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La venganza del tango

El género se sacude el polvo de la tradición y apuesta por una renovación total a través de nuevas formaciones emparentadas con el rock

Al menos desde 2004, en el porteño barrio de Almagro, el tango se saca el paltó de la ortodoxia, se afloja la corbata del formato y se levanta el mohicano de la transgresión para experimentar una consecuente cita con el vértigo del punk. Después de la creación de su propia sala, los miércoles, al igual que los primeros y tercer sábados de cada mes, los conciertos de la Orquesta Típica Fernández Fierro se transformaron es un exorcismo de los estereotipos, el Titanic a punto de encallar, la demostración de que la avanzada de músicos argentinos sub 40 consiguió lo inimaginable: inyectarle vitalidad al lenguaje del género del dos por cuatro. “Crecimos como artistas de tango, pero nos criamos con la forma de vida del rock. Una cosa no quita la otra”, asevera Yuri Venturín, contrabajista del combinado creado en 2001. “Nadie anda con el pelo engominado, y el que lo hace intenta reflejar una estética que era habitual en el pasado. Justamente lo contrario a lo que deseamos representar. Vivimos el día de hoy de la misma forma que lo disfruta el resto de la gente de nuestra generación”.

Pero no fue en la adolescencia, el periodo del rompan todo, de la quebradura del cordón umbilical de las tradiciones, que los integrantes de la Típica Fernández Fierro se rebelaron contra el tango, sino, paradójicamente, a partir de la creación de la orquesta. “Se convirtió en una especie de reacción ante la situación estática en la que se encontraba el género”, explica el también director musical del conjunto. “Ante la mierda que nos mostraban acerca de esta expresión de la música rioplatense, pensamos que nos tocaba concebir algo verdadero”. Y bien que lo hicieron. “En un momento de nuestras vidas, empezamos a escuchar y a entender profundamente todo lo que se puede hacer con este estilo porque alcanzó un desarrollo interesante. Si bien ese es el lado racional, el otro, el pasional, nos impulsó a enamorarnos del género, y a recordar que es de Buenos Aires, al igual que nosotros. Muchos comenzamos en otras tendencias, y seguimos en ellas. Sin embargo, cuando uno se inicia en el estudio del tango, y lo escucha más seriamente, es medio difícil dejar eso de lado”.

A pesar de que a Vicente Greco se le achacó la creación de la nomenclatura de orquesta típica, Juan D’Arienzo, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli y Osvaldo Pugliese inmortalizaron las alineaciones de entre ocho y 12 músicos características del formato. No obstante, la Fernández Fierro, cuya columna alcanza la docena de integrantes, es el nombre más célebre de entre los conjuntos contemporáneos relacionados con ese concepto grupal. “Es la formación que nos atrajo y que sigue interesándonos, por las posibilidades que dio y que le sigue brindando al género”, revela Venturín. “Además, es la que suena más fuerte, sin ningún tipo de rodeos. Esa intención de hacer ruido, quizá adolescente y consecuente con el rock, sigue vigente en nosotros. Y la orquesta típica lo deja una vez más de manifiesto. Cuando creamos la agrupación, estábamos muy cautivados por la propuesta de Osvaldo Pugliese. Si te gustan los Rolling Stones, seguramente vas a tratar de tener una banda con dos guitarras y ese mismo sonido. A nosotros nos pasó lo mismo. Ese fue nuestro punto de partida”.

Aunque la canción ya no es la misma. “A los géneros populares lo que les da identidad es el ritmo, y nosotros eso, sin duda, lo tenemos”, describe el contrabajista. “Pese a que nuestro estilo está inspirado en Pugliese, los cambios más importantes que tienen las composiciones que hacemos son desde el punto de vista formal. En el tango canción que realizamos, siempre subyace la vertiente instrumental. Es como si sonaran dos tangos a la vez, uno vocalizado y otro instrumental que acompaña al tango canción. Esto no se hizo en el pasado, lo concretamos porque nos resulta interesante, productivo y entretenido”. Sin embargo, a diferencia de buena parte de los activistas del género, el repertorio de la Fernández Fierro no redunda en lo evidente. “Es compuesto por los miembros del conjunto o por algunos compositores contemporáneos. Ha habido algunos músicos que nos han dado sus palabras de apoyo como es el caso de Daniel Binelli, quien un par de veces tocó con nosotros. En general, los pocos ortodoxos que se pronunciaron lo hicieron de manera positiva”.

Si bien es cierto que el tango tuvo un impulso en Argentina, a comienzos de la década pasada, de la mano de una flamante progenie de artistas e intérpretes que invocaron a la corriente sonora rioplatense a través de nuevas variantes expresivas, la Orquesta Típica Fernández Fierro marcó distancia con respecto al resto de los artífices. “Nosotros no nos enganchamos con este auge, fue al revés”, expedita Yuri. “Se dio la conjunción tras la practica del género de manera sincera, buscando hacer música en serio y sin seguir ordeñando la vieja vaca. Muchos exponentes, a partir de mediados de los noventa, empezamos con esto, y fue determinante para que hoy en día, 15 años más tarde, exista este actual interés por el estilo, que no creo que sea masivo en Buenos Aires. De hecho, es bien under. Pero no deja de ser interesante. Hay un festival de tango en la capital argentina, organizado por el gobierno local, que cada vez más apunta hacia la derecha. Con un encuentro de una vez por año, elitista y menos interesante, la iniciativa se tornó anecdótica. A lo que contribuyen es a la falta de espacio popular”.

No obstante, la iniciativa que albergó inicialmente las calles del tradicional barrio de San Telmo, encontró refugio en el Club Atlético Fernández Fierro, la sede de la orquesta. Ante el tango for export que pululaba en la ciudad, con bailarines pirotécnicos y cenas ostentosísimas, la propuesta era lo más cercano a un squat berlinés. “Salió de la necesidad, como todo”, señala el director musical del colectivo. “En 2003 estábamos en la calle, y el público nos preguntaba dónde tocábamos. Realmente, los lugares en los que lo hacíamos eran milongas que no contaban con la infraestructura necesaria para ofrecer un buen show. De ahí surgió la inquietud, también inspirada en los grupos de teatro que tenían un lugar propio, para conseguir un espacio”. Y luego de eso, llegó la radio, la CAFF, que se transmite vía Internet. “Fue otra necesidad. En las radios hay muy pocos espacios donde se escuche el tango que se hace hoy en día, exceptuando el programa Factura expuesta o en nuestra estación. El ambiente sabe que existe, nos hacen llegar las nuevas producciones, y las subimos”.

Después de foguearse en la calle, de prenderle fuego a un gramófono para hacerlo su logo y de tirar un piano desde un puente para inmortalizar la escena en la tapa de uno de sus álbumes, la Orquesta Típica Fernández Fierro prepara su nuevo título de estudio, el quinto de una discografía que comenzó hace una década con Evasión de origen. “Está en proceso de mezcla, va a salir el año que viene y cuenta con la producción de Tito Fargo (conocido por haber sido parte de la formación seminal del grupo de rock de culto local Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota). Estamos contentos porque es un trabajo muy interesante a nivel de sonido”, describe Yuri, uno de los caciques del conjunto que tiene igualmente a Astor Piazzolla entre sus influencias y que ya se paseó varias veces por los escenarios españoles. “La última vez que estuvimos fue en 2010, en la Sala Galileo Galilei de Madrid. Recién volvimos de una nueva gira europea, y nos llamó otra vez la atención que, mientras que en el exterior hay una postura más abierta, en Buenos Aires existe una idea formada de lo que es o debería ser el tango”.

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