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‘Hannah Arendt’, cine contra el olvido

La directora alemana Margarethe von Trotta cierra con esta película su trilogía sobre el Holocausto. Barbara Sukova encarna a la pensadora y escritora judía

Rocío García
Barbara Sukowa es Hannah Arendt en el film homónimo de Margarethe von Trotta.
Barbara Sukowa es Hannah Arendt en el film homónimo de Margarethe von Trotta.

En 1986 arrancó del olvido a la activista judía Rosa Luxemburgo, esa mujer crecida en el XIX, el siglo de las esperanzas y las utopías socialistas. Hoy lo ha hecho con otra activista filósofa y también judía, Hannah Arendt, cuya utopía se centró en el pensamiento independiente y libre. A Margarethe von Trotta, la que fuera musa de Fassbinder, ex pareja de Volker Schlöndorf y brillante representante del conocido como nuevo cine alemán, no le gustan ni los silencios ni los olvidos. Bien conoce ella las dolorosas consecuencias de ese mutismo. Gafas naranjas, bufanda colorida en tonos azules y una melena rubia más que juvenil, la realizadora alemana hace gala, a sus 71 años, de unas firmes reflexiones. “Formo parte de una generación que no supo nada de lo que ocurrió en los años de la barbarie nazi. Nos enfrentamos a un silencio total por parte de nuestros padres. No fue hasta la década de los sesenta cuando de verdad empezamos a entender lo que había sucedido y la reacción contra nuestros padres fue muy dura. Es por eso que nació en nosotros una necesidad imperiosa por preguntar y saber...” Hace una pausa y continúa: “Aunque da igual lo que pienses o preguntes porque nunca acabarás de entender como pudo pasar aquelo, como determinada gente se pudo prestar a participar en aquella barbarie”.

Mi generación se enfrentó a un silencio total”, dice la directora alemana 

Mi generación se enfrentó a un silencio total”, dice la directora alemana 

Firmante del documento de los cineastas europeos para proteger la cinematografía frente al ciclón de Hollywood, dice de sí misma que es una mujer de izquierdas —”por eso nunca he votado a Angela Merkel”— y europea convencida —”lo soy por el pasado de mi país y porque creo que una Europa unida es como una especie de flotador o salvación de cara al pasado alemán, para que nunca vuelva a ocurrir lo que allí pasó”—. Y lamenta las dificultades para vincular mentalidades tan distintas como la disciplina protestante del norte y la más alegre y católica del sur. “No se puede exigir lo mismo a unos que a otros. No se puede exigir a los países del sur la mentalidad de ahorro que impera en el norte, pero no entiendo la corrupción que impera en los países del sur, donde parece que enriquecerse de manera ilícita y no pagar impuestos es un deporte nacional. Como persona de izquierdas abogo por la solidaridad y la ayuda a otros cuando atraviesan dificultades, pero también entiendo a ese trabajador alemán que paga sus impuestos y que se rebela contra, por ejemplo, los griegos que nunca han hecho frente a sus impuestos”.

Una Europa unida es un flotador de cara al pasado alemán”

Sobre el poder que acumula Alemania en Europa, Von Trotta se muestra cauta. “Alemania está en mejor situación económica que el resto de los países europeos por las reformas que llevó adelante el anterior Gobierno socialdemócrata. Merkel se está aprovechando ahora de esa política socialdemócrata. La realidad es que, por un lado, se espera que Alemania ejerza ese poder en Europa y por otro se la crítica. Es muy complicado. La verdad es que no me gustaría estar en la piel de Angela Merkel”.

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