxu Zabalbeascoa
Vivienda unifamiliar en El Espinar (Madrid), diseñada por el arquitecto Miguel de Guzmán.
Vivienda unifamiliar en El Espinar (Madrid), diseñada por el arquitecto Miguel de Guzmán.IMAGEN SUBLIMINAL

Ni la tecnología ni la industria entran en los solares montadas en una apisonadora. Llegan de la mano de los arquitectos, y son ellos los encargados de demostrar cómo el policarbonato, los paneles o los tableros OSB (de virutas orientadas) pueden proteger, ayudar a iluminar y hacer posible una construcción alternativa al hormigón o los ladrillos.

En la vivienda unifamiliar que el arquitecto Miguel de Guzmán ha levantado en El Espinar, un pequeño pueblo en la cara norte de la Sierra de Segovia, una técnica de construcción seca —con estructura metálica y envolvente de paneles sándwich y policarbonato— ha reducido el tiempo que ha durado la obra y, por tanto, ha rebajado también sus costes.

Todo parece fácil en esta casa que, con instalaciones vistas y acabados de pintura continua, está pensada para cambiar y para repararse con facilidad (desmontando en lugar de destrozando). La triple piel de la fachada —compuesta por paneles sándwich de tableros OSB, espuma de poliestireno extruido empleada como aislante y tablero aglomerado hidrófugo, que envuelve las habitaciones y el interior— y una cuarta membrana exterior de policarbonato proporcionan un aislamiento que recoge calor durante los días de invierno y puede abrirse al exterior durante el verano; es decir, actúa como colchón térmico.

Ese componente industrial no está, sin embargo, reñido con la naturaleza. Ha sido la ubicación del solar, en el límite del Parque Natural La Panera (en Segovia), la que ha dictado el proyecto para respetar los árboles del terreno, aprovechar las vistas a la montaña y optimizar la entrada de luz natural. Además, en esta casa la cubierta de la zona habitada es de tipo vegetal, “lo que crece en ella restituye la porción de jardín que ocupa la edificio”, explica De Guzmán.

Como De Guzmán, el estudio OAM (Oficina de Arquitectura de Málaga) quiso tratar con tacto los materiales industriales para hacer compatible la seguridad con la ventilación y la iluminación en un centro municipal que levantaron al norte de su ciudad. Una parte de la fachada de ese inmueble —que sustituye a dos antiguas naves— ha quedado cerrada por una celosía de chapa de acero perforado y, así, funciona como un patio frontal. En el interior, las particiones de policarbonato dejan pasar la luz también dentro de los despachos.

OAM y De Guzmán coinciden en defender los materiales industriales y el cuidado artesano. Sus edificios dejan claro que la industria tiene capacidad para innovar y mejorar los edificios y su construcción, pero también que el cuidado de los inmuebles no queda en manos de factorías ni máquinas. Son los arquitectos los que firman el paso de la fábrica al solar, los últimos responsables de humanizar la producción industrial.

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