Depeche mode: “Hemos hecho carrera de la melancolía”
La banda publica su primer disco en cuatro años y anuncia la gira que pasará por Bilbao en julio
El decimotercer disco de Depeche Mode, Delta Machine, publicado ayer, es un álbum oscuro y cargado de efectos experimentales sobre la acreditada disposición formal del pop o del blues. Menudo y sonriente bajo los rizos de siempre, el teclista y compositor de la banda Martin Gore recibe a EL PAÍS, ya sentado con dos periodistas internacionales, en una sala de su lujoso hotel berlinés. La amabilidad británica de su trato y su ropa de buen corte y colores suaves contrastan con los desenfrenos melancólicos y atormentados de sus composiciones desde hace tres décadas. Pero a los 51 años, superadas adicciones diversas y dejados atrás los flirteos con la muerte del cantante Dave Gahan (sobrio desde 1997), sus canciones más recientes siguen chorreando penumbra por los altavoces. En la vida de un veterano hombre de familia que ha triunfado vendiendo decenas de millones de discos, ¿queda espacio para la melancolía? Riendo, Martin Gore lo admite: “Hemos hecho carrera de la melancolía”.
La influencia del blues en su música, dice Gore, se percibe con claridad desde tan lejos como su enorme éxito Personal Jesus, que escribió en 1989 para el disco Violator. Pero tampoco en Delta Machine “todas las canciones tienen aires de blues electrónico”. La ambición del disco es “ofrecer una imagen coherente” para que funcione “como una pieza completa”.
Esta fue una de las contribuciones del legendario productor Mark Ellis, conocido como Flood, con el que Depeche Mode no trabajaba desde Songs of faith and devotion (1993). Delta Machine, explica Gore, es una referencia a esta mezcla entre blues y electrónica, así como a sus herramientas de trabajo: “Usamos un montón de máquinas para producir lo que hacemos, pero también elementos que llamaría orgánicos”. A diferencia de entonces, cuando buscaban siempre los medios electrónicos más vanguardistas, la abundancia tecnológica de hoy obliga a ponerle un límite, porque podría “llevarte a pasar una eternidad haciendo un disco”.
En todo caso, escuchar sus viejos álbumes les lleva a admitir que han “atravesado una barrera” que los convierte en “buenos”. “Ya sabes, en hombres maduros”. Añade guasa a su voz y ríe con dos golpes secos y sordos. Aun así, la banda se alegra de que “en los directos siempre se ve una concurrencia de edades muy variadas”. “Sin ánimo de ofender a nadie, la verdad es que tocar solo para gente de nuestra edad sería muy deprimente”. Quizá sea tan solo que su música parece eternamente rejuvenecida. Cada vez que sale un disco de Depeche Mode, se sorprende Gore, “los periodistas salen preguntando qué opinamos del nuevo revival ochentero”. Solo espera que más pronto que tarde las tendencias la emprendan con los sonidos de los años noventa.
Martin Gore: Tocar solo para gente de nuestra edad sería muy deprimente
Sea como sea, el nuevo vídeo de la banda, el del sencillo Heaven, se ha interpretado como un homenaje a los tiempos en los que fueron héroes de la subcultura gótica. Gore se encoge de hombros y descarta cualquier intención. “No es tan oscuro como lo que hacíamos entonces”. Cuenta que, cuando la banda viajaba por el bloque socialista antes de que cayera el Muro, llamaban a sus aficionados “el enjambre negro”, por su ropa y por su maquillaje. “Cuando te rodeaban los fans, era como si se pusiera el sol”.
Dice que el trío no “escucha sus viejos discos”. “Al menos, siempre que pueda evitarlo”. Los presentes se echan a reír, pero él se pone serio: “¡Es que a veces no nos queda más remedio!”. Por ejemplo, cuando toca preparar la lista de canciones para una gira como la que Depeche Mode está a punto de acometer por medio mundo y que les llevará a Bilbao el 11 de julio como cabezas de cartel del festival BBK Live.
Depeche Mode siempre ha contado a David Bowie entre sus principales influencias. Explica Gore que escuchar por primera vez el reciente sencillo del solista británico Where are we now? le puso un tanto melancólico. “Me entristeció de veras, porque todo sobre lo que él canta son cosas que hacíamos nosotros entonces en Berlín”. Como Bowie, aunque en los ochenta, Gore vivió un tiempo en la capital alemana. Y como sucede con Bowie, y con Depeche Mode, las cosas han cambiado un tanto por aquí. “En este tiempo Berlín se ha convertido en una de las primeras ciudades de Europa, tan moderna”, suspira.
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