El mexicano Solís y el argentino Aldazábal, premios Alhambra de poesía

Cuando Álvaro Solís (Villahermosa, México, 1974) se casó, el juez le preguntó su profesión. “Poeta”, respondió. “Pero, ¿de qué trabaja?”, preguntó extrañado el juez. “De poeta”. Se abrió un silencio, recuerda. “Seguro que pensó: '¡¿Y cómo va a mantener a su mujer?!'”, cuenta entre risas desde Granada. Solís recibió este miércoles el Premio Alhambra de Poesía Americana junto con el argentino Carlos Aldazábal.

Justo a la hora de la cena, en el marco del Festival Internacional de Poesía que celebra la ciudad andaluza, Solís afirma que el premio es “muy importante” para él por la figura del escritor granadino Federico García Lorca. “Es muy especial estar donde él vivió, se forjó, y en estas circunstancias que nos permiten acercarnos a otra cantidad de lectores”, asegura.

El Festival Internacional de Poesía de Granada, que celebra este año su novena edición, ha recibido más de 200 participantes, entre ellos los premios Nobel Mario Vargas Llosa, Wole Soyinka, Derek Walcott y Herta Müller.

Sobre si los avances tecnológicos han afectado al oficio del poeta, el mexicano opina que la poesía “ha demostrado su permanencia a lo largo de los siglos. Cuando uno escribe poesía, describe la búsqueda no sólo de una persona, sino de todos”.

La poesía sobrevive, cuenta Solís, quizá porque sabe esconderse. “Muchos de los poetas de mi generación son académicos y nos dedicamos a esto, pero hay muchos poetas a otros asuntos: hay poetas empresarios, poetas policías, poetas plomeros, poetas taxistas. La poesía está en todos lados”.