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Cinco formas de vivir el apocalipsis

El valenciano Paco Zarzoso presenta su última obra en el Valle-Inclán de Madrid Los protagonistas de 'Hilvanando cielos' se enfrentan a un inminente fin del mundo

Los actores de 'Hilvanando cielos', en un momento de la obra.
Los actores de 'Hilvanando cielos', en un momento de la obra.Jordi Pla

El mundo se va a acabar en seis meses y cinco miembros de una familia acuden a pasar sus últimos días en una casa en el campo. Así comienza Hilvanando cielos, producción que estrenó ayer el Centro Dramático Nacional en colaboración con la compañía valenciana Hongaresa. La obra, con texto y dirección de Paco Zarzoso (Puerto de Sagunto, Valencia, 1966), se podrá ver hasta el 24 de febrero en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.

Ante el inminente apocalipsis, los miembros del clan huyen de la histeria de la gran ciudad y corren a refugiarse al hogar del más anciano de la familia, veterano actor de teatro. "Es una tragicomedia que da comienzo en una noche de verano idílica, con grillos en un jardín poblado de jacarandas", explica su autor y director, que formó la compañía en 1994 junto a Lluïsa Cunillé y Lola López –la madre de familia en Hilvanando cielos–.

La situación idílica dura poco: los perros guardianes del refugio mueren brutalmente y se desencadena un conflicto en el que los personajes comienzan a atravesar situaciones fuertes y extremas. "La noche se transforma en una pesadilla y, sin quererlo, los cinco se convierten en portavoces del apocalipasis.", explica Paco Zarzoso. "No son cinco maneras de morir, sino de aferrarse a la vida".

Luis Campos, que ya hizo el papel cuando la obra se representó en 2011 en Buenos Aires, interpreta el personaje que "produce un encantamiento en el resto de miembros de la familia", según palabras de Lola López. A lo largo de la obra, se pone en la piel de personajes que ha interpretado en su carrera, convirtiéndose en un trasunto del Rey Lear shakesperiano. Él se enfrentará al resto de la familia, a la que cuestiona sus pequeñas decisiones en los últimos momentos de la humanidad.

Su punto de vista ante el mundo –o ante el fin del mismo– se opone al de su hijo, que interpreta Carles Sanjaime. Los dos son actores, pero si bien el patriarca "encarna el juego de las máscaras y del teatro", su hijo, famoso por sus apariciones televisivas, representa el carpe diem del que se sabe ante los últimos días.

“La gran paradoja de los personajes es que todo sigue igual, siguen trabajando y comportándose de la misma manera”, explica el director. La madre de la familia, arquitecta, aun sabiendo que el fin de la humanidad está próximo, sigue trabajando en un edificio que nunca se construirá y la enigmática hija adolescente de la pareja, Cordelia –personaje que interpreta Mireia Sobrevela– sigue a medio camino, por sus acciones, entre la niñez y la edad adulta. El elenco lo completa la actriz Ruth Atienza, que encarna a la vecina de la familia.

La obra nació de un encargo del Teatro San Martín de Buenos Aires, espacio en el que fue representada en 2011 con gran acogida por parte de crítica y público. Paco Zarzoso estaba interesado en reflejar el plano más metafísico y poético de los personajes, patente en las partes más alucinatorias del texto. “La idea de los personajes surgió de un taller de escritura que impartía en Valencia”, explica Zarzoso. “Vimos que grandes personajes de la literatura o del teatro, como los de Tennessee Williams o el mismo Woyzeck siempre estaban ebrios. No solo de alcohol, también borrachos de poder, de sexo. Como los personajes de Hilvanando cielos, en cualquier momento pueden arder y desde la ebriedad son capaces de decir las verdades más poderosas”.

La obra remite al filme Sacrificio de Tarkovski, también apocalítptico, o, incluso al Berlanga más tragicómico. De él, el director se queda con su capacidad “para reírse de lo más terrible y de hacer de lo más banal una tragedia”.

Puede que no haya redención posible ante el final de los personajes. Pero igual que deja claro el abuelo en un momento de la obra, pidiendo un cambio de rumbo desde las pequeñas acciones, “ya es hora de atender el descduidado jardín” por el que nos movemos diariamente.

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