Vamos a ver al mago, el mágico mago de Oz
Con casi 75 años, 'El mago de Oz' sigue siendo una recomendación segura
Cuando en 1900 se publicó en Chicago la primera edición de El maravilloso mundo de Oz, sus autores, el escritor Lyman Frank Baum y el ilustrador W.W. Denslow, poco podían sospechar que, con el tiempo, esa pequeña obra se iba a convertir en un gran clásico de la literatura infantil. Es verdad que desde muy pronto el libro fue un completo éxito. Tanto que Lyman Frank Baum escribió sucesivamente otros trece relatos sobre Oz y sus personajes, pero ni en sueños se imaginó nunca que, más de un siglo después, su entrañable cuento seguiría vigente. Prueba de ello es que, a principios de este mes, llegó a las pantallas Oz, un mundo de fantasía, una precuela dirigida por Sam Raimi, el director de Spider-Man.
Para no perder de vista los orígenes de esta gran popularidad, mañana sábado TCM emitirá una copia remasterizada de El mago de Oz, el clásico dirigido por Victor Fleming en 1939 y con Judy Garland encabezando el reparto. Uno de los filmes más famosos de la historia del cine y que contribuyó, de manera determinante, a que el libro de Baum se convirtiera en inmortal. Gracias a esta cinta, personajes como el hombre de hojalata, el espantapájaros sin corazón, el león cobarde o la bruja del norte se convirtieron en iconos de la cultura popular. El camino de baldosas amarillas, en una metáfora mil veces repetida, y la canción Over the rainbow, en uno de los temas más versionados de la historia de la música y el cine.
Antes de que Judy Garland se calzara los famosos chapines rojos de Dorothy, Hollywood ya había realizado varias versiones del cuento de Lyman Frank Baum. Eran películas mudas y en blanco y negro, así que la Metro Goldwyn Mayer decidió dar un nuevo giro a la historia, añadir música y canciones y rodar en Technicolor. La película supuso un hito estético. Su paleta cromática señaló un antes y un después. Una road movie que, a lo largo de los años, ha dado pie a un sinfín de lecturas -desde las más clásicas a las más pop- , y cuyo guión, además, ha dejado algunas frases míticas que todo aficionado al cine ha incorporado a su idioma de forma natural. Diálogos como el “me parece que esto no es Kansas” o el “se está en casa como en ningún sitio”, que pronunciados con la voz y el gesto ingenuos de Dorothy alcanzaban una especial dimensión. Todo un clásico que nunca envejece y que, al menos hasta ahora, ninguna de las versiones posteriores ha logrado superar.
Babelia
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