Juegos de poder y cama
'Bel Ami' es un excelente compendio histórico acerca de los orígenes del periodismo como cuarto poder
![Fotograma de 'Bel Ami' con Robert Pattinson.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BHFIBA2UXFGFMJVIZ432TLY3XU.jpg?auth=d1ae2c23472648ec3cc42aa0deff08e5fc90065238fef87ddb055b81911377d6&width=414)
“La vida poco más puede ofrecer / que unos cuantos buenos polvos, antes de perecer”, escribió el periodista, parlamentario y libertino inglés John Wilkes, en 1754, en su obra An essay on woman. Política, periodismo, poder y lujuria se unían así en la figura de un hombre clave para la expansión de la libertad sexual en una Europa que avanzaba en todos los terrenos. Poco más de un siglo después, el francés Guy de Maupassant describía en su novela Bel Ami una personalidad que hubiese hecho las delicias de Wilkes: un guapo, joven y listo mequetrefe, exhúsar empobrecido tras luchar en Argelia, que poco a poco asciende al poder social, periodístico y político de su país abriéndose paso a codazos entre los hombres y a polvos entre las mujeres. Un personaje que ahora recuperan los prestigiosos y veteranos directores teatrales Declan Donnellan y Nick Ormerod (su compañía, Cheek by Jowl, suele venir a España a representar), en su primera aproximación al largometraje, con esta Bel Ami que quizá pueda servir para que un buen puñado de admiradoras despistadas de Robert Pattinson, estrella de la función, boca entreabierta, caída de ojos casi continua, adquieran conocimientos verdaderos sobre la ambición, la toma de poder y la lujuria, ajenos al universo Crepúsculo.
BEL AMI
- Dirección: Declan Donnellan, Nick Ormerod.
- Intérpretes: Robert Pattinson, Uma Thurman, Kristin Scott Thomas. Género: drama. Reino Unido, 2012.
- Duración: 102 minutos.
Ironías aparte, y aunque Donnellan y Ormerod no hacen nada llamativo ni para bien ni para mal en su puesta en escena, la película es un excelente compendio histórico acerca de los orígenes del periodismo como cuarto poder (¿lo es ahora?), de cómo las mujeres inteligentes y brillantes debían enmascararse en personalidades fantasma para poder ejercer su talento, y de la sempiterna efectividad de los juegos de cama para ascender en cualquier escalafón.
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