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Un arte mágico

La fotógrafa Marisa Flórez recoge la pasión de la tauromaquia en un libro a través de 30 fotos

Ángel S. Harguindey
Plaza de Valdemorillo, 4 de febrero de 1987.
Plaza de Valdemorillo, 4 de febrero de 1987.Marisa Flórez

Escribió el extraordinario cronista Joaquín Vidal que "de la barrera abajo todo es misterio y soledad". Pues bien, esa frase tiene su correspondencia gráfica en la portada de este catálogo de Marisa Flórez, en ese gesto solitario poco antes de salir al ruedo. Ahí está el maestro poniéndose la montera por el mundo: tréboles de cuatro hojas y corazones, adornos sencillos a los que la oportunidad de la fotografía añade un toque misterioso. Va a comenzar la fiesta, pero para los espectadores de esta exposición la fiesta comenzó con el clic de la cámara de la periodista y quedará para siempre. Es la eternidad del instante.

"Las mejores fotografías son las que hacen grandes los pequeños detalles", comentó en su día la autora de Toreros. Y si para muestra sirve un botón, observen con atención al gran Curro Romero, semidescalzo y desarmado, con la mano derecha entre la rogativa y el saludo y todo el terror del mundo en la mirada. ¿Qué le diría al toro para que frenara en seco su inicial carrera y ni siquiera le rozara? Seguro que fue una frase corta, pues sabido es que el faraón de Camas es parco en palabras, pero debió de ser de tal intensidad que el morlaco decidió indultarle. Y gracias a la cámara de Marisa Flórez, el inaudible diálogo entre el artista y la bestia quedó grabado para siempre.

José Bergamín, por su parte, dejó escrito que "el arte mágico y prodigioso de torear tiene también su música (por dentro y por fuera) y es lo mejor que tiene. Música para los ojos del alma y para el oído del corazón". Pues bien, esta colección de fotografías rebosa musicalidad por los cuatro costados, sin distinción de géneros ni épocas: desde el romanticismo absoluto de un Antoñete herreriano vertical y sobrio, o la fuerza de la estocada de El Juli, a la charanga de un Jesulín de Ubrique montado a lomos de un jamelgo en una plaza en la que sólo se permitía la entrada a las mujeres. Schubert para el maestro con pelo de plata y azabache, Chaikovski para el precoz madrileño y Paquito el Chocolatero para el padre de Andreíta. Música al fin y al cabo.

Fiesta y duelo, melancolía y grandeza, todo se refleja en estas 30 fotografías. De Morante de la Puebla al circunspecto Joselito esperando a Godot en el estribo, o la virtud de un Curro Vázquez con los cinco sentidos puestos en el bicho de enfrente. Hasta las chimeneas de Valdemorillo se alinean de tres en tres para no desentonar de las cuadrillas. Lo sorprendente de su estilo es que, pese a que el periodismo, por el conocimiento cotidiano de los protagonistas -con lo que conlleva de desmitificación-, tiende al escepticismo, ella sigue manifestando un profundo respeto por los toreros y por su oficio. No hay en estas fotos el menor detalle de distanciamiento hacia sus personajes. Tampoco le tiembla el pulso en los momentos dramáticos de las cogidas. Cuando todos se tapan las caras con las manos, miran para otro lado o sienten arcadas si son japoneses, Marisa dispara su cámara aunque la procesión vaya por dentro. Trompicones, volteretas, pinchazos, desgarramientos...: la sangre y el arte, como dijo el maestro Vidal.

"Una buena foto de prensa debe llamar la atención por algo diferente que haga pensar", dijo Flórez en su día. ¿Qué pensaría El Cid cuando decidió ponerse la muleta por montera?, ¿qué le explicaría el altivo Paula a Roberto Domínguez? Por cierto, fíjense en la mano derecha del de Jerez: toda ella es pura tauromaquia.

Otro denominador común de todas las obras es la seriedad: en la arena no se ríe ni Dios. Para encontrar una sonrisa hay que vestirse de civil o dar la vuelta al ruedo con flores, botas de vino, sombreros mexicanos y hasta conejos y gallinas vivos. Pero antes y durante el encuentro, ni una alegría.

Pasen, vean y disfruten de esta estupenda selección de fotografías de quien lleva más de 30 años en el oficio. En definitiva, contemplar Toreros es, también, conocer mejor a Marisa Flórez, una artista con tanta y tan extraordinaria obra a sus espaldas que se pueden exhibir varias exposiciones temáticas a la vez: desde el tiempo de la mujer a la memoria de la transición política o a este excelente homenaje a los Cúchares.

* Toreros, de Marisa Flórez, se expuso en la Sala Expometro, de Madrid, del 2 de mayo al 7 de junio de 2009.

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