‘Malconfort’
Ese concepto está reservado a los penitentes: no podían estar de pie ni podían estar acostados ni podían estar sentados

Si uno se fija en el lenguaje político que aparece en los medios, en todo lo relativo al ahora famoso caso Bárcenas, puede entender ese concepto que introduce Albert Camus en La caída (Alianza Editorial, traducción excelente de Manuel de Lope). Ese concepto es el malconfort reservado a los penitentes: no podían estar de pie ni podían estar acostados ni podían estar sentados. Estaban condenados al malconfort. Y en el malconfort se les ve no solo a los políticos que están directamente implicados en el juego del extesorero, sino aquellos periodistas que sienten el deber de defender lo que el partido del Gobierno mantiene de una manera u otra (siempre desde el malconfort) acerca del tenebroso asunto que los abruma.
Ese malconfort (como indicaba aquí Carlos Boyero) se está trasladando a voces muy conspicuas de la prensa, que acuden a las tertulias con el propósito deliberado de echar una mano. Luego están los portavoces (mundial estuvo ayer en la SER Vicente Martínez Pujalte) que ejercen la tarea de aliviar el malconfort de sus compañeros lanzando pullas contra sus contrincantes políticos. Ignoro cuántas posiciones ha adoptado el PP en estos meses que han pasado desde que EL PAÍS reveló que algo olía definitivamente a podrido en Dinamarca. Germán Yanke dijo con mucho tino (siempre tiene mucho tino Germán Yanke) en La Sexta noche el último sábado que sería bueno que el PP y el Gobierno al que sustenta se decidieran por una única versión, que la defendieran con sensatez y constancia para que los ciudadanos no estuvieran todo el día mirando a los celajes. Pero es que no pueden hacerlo: una vez que se instalan en el malconfort ya es muy difícil enderezar el cuerpo o el ánimo.
En ese libro despiadado, Camus pone en boca de su personaje esta información: “Cierta persona de mi entorno […] dividía a los individuos en tres categorías: los que prefieren no tener nada que ocultar antes que verse obligados a mentir; los que prefieren mentir antes que no tener nada que ocultar, y finalmente los que aman a la vez la mentira y el secreto”. El malconfort político proviene de no haber optado de una vez y para siempre por alguna de esas opciones. Y es que no se pueden querer tres a la vez y no estar loco.
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