Shakespeare, estrella de ‘rock & roll’
La compañía de teatro inglesa Propeller cierra el Festival de Otoño a Primavera Representarán 'La fierecilla domada' y 'Noche de Reyes'
Un montaje de William Shakespeare en el que la electricidad que se transmite desde el escenario sea tal que los espectadores se sientan como en un concierto de rock. Los 14 actores, únicamente hombres, hacen los sonidos; ellos recrean la música; logran que el asistente a la función se sienta parte de ella porque saltan de las tablas durante sus actuaciones. La ambición que persiguen los miembros de la compañía inglesa Propeller, que lleva en ruta desde 1990 con sus versiones rabiosamente contemporáneas de los textos del autor más canónico, es provocar un recuerdo imborrable de obras teatrales infinitamente representadas. Llegan por segunda vez a España y al mismo festival, el de Otoño a Primavera, en la Sala Roja de Teatros del Canal con La fierecilla domada (The Taming of the Shrew) y Twelfth Night (Noche de Reyes) desde el 5 de junio hasta el 9. Ellos también son los encargados de que se eche el telón del evento hasta la próxima temporada.
14 solo en uno. En las puestas en escena que realiza Propeller los actores también cambian el escenario con la idea de que no haya interrupciones y que la representación fluya. Caro MacKay, productora ejecutiva de la compañía, afirma que funciona “como un grupo de colegas” que desean recrear ese ambiente en el suelo que pisen. Y no parece exagerado. Solo tres de los actores, Joseph Chance, Christopher Heyward y Dan Wheeler, están presentes en la rueda de prensa de la compañía en su aterrizaje en Madrid, pero en cuestión de minutos, se nota un nosequé energético y poderoso en el aire. “Somos como un gran grupo de amigos que crean algo juntos. Estamos profundamente implicados”, asegura Heyward con entusiasmo. Lo que sucede entre bambalinas, prosigue, puede ser tan interesante como lo que queda a los ojos de los espectadores. Ensayan diariamente todos juntos de diez de la mañana a seis de la tarde y no son un individuo sobre las tablas, “se sienten apoyados”, dice MacKay.
El director artístico Edward Hall montó Propeller con un elenco solo masculino, a semejanza de lo que se hacía en la época isabelina, pero no fue esa su intención. “Las dos primeras obras representadas requerían de varones”, explica el actor Wheeler, “como un accidente afortunado”. Y así siguió la compañía. “Esto refleja bien la concepción de estas obras en su origen, un juego continuo de apariencia y de realidad”, continúa.
¿Produce esto extrañeza en el público de hoy día que no haya mujeres sobre el escenario? Al contrario, hay algo nuevo y diferente, la oportunidad de mostrar distintos niveles de significado, argumenta Heyward. Casi se quitan la palabra al responder la pregunta. “Las cuestiones de género que plasmó Shakespeare siguen siendo muy actuales”, afirma Chance. “No tratamos de representar a una mujer como es, ni ser un transexual, ni de crear una verosimilitud”, añade. Y su compañero Wheeler habla de que hacen un acercamiento a los personajes “como seres humanos”. “Esto muestra la naturaleza absurda de la sociedad que dicta que solo se puede amar a alguien de distinto sexo”, concluye.
Dan Wheeler, quien es Katherine en La fierecilla domada y Sebastian en Noche de Reyes, destaca el contraste que existe entre dos obras teatrales que tratan de las relaciones y de la identidad, de distintos tipos de amor. Si el dramaturgo inglés escribió la primera cuando estaba comenzando, por lo que “hay un ritmo más ágil, un tipo de escritura más cruda”, en la segunda, que creó en la cumbre de su carrera, “hay muchas capas que se contraponen, una mayor melancolía”.
El siguiente gran proyecto de Propeller será Total Rose Rage un maratón teatral de dos días de las cinco obras de William Shakespeare que glosan la época de los Tudor, como gran inmersión en el autor. Entre ellas, está la controvertida Eduardo III que solo ha sido representada en dos ocasiones y que Propeller desea incorporar al canon dado que Edward Hall “por la lengua, por el ritmo…”, dice MacKay, está convencido de que fue escrita por el dramaturgo.
Una época cruenta de guerra civil entre las rosas blancas y las rojas, que comienza con una historia de amor. “Edward Hall es capaz de confrontar el amor y la violencia”, comenta Chance con orgullo. Y lo hace, explica, sin pretensiones intelectuales, para que el público decida emocionalmente. Parece música más que palabras. Quizá música de rock.
Babelia
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