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MANU CHAO / CANTANTE

“Ya acepto los chistes sobre mí”

Manu Chao, esta semana en Barcelona.
Manu Chao, esta semana en Barcelona. massimiliano minocri

Pregunta.¿Un músico que deja el mercado discográfico?

Perfil

Manu Chao, nacido en París como la Revolución Francesa, comenzó con Mano Negra recogiendo la vitalidad de los sonidos callejeros. Hoy, a sus 52 años, vive entre Fortaleza (Brasil) y Barcelona, actúa en bares —la sublimación de las calles— y sigue componiendo canciones que solo suenan en sus directos, pues no edita discos desde hace seis años. Los próximos conciertos, en Salamanca (día 14) y Rivas-Vaciamadrid (día 17).

Respuesta. ¿Por qué publicar discos? Me siento más artista que nunca, más seguro de mi voz y de mi guitarra.

P. ¿No editará más discos?

R. No lo sé. De momento prefiero tocar en bares. Llego a menos gente pero se crean ambientes mágicos. La vida real es fabulosa.

P. Pese a la globalización todo es cada vez más pequeño: salas, giras, ventas, público...

R. Sí, y buscar una solución global está fuera de mi alcance, me rindo; pero existen soluciones a escala local.

P. Deme un ejemplo.

R. El huerto. Es autoabastecimiento, trueque, relación humana, es revolución. Tocar en bares es otro ejemplo. La semana pasada toqué en tres.

P. ¿Los bares cambian?

R. Sí, ahora hay móviles. Me fastidia ver a la gente grabando, es algo desesperante, terrible para la fiesta. Hay una mesa de cinco y no gritan o bailan, graban. Y no uno para los demás, ¡graban los cinco! Tengo que escribir una canción sobre ello.

P. ¿Hace planes a largo plazo?

R. A tres meses. No más allá, el mundo cambia muy rápido.

P. Fuerce su previsión, ¿cómo se ve a los 60?

R. Mi plan es estar en forma, tener salud. Juego tres partidillos de fútbol a la semana con los del barrio y procuro comer sano. Y dejando los grandes escenarios. Con 60 años no me veo dando botes sino en los bares, trabajando más con la emoción que con el físico.

P. Si le pagan por promocionar productos ecológicos, ¿qué dice?

R. Sospecho del dinero, la publicidad es dinero. Diría que no. Ya no visto camisetas de fútbol, me cansé de borrarles la publicidad.

P. Le nombran jefe de Gobierno. Primera medida.

R. La educación. En eso se ha de trabajar mucho. Hay que rearmar la educación pública y que esta amplíe su campo de acción. Debemos educar de otra manera: alimentación, salud, consumo responsable...

P. ¿Qué le diría al Gobierno?

R. Que se está siendo muy cruel con la gente. Hay que garantizar al pueblo un mínimo de dignidad, una casa y trabajo. Si no se creará resentimiento, radicalización, rabia y, al final, violencia.

P. ¿Y a un desahuciado?

R. No sé. Le cantaría El circo caliente de Gato Pérez. No solucionaría nada pero esa es la tarea del músico: acompañar y aliviar en los malos momentos.

P. Hábleme de sustancias tóxicas.

R. El azúcar. Mata a muchísima gente y nos lo meten en todo.

P. ¿Y el peor hábito?

R. El consumismo, solo agota los recursos. Una sociedad cuya máxima es consumir tiene algo que falla. De ahí los huertos, permiten que la verdura producida sea verdura que el barrio no compra a la industria agroalimentaria. Y es mejor y más barata. Es un detalle, pero tocas los huevos más que de mani. El sistema se pone tenso cuando no compras.

P. Pero la ecología se está convirtiendo en moda.

R. Resulta tan evidente como que no te puedes plantear ningún futuro sin principios ecológicos.

P. ¿Hay comida para todos?

R. No soy un experto, pero creo que comiendo mejor, repartiendo mejor y cultivando con respeto la tierra, sí. Si el camino lo marca la industria agroalimentaria, en 20 años nos lo comemos todo.

P. ¿Cuando se comió la última hamburguesa?

R. No me acuerdo, pero también las como, ¡eh! De vez en cuando mola una buena guarrada.

P. ¿Tiene distancia sobre sí mismo?

R. Sí, he aprendido con el tiempo. De joven te tomas muy en serio, pero acabas aprendiendo a reírte de ti mismo, de lo que eres. Desde que acepto los chistes sobre mí me siento mejor.

P. Me parece que debe ser difícil trabajar con usted.

R. Lo fue, pero ahora no tanto, he aprendido a relativizar y acepto mejor los defectos de los demás.

P. ¿Sigue leyendo Le Monde Diplomatique?

R. Sí, ahí está mi padre, Ramón Chao, colaborando. Me gusta.

P. ¿Y no le deprime?

R. La lucidez siempre tiene un punto depresivo.

P. ¿Se da cuenta que habla como una persona mayor?

R. Sí claro, es que lo soy. Mayor y feliz de la vida, me siento superbien, equilibrado, en paz conmigo mismo.

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