Emilio Huertas, promesa firme
El novillero toreó con verdad y gusto al segundo de la tarde
Tarde gris, sin viento, amenaza de lluvia y tristeza en los tendidos. Ni una novillada interesante es capaz de convocar a más un cuarto del aforo. No hizo mella en la moral de los novilleros, pero es una pena que no se haya visto a Emilio Huertas como merece su concepción del toreo. La falta de una ración de sensibilidad por parte del presidente le dejó sin un trofeo que pidió más de la mitad de los asistentes tras una notable labor con el segundo de la tarde. El novillero estuvo acertado de principio a fin. Desde el recibo de capote ganando un paso en cada lance.
Plaza de toros de Las Ventas
1ª de la miniferia de la Comunidad. Un tercio del aforo cubierto.
Novillos de El Montecillo: correctos de presentación y nobles.
Imanol Sánchez: silencio tras aviso y saludos tras aviso.
Emilio Huertas: vuelta y silencio tras aviso.
Juan Millán: saludos tras aviso y silencio tras aviso.
Vio que el novillo, noble y aunque con las fuerzas medidas, embestía por derecho. Brindó al público se fue a los medios y citó con un pase cambiado. Con la plaza a su favor planteó una faena llena de temple, buen gusto, cite cruzado y dejando muestras de tener capacidad para pisar ese sitio donde se ligan las embestidas, rematando detrás de la cadera y sin perder pasos. En resumen, hizo el toreo, el de verdad. Solo tres tandas y una más de naturales. Se fue a por el estoque, acertó y se tuvo que conformar con una vuelta al ruedo que sabe a poco tras su brillante actuación.
Imanol Sánchez no parece llamado por los caminos del arte, aunque estuvo valiente con las banderillas. Juan Millán dio sensación de estar todavía verde como para presentarse en la primera plaza del mundo.
Fue una pena porque su lote tuvo posibilidades. Segundo y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre. Primero y quinto recibieron palmas. Si con este tan buen material no se triunfa, sobran las excusas.
Babelia
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