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opinión
Columna
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‘Minable’

David Trueba

Se equivocó el primer ministro Ayrault al tildar de “minable” la decisión del actor Gérard Depardieu de instalarse en Bélgica para eludir el aumento de la fiscalidad en Francia. Minable viene a decir despreciable y si algo se ha ganado el enorme actor en su carrera es el aprecio. Las mil y una ficciones que lo han engordado convierten al actor francés en un mito. Su apoyo a Sarkozy, incluida la comprensión con algunas de sus empresas, ya decantaba sus opiniones políticas. El exilio contable es la deserción del siglo XXI. Así como pagar los impuestos es la única forma creíble de eso que antes se llamaba patriotismo. Menos banderas, pues, y más hondear las declaraciones de la renta.

Cuando el dueño de Louis Vuitton amenazó con irse de Francia hubo un temple crítico. Francia debe mucho a su Vuitton o su Moët, pero también aquellas marcas le deben algo a su lugar de origen. Porque ser francés suma un plus, y nunca mejor dicho, a cualquier producto de lujo. Prueben a vender ropa, bolsos y espumosos de alta calidad diciendo, por ejemplo, que son de Cantalejo del Jarama. La deserción no se combate con insultos, sino con talante seductor y, aún mejor, con argumentos sólidos de justicia social para la economía doméstica.

El lamento mayor que escondía detrás ese “lamentable” del político francés era pensar que se evaden de una tacada Cyrano, Obélix, Danton, Martin Guerre, Marin Marais, Rodin y hasta el coronel Chabert. Solo se le va el actor, ese que acostumbran a ver de borracho excesivo, incorrecto pero libre como su hermosa carta de adieu, con escondida fragilidad tras el aire de hipopótamo, que ya perdió un Oscar porque saltaron a la prensa puritana americana sus desmanes juveniles y a la industria le gusta dejar claro en un letrero que todo parecido de la ficción con la realidad es pura coincidencia. Los equilibrios contables están rompiendo las costuras, por arriba y por abajo, en buena parte de Europa. Los que abandonan el barco tienen sus razones. Los que no pueden hacerlo soportan algo más duro. El equilibrio se complica más cada día. Hollande tendrá que contrapesar la deserción de un gigante mostrando la utilidad de su política para el bien común.

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