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ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Muti, el italiano

El director estrena 'Don Pasquale' en el Teatro Real Su afinidad con la obra viene de lejos, ya que con ella debutó en Salzburgo

Nicola Alaimo (Don Pasquale), sentado, y Alessandro Luongo (Doctor Malatesta), en el Real.
Nicola Alaimo (Don Pasquale), sentado, y Alessandro Luongo (Doctor Malatesta), en el Real.JAVIER DEL REAL

A finales de 2012 la editorial Rizzoli publicó un libro de Riccardo Muti que lleva por título Verdi, l’italiano. Las reflexiones humanistas que el director de orquesta vuelca sobre el compositor más emblemático de la ópera italiana se le podrían aplicar a él en un gran número de cuestiones. Muti representa hoy en día como ningún otro la alegría de hacer música y, en particular, refleja la pasión de la ópera italiana. Verdi en primer lugar, desde luego, y ahí están sus modélicas direcciones en la Ópera de Roma de títulos como Simon Boccanegra, I due Foscari o Attila, por citar las tres últimas óperas que ha puesto en pie allí, sino también obras a veces arrinconadas del siglo XVIII, del repertorio napolitano o afines. Obviamente en su dedicación también está el periodo belcantista, tan determinante en la estética musical italiana antes de Verdi. Muti, el italiano, pues. Por vocación y fidelidad. Por instinto teatral y por vitalidad humana.

Por otra parte, su condición napolitana militante se percibe en los guiños afectivos que tiene con nuestro país. Hay mucha historia común detrás. El año pasado eligió para su actuación en el Real un título de Mercadante de vinculación madrileña y esta temporada tenía previsto otro del mismo autor aunque de filiación gaditana, pero la fuerza del destino le ha llevado a sustituirlo por una ópera buffa de Donizetti, lo que en cierto modo también supone un homenaje a Madrid, pues no en vano el Real se inauguró en 1850 con una ópera de este compositor: La favorita.

La afinidad de Muti con Don Pasquale viene de lejos. Con esta ópera debutó en el Festival de Salzburgo, ahí es nada. Su dirección actual de la misma es de una gran madurez. No es cuestión únicamente de técnica o de sabiduría prodigiosa en el terreno de concertar las voces con la orquesta. El planteamiento buffo se escapa de las coordenadas habituales de la comicidad a ultranza, y adquiere una dimensión melancólica muy sugerente. Bien es verdad que la actuación de Nicola Alaimo es extraordinaria teatral y vocalmente para reforzar el pensamiento musical de Muti, así como el retrato sicológico que el director de escena hace de personajes como el de Norina, al que Eleonora Buratto responde con inteligencia y habilidad. Lo cierto es que, con todas las complicidades que se quiera, Muti imprime un sello musical que va más allá de las apariencias, en un estilo parangonable a lo que un director de cine como Billy Wilder logra con sus filmes aparentemente cómicos, que se convierten en análisis de la condición humana. Eso sí, se mantiene siempre en Muti la vitalidad, la sonrisa. La agudeza viene de la matización musical y su integración con una dirección de escena ajustada con incisividad a lo que se está contando, y con un equipo de cantantes que derrocha teatralidad con una calidad vocal más que suficiente. El coro Intermezzo, titular del teatro Real, estuvo como nunca en su faceta dinámica y en el canto a media voz. Con todo ello la representación transcurre sin altibajos, en un estado continuo de magnetismo, y al espectador no le queda otra opción que dejarse llevar por la música y sus circunstancias. Para más de uno este Donizetti va a ser un descubrimiento.

DON PASQUALE

De Donizetti. Director musical: Riccardo Muti. Director de escena: Andrea de Rosa. Con Nicola Alaimo, Alessandro Luongo, Dmitry Korchak, Eleonora Buratto y Davide Luciano. Orquesta Giovanile Luigi Cherubini, Coro Intermezzo. Producción del Festival de Ravenna, 2006. Teatro Real, 13 de mayo.

La orquesta juvenil Luigi Cherubini se muestra asimismo con una madurez envidiable. Son disciplinados y dominan el oficio. El director escénico Andrea de Rosa tiene sentido narrativo y dosifica los golpes de humor con prudencia. El efecto Muti, en cualquier caso, se alza como el motor de la representación. El director imparte una lección de dirección operística de principio a fin. En el sonido, en la continuidad, en la elección de los tiempos, en los contrastes, en la atención a las voces individuales y el coro, en la labor de conjunto. El público disfrutó a sus anchas. Y Muti obtuvo un éxito clamoroso.

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