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Fallece el dibujante Fred, uno de los grandes maestros del cómic europeo

Frédéric Othon Théodore Aristidès muere en París a los 82 años Es autor de 'Petit Cirque' y 'L'histoire du corbac aux baskets' entre otros títulos

El dibujante francés de cómic Fred en una imagen de 2012.
El dibujante francés de cómic Fred en una imagen de 2012. PIERRE ANDRIEU (AFP)

Hijo de emigrantes griegos, Fréderic Othon Aristides nació en París en 1931, y comenzó a publicar muy joven; con poco más de 20 años ya era colaborador gráfico de Ici Paris, France Dimance, Punch o The New Yorker. Su desarrollo pleno como autor llegó más tarde, gracias a su vinculación con la revista satírica Hara Kiri, de la que fue co-fundador, y donde compartió páginas con François Cavanna, George Bernier (que firmaba como Professeur Choron), Roland Topor o Georges Wolinski. En Hara Kiri, Fred fue el portadista de los 60 números, ejerció como director artístico y, además de crear sus propias historietas como autor completo. En las páginas de Hara Kiri, Fred publicó una de sus obras más queridas, Le Petit Cirque, un álbum tierno y duro, realizado como homenaje a sus padres.

Portada del álbum 'Historie du conteur électrique' de Fred.
Portada del álbum 'Historie du conteur électrique' de Fred.

El periodo más significativo de la obra de Fred se desarrolló en un caldo de cultivo muy estimulante, el de las revistas de los años 60 y 70. Tras su amplia etapa en Hara Kiri, en un periodo de censura de la revista, y tras ser rechazado por Spirou, Fred aceptó la invitación de René Goscinny de publicar en su cabecera. En 1964, en las páginas de Pilote, y liberado de la influencia de Hara Kiri, llegó el Fred más puro, el más poético y fantástico, con la primera historieta protagonizada por Philémon, el asno Anatole y el viejo Barthelemy. Como guionista, colaboró con Jean-Claude Mézières, George Pichard o Alexis, entre otros.

“Cuando hago una narración, me dejo llevar por el personaje, por una frase, por un nombre, como ‘le chat a neuf queues’ (el gato de nuevo colas), lo pronuncio y me arrastra, ya no tengo más que partir a la búsqueda”, explicaba Fred a principios de los 80, sobre su proceso creativo, que recuerda bastante a la escritura automática de los surrealistas. Gran admirador de Charles Chaplin, Lewis Carroll y el Gulliver de Swift, Fred creó en Philémon un universo de referencias oníricas, de ternura, humor y aventura embarazada de fantasía, que a día de hoy es una obra capital del cómic franco belga. Philémon se ha prolongado durante 16 álbumes, publicados por Dargaud. El último, Le train où vont les choses, se publicó en febrero de este año.

Mientras la noticia del fallecimiento de Fred, con 82 años, recorre las redes sociales y los medios de comunicación franceses, por estos pagos sirve para reafirmar lo maltratado que ha sido el autor de Philémon, Cythere l’apprentice sorcière, Hum o Le Fond de l’air est frais por los editores españoles. Ninguna de esas obras están disponibles en ediciones en castellano. Aparte de algunas historietas publicadas en revistas de los años 70, y del álbum de 1993 Historia del cuervo con bambas –todavía rastreable en algunas librerías especializadas–, Fred permanece inédito en nuestro país. Hablamos de un autor reconocido con premios como el Gran Cité de la BD de la Sorbona, el Alpha Art del Salón de Angouleme, y que, en 2012, fue homenajeado con una gran retrospectiva de su obra en este evento europeo del cómic. “Viva Fred”, ha escrito el historietista y cineasta Joann Sfar en Twitter, al enterarse de la triste noticia.

La extrañeza que produce la obra de Fred proviene de esa extraña síntesis entre un estilo espontáneo de humorista, con una cierta melancolía –Historia del cuervo con bambas surgió de sus experiencias como enfermo depresivo–, con el aliento visionario de sus imágenes. “En la mesa de dibujo me olvido de todo, sigo la historia” reconocía. “Cuando he acabado, quedo siempre sorprendido por la coherencia, por la propia elaboración. Como si yo hubiera seguido una dirección muy precisa, cuando de hecho tenía la impresión de dejarme conducir”.

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