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'IN MEMORIAM'

Mercedes Casla, librera de la transición

Era la mujer, y la mano derecha, y también la mano izquierda, de uno de los grandes fotógrafos de este país, Alberto Schommer

Juan Cruz
Mercedes Casla.
Mercedes Casla.ALBERTO SCHOMMER

Había lectores que iban en busca de Mercedes Casla (en Diego de León con Serrano) para sentir lo que pasa cuando quien ama los libros los conoce y los ama y los difunde con la inteligencia de un buen librero. Ella murió ayer, en San Sebastián, donde había nacido 81 años antes.

Mercedes Casla, librera sosegada y elegante, era la mujer, y la mano derecha, y también la mano izquierda, de uno de los grandes fotógrafos de este país, Alberto Schommer.

Como él recordaba anoche, sin el amor que ella le tenía a los libros, sin el conocimiento que tuvo de los autores y de la gente que iba a Estudio 2 Libros (esa era la librería), el fotógrafo no hubiera hecho aquella impresionante serie de retratos psicológicos que comenzó en Abc y culminó en EL PAÍS.

Se casaron en 1957 y aunque no tuvieron hijos, decía también Schommer, “tenemos alredor más de veinte sobrinos y muchos de ellos son como nuestros hijos”. Mercedes murió mientras dormía, a causa de una embolia. Él estaba desolado. “Creíamos que seguía durmiendo. Aterrador”.

Era librera desde chica. Al lado de su casa, en Donosti, estaba la Librería Internacional; por allí pasaba cada día, le dejaban libros. Ahí nació su espíritu de librera. Vivieron en París (donde Balenciaga quiso contar con Schommer como fotógrafo) y en Vitoria; en 1964 se trasladaron “al erial de Madrid”, a ver la Casa de Campo, “como si fuera el mar”, desde la calle Ferraz.

Estudio 2 la fundaron Mercedes y su hermana Maite, que ya falleció también. Desde la plaza de España, donde estuvo su primer establecimiento, se trasladaron a un local que había sido una carbonería, en Diego de León con Serrano. Rafael Moneo realizó la conversión “con unos materiales, madera, sobre todo, que le encantaron a Merche”. Había, recuerda Schommer y recordamos todos, una escalerita que establecía dos ambientes. Y desde el principio, a comienzos de los años setenta, en Estudio Dos Libros (Moneo añadió Libros: esa palabra sería para muchos de los usuarios el nombre verdadero de la librería) estaban los libros franceses que no se podían leer en España, además de los libros de arte, de literatura y de ensayo que distinguieron su escaparate por su manera de seleccionar. En esos escaparates no estaban los libros que ellas habían leído, o no por entero; pero sí estaban los que hubieran querido leer las hermanas Casla.

Fue, en definitiva, hasta 1995, cuando traspasaron el establecimiento, una librería sosegada y tranquila, en la tradición, aun presente, de la buena librería española.

Desde Estudios Dos Mercedes escuchó el estampido que se oyó cuando los etarras volaron el coche en el que viajaba Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973. En el anecdotario de la pretransición está la llamada de Mercedes anunciando que en los alrededores se había producido una impresionante explosión de gas. Esa fue la primera noticia, que había sido una explosión de gas.

Fue quien le puso a Schommer tras la pista de los personajes de sus retratos; y le llevó por el camino de cierto orden administrativo, “porque yo era un desastre”. Anoche recordaba Alberto otra faceta de su mujer, la gastronomía. Le gustaba la vida, sabía de vinos y de platos, le podía discutir una receta a Arzak (que era su amigo) y le gustaban los chipirones en su tinta “y últimamente nos encantaba el pulpo”. Por encima de todo, los libros. Su autor fue John Dos Passos y su entusiasmo más reciente fue para Rosa Regás, de quien acababa de leer Música de cámara.

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