Temblores bajo la silla de Antón Reixa al frente de la SGAE
Parte de su Junta censura que recibiera una subvención de 142.000 euros, que firmó su actual delegado en Galicia
A Antón Reixa se le acumulan los problemas. Después de solo un año (relativamente tranquilo), ya hay quien quiere moverle la silla al presidente de la SGAE. La reunión de la Junta Directiva que tendrá lugar hoy pondrá por primera vez sobre la mesa la conveniencia de su continuidad. Han sido semanas complicadas. Primero anunció que perseguiría a un grupo de socios que se ha adueñado de la música en televisión en horario de madrugada de forma “fraudulenta”. Hoy debe diseñarse una comisión que lo investigue y sancione, si toca, a los 11 implicados. La medida, despertó la animadversión de parte de su junta (por cómo había comunicado la campaña) y de un gran número de socios con mucho poder en las votaciones. Pero el trago más difícil llega hoy. Deberá explicar a la Junta por qué nombró delegado de la zona noroeste a Juan Carlos Fernández Fasero, el hombre que dirigía el organismo gallego que semanas antes concedió a su productora (Filmanova) una subvención de 142.665 euros.
Como adelantó EL PAÍS, ocurrió en octubre pasado, cuando la Axencia Galega de Industrias Culturais (Agadic), la entidad que reparte las subvenciones al sector, aprobó conceder a Filmanova Invest 142.665 euros para financiar la gira madrileña de Galicia Caníbal. O musical, un montaje ideado por Reixa sobre la movida gallega de los ochenta. La resolución está fechada el 2 de octubre. Solo 23 días después —el 25 de octubre—, el Gobierno gallego dio el visto bueno al cese como responsable de Agadic de Fasero, que pasó a ser el delegado de la SGAE en la zona noroeste de la península (Galicia, Asturias y Cantabria) en sustitución de Javier Vidal (que hoy es director de relaciones institucionales).
Reixa sostuvo en su momento que no hay ninguna relación entre la ayuda de la Xunta que recibió su espectáculo y el fichaje del entonces director del organismo que la concedió. El presidente de la entidad de gestión de derechos de autor explica que la subvención a la gira madrileña de Galicia Caníbal resulta de la aplicación de unos baremos automáticos y que no fue él quien nombró a Fasero delegado en Galicia sino que la decisión fue del consejo de dirección de la SGAE, integrado por 14 personas.
Fasero admite que, como director del organismo de la Xunta, firmó la propuesta de resolución que incluía la ayuda a la productora de la que es accionista Reixa cuando ya sabía que se marchaba a la SGAE, pero defiende que no se pudo inhibir en la tramitación administrativa. “No hay subjetividad posible, se aplican baremos automáticos y el cálculo lo hace un técnico”, señaló Fasero a este periódico.
Una portavoz de Agadic ha señalado que la cuantía de la subvención a Antón Reixa se calculó con la “aplicación estricta de los requisitos de la convocatoria”, en los que pesa especialmente “el número de personas en gira, con unos topes para su transporte, alojamiento y manutención según los destinos”. El montaje movilizó en su gira madrileña a 51 personas, entre músicos, bailarines, actores y personal técnico, según datos de la Xunta, y se llevó un 30% del presupuesto total que el Gobierno gallego destinó en 2012 a financiar la distribución de espectáculos escénicos y musicales.
Varios miembros de la Junta están que trinan con la noticia (al menos en privado). Pese a que la elección de Fasero pasó por el Consejo y se le eligió entre varios nombres, creen que Antón Reixa tiene complicado seguir siendo presidente de la SGAE si ocultó esa información. Otros, como José Miguel Fernández Sastrón (su opositor en las últimas elecciones y presidente del colegio de pequeño derecho) quieren esperar a oír su explicación hoy. Quieren respuestas convincentes o también verán difícil que pueda seguir.
Pese al runrún, cualquier intento de moción de censura o votación para apartar a Reixa tiene visos de fracasar ahora mismo. El presidente cuenta con el apoyo de los 14 miembros de su candidatura que están en la Junta y, de momento, también con el de los editores (que son ocho y votan en bloque). Solo con eso ya tendría 22 asientos de los 39 que posee la directiva. Pero la batalla se libra en varios frentes.
De fondo, el ruido de un grupo de socios relacionados con la etapa anterior, indica que si Reixa supera este conflicto, deberá prepararse para tener una asamblea de socios muy movida en el mes de junio. Entonces es cuando deberán aprobarse unas cuentas en caída libre (la recaudación, con una pérdida de ingresos del 16,1%, ha sido la más baja de la historia). Y los socios con más peso son los que más recaudan (a esos a los que ha enfadado con el asunto de las televisiones). Si las cuentas no se aprueban, todo se complicaría muchísimo.
Cuando Reixa se presentó a las elecciones de la SGAE anunció que no abandonaría sus ocupaciones profesionales. Iba a asignarse un sueldo de 70.000 euros (muy inferior al del anterior presidente, aunque la SGAE pague también su piso en Madrid) y viviría entre Galicia y la capital para compaginar ambas actividades. Con el paso del tiempo, a muchos les parece que el poder que otorga la presidencia de la sociedad no casa bien con ninguna otra faceta profesional.
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