Una canción de 40 minutos
El grupo pop Antònia Font presenta su nuevo trabajo, condensado en píldoras sin estribillo
No tienen nombre. Ni pretenden ponérselo. El grupo mallorquín de pop Antònia Font despide 2012 con Vostè és aquí (Robot Innocent Companyia / Discmedi), un disco de 40 canciones de no más de dos minutos y medio o una canción de 40 minutos. Allá cada uno cómo quiera interpretar este artefacto musical que en cada píldora es capaz de contar una breve historia y retorcer el género hasta desmenuzarlo en 40 trocitos. “En una canción más o menos larga todo está condicionado”, dice Joan Miquel Oliver, el genio compositor de la banda. “Sin embargo, hay un montón de ideas musicales que en un minuto se pueden desarrollar”.
El objetivo era no dejarse nada en el cuaderno de solfeo. En sus palabras suena a sueño cumplido de todo músico: “Por fin voy a poder hacer un poco de todo y no pensar: ya si eso para el próximo disco”. En los altavoces o los cascos, es un camino de melodías pop interminable y armonioso en su desarrollo. “Sabía que muchos de los temas que estaba componiendo no iba a acabar sonando en la radio como single, pero para eso hay 40 ejemplos, como pasa en Abraçades son pastilles, un minuto y medio de corcheas rápidas, donde Pau casi ni puede respirar”, explica Oliver ante la sonrisa tímida de Pau Debon, el cantante. “El formato corto te permite maneras de cantar que a lo mejor en tres minutos y medio se hacen hasta desagradables”, apostilla, “esta es la idea: buscarle la gracia a sonidos diferentes como el falsete de Polaris”.
Vostè és aquí localiza el oído en un mapa de metro de tres líneas de canciones que, aunque perfectamente estructuradas en la portada del disco, atraviesan sin piedad estilos y estructuras musicales. “La finalidad de este trabajo no es un capricho, sino abarcar el espectro total de lo que se puede hacer con una banda de pop en un CD”, plantea Oliver. El experimento es tal que los músicos se atreven a afirmar sin medias tintas que “este disco no tiene ritmo, el devenir lo pone cada uno”.
Antònia Font da las pistas para acercarse al mundo a través de la suma de unas cuantas ideas poéticas que salen de la cabeza de Oliver, antes librero, escritor, productor de discos ajenos -Jaume Sisa- y propios en solitario, además de haber colaborado con Albert Pla. Tampoco hay estribillos –“al componer la primera estrofa suele salir sola, el problema es continuar, en este disco no he tenido ese problema porque no he pasado de ahí”, afirma el compositor-, y aparecen hasta cuatro idiomas –sigue ganando el catalán y sin necesidad de arenga torera-.
En cada suspiro, una historia, porque están convencidos de que “hay ideas muy bonitas en un formato pequeño que en uno grande no funcionan, como pasa con el tamaño de un cuadro de un bodegón y otro de un paisaje”. A fin de cuentas: “un disco normal”, dice Debon. “Experimentar no tiene por qué ser raro, requiere un poco más de esfuerzo que un disco de 12 canciones, pero al final no es chocante”.
Su próxima idea es hacer un disco con tres o cuatro canciones muy largas. “Sonará a tontería, pero no tiene nada que ver, no hay ni una sola idea de este disco que me pueda servir para un proyecto así”, avanza Oliver. Antes de que se produzca la nueva genialidad, Antònia Font toca esta noche en el Matadero de Madrid en el festival Primavera Club y mañana, sin moverse de cita, pero sí de ciudad, lo hará en Barcelona en el teatro Arteria. Un apunte, los primeros encuentros con el público reconocen que no fueron muy satisfactorios. Cinco tipos, 40 canciones de dos minutos y a casa. Ahora han aflojado un poco y hasta hacen bises con temas anteriores.
Babelia
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