La escenificación de la poesía

El próximo martes 18 de junio el teatro Fernán Gómez de Madrid obrará su último milagro antes de verano. Cumpliendo con su cita mensual, la sala se despide hasta octubre de la iniciativa martes de milagro, donde la poesía pasa a ser un elemento dramatúrgico más. En esta ocasión el turno será para la lírica de Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz en Mística y poder, un montaje que enfrenta a Ana de Mendoza, princesa de Éboli, con Teresa de Ávila por el control del convento de las Carmelitas en Pastrana (Guadalajara).

La función dirigida por José Luis Sáiz nace del delirio y la ensoñación de la aristócrata durante sus últimos días de vida cautiva en el palacio de la localidad guadalajareña. Acompañados por un oboe, una flauta y, probablemente, una guitarra, los poderosos personajes femeninos se enzarzan en una disputa entre los 14 poemas que interpretarán. "Es mi visión de una discusión en la que se recriminarían el levantamiento de un convento para mostrar su opulencia, no para rezar, y el desagradecimiento ante una labor para que la religiosa esté presente en esas tierras", revela la grave voz del productor Carlos Jiménez

El proyecto martes de milagro, iniciado por la productora Arte-factor y el propio teatro, tiene como objetivo acercar la poesía al gran público camuflado bajo una función. Gracias a una sala de tamaño medio, que permite una cercanía al escenario, los espectadores asisten a una representación teatral aderezada con textos líricos y música, generalmente, en directo. "La idea era que un poeta o un movimiento poético fuesen los protagonistas de la obra. Es una forma más asequible de acercarse a la poesía", aboga Jiménez.

La experiencia audiovisual logró una gran acogida del público desde el primer momento, por lo que las tres actuaciones iniciales, pronto se transformaron en otras tres y, ahora, en parte de la programación hasta diciembre. Las cifras de asistencia, afirma Jiménez, rondan los 160 espectadores de media por pase, a excepción de Escenas de Nueva York en mayo, donde el poemario del intenso José Hierro atrajo a casi 100 personas. "En el primer montaje, el de Ángel González, se rompieron todas las espectativas, hubo gente que se quedó fuera".

La fusión entre el teatro y la poesía, la emoción y la palabra, parece natural: voces que complementan acciones, metáforas que cobran vida y, sobre todo, pasión. "Es la expresión de sentimientos del ser humano. Decir que no te gusta es como que no que no te gusta la música o el cine", opina Iria Márquez, actriz de Mística y poder. Ese distanciamiento con respecto a la lírica del gran público, apunta la intérprete, puede deberse a una lectura de poemas más ajenos, un formato lejano al que desarrollan. "No son recitales al uso con un atril. Se cuida la dicción y el juego de la voz para transmitir esas sensaciones, pero no se declama", defiende para evitar confusiones, "es ponerle carne, poner la palabra en acción".

Los martes de milagro volverán tras la pausa estival con tres representaciones más a partir de octubre de la mano de Antonio Machado, Luis Alberto de Cuenca (exsecretario de Estado de cultura en la época de José María Aznar) y Félix María Samaniego. "Espero que volvamos en 2014. Yo", anuncia Jiménez, "tengo una lista de autores para seguir trabajando. Tengo el dispotivo preparado para continuar".