Una mirada actual a la pintura de siempre
La galería My name's Lolita celebra su 25 aniversario con la exposición 'Un aire de familia' La muestra colectiva bucea en los fundamentos de la figuración posconceptual
Para celebrar su cuarto de siglo, la galería My name's Lolita se ha preparado una fiesta sorpresa. Tan sorpresa que ni siquiera su propio director, Ramón García Alcaraz, sabía que estaba de cumpleaños. A propuesta de uno de los artistas a quienes representa, Paco de la Torre, y en colaboración con Almudena Baeza, hace un año comenzó a preparar una colectiva con obras de artistas propios y ajenos al espacio, con el nombre de Un aire de familia. “Echando cuentas, me percaté de que coincidía con el aniversario”. Y así, sin guion, le ha salido una muestra (abierta en febrero y marzo) con la que festejar estos 25 años y hacer balance de lo aprendido. “Es el mejor regalo, porque es una visión de todo este tiempo como galerista, con diferentes posturas sobre cómo abordar la figuración”. En paralelo, y también planteada a partir de las investigaciones de De la Torre y Baeza, la galería madrileña Estampa presenta entre el 23 de febrero y el 23 de marzo una exposición complementaria, Derivas de la nueva figuración madrileña, que repasa las claves de aquel movimiento surgido en la década de los setenta, y que se acompañará de una mesa redonda en la Universidad Complutense, el 26 de febrero.
Venida al mundo en Valencia en 1988, My name's Lolita lleva instalada en Madrid (Calle Almadén, 12) desde 1996. Ya en sus orígenes la vocación era clara: mostrar las creaciones de artistas emergentes centrados en la pintura figurativa. Toda una apuesta en aquella época de dominio de la nueva abstracción, en la que no pocos la tildaban de arcaica. “Surgió como una experiencia intelectual, porque en ese momento no tenía interés como negocio”, explica García Alcaraz, que por entonces trabajaba como profesor de Historia del Arte. “Era un espacio para que jóvenes artistas de entre 19 y 21 años se agruparan para manifestar nuevas posturas frente al oficialismo internacional”.
En este tiempo no solo un buen puñado de creadores españoles han madurado al abrigo de la galería. También, el interés de público y crítica por esta pintura ha ido aumentando. “Ya desde la edición de 1990 de ARCO noté que el incipiente coleccionismo español le echaba una mirada de interés”, señala. Remontándose cuatro décadas, la exposición repasa el periodo de efervescencia de un estilo en el que “se observa individualidad propia, con una visión diferente en las fuentes en que se inspira”, que varían del pop a la metafísica italiana, el surrealismo o el expresionismo.
Esa singularidad, que dieron forma creadores como Chema Cobo o Guillermo Pérez Villalta en los setenta; otros como Dis Berlin, Antonio Rojas, María Gómez y Ángel Mateo Charris en los ochenta; y a partir de los noventa Juan Cuéllar, Paco de la Torre, Damián Flores, Joël Mestre, Teresa Tomás, Elena Goñi, Fernando Martín Godoy o José Miguel Pereñíguez, todos incluidos en la muestra, tenía también un cierto halo de homogeneidad. De ahí el nombre, Un aire de familia, que busca bucear en los fundamentos de la figuración posconceptual y sus derivas presentes. “Ahora hay posturas más frescas, en las que el dibujo se plantea como una cuestión fundamental”, explica el galerista. “Y ya no hay pudor de que piensen que puede ser anacrónico o conservador”.
Una vez sorteado el rechazo inicial a la figuración, el mayor escollo con el que el galerista recuerda haberse topado en estos 25 años fue su exclusión de ARCO en 2007, junto a otra decena de galerías madrileñas. Además del perjuicio económico, García Alcaraz asegura que aquella salida de la feria, que coincidió con la marcha de Rosina Gómez Baeza de la dirección, “sentenció al silencio artístico a una parte de artistas españoles que estaban representados por esas galerías”. La angustia de verse sin un hueco en el mayor escaparate de la creción contemporánea en España se transformó no obstante en alivio poco después: “Apareció [la feria de arte emergente] JustMad para recoger a los descolgados, y fue un gran flotador para evitar el hundimiento”, recuerda. “Además, al ser de capital privado, como otras ferias internacionales, la convivencia es más abierta, plural y transparente”.
De cara al futuro de su espacio “al viejo estilo”, García Alcaraz reivindica una pronta ley de mecenazgo, que el gobierno del PP prometió que llegaría durante esta legislatura. “Es importantísimo, todos la estamos esperando, y creemos que es por deber, porque no se puede gravar la cultura”. También reclama el reconocimiento a los mayores por parte de las jóvenes galerías que, dice, se caracterizan por una carencia de línea estilística e intelectual entre sus artistas y la falta de implicación como agentes de cambio político y social. “Las nuevas generaciones de galeristas no están comprometidas”, reflexiona, “su mirada es más agresiva, de ejecutivo, pero eso es algo que también está unido a los tiempos que corren”.
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