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El peligroso juego de preguntar

El Teatro Valle-Inclán inaugura la temporada con ‘Nadie verá este vídeo’, una comedia rabiosamente contemporánea del autor británico Martin Crimp

Varios actores, en la representación de 'Nadie verá este vídeo'.
Varios actores, en la representación de 'Nadie verá este vídeo'.DAVID RUANO

Las encuestas de hábitos de consumo, esas molestas llamadas telefónicas o irrupciones en mitad de la calle por parte de alguien interesado en conocer los hábitos y gustos personales de uno, no son otra cosa que la ruptura del muro que separa las relaciones íntimas y los diálogos entre desconocidos. A partir de este planteamiento el autor británico Martin Crimp (Kent, 1956), extrabajador de una empresa de estudios de mercado, se adentra en una historia que separa dos mundos, el de los que ven y el de los que son vistos. Dirigida por Carmen Portaceli, traducida por Joan Sellent, y protagonizada por Gabriela Flores, Francesc Garrido y Albert Pérez, Nadie verá este vídeo se estrena hoy, jueves 13, en el Teatro Valle-Inclán de Madrid como una de las apuestas del arranque de temporada.

Pudiendo presumir de tener 56 espectáculos a sus espaldas, Portaceli cuenta que escogió esta comedia rabiosamente contemporánea de Martin Crimp “por la frescura del autor novato”. La pieza, escrita en 2006, cuenta con una estructura fragmentada, superando así el esquema clásico de planteamiento, nudo y desenlace. “Existe una distorsión, una manipulación que se refleja en la influencia de la locura que vivimos”, explica Portaceli.

Ambientada en 1991 con la caída del muro de Berlín latente (a pesar de que solo se hace referencia a este detalle en una ocasión), Nadie verá este vídeo cuenta la historia de tres personajes que casualmente, por una entrevista sobre pizzas congeladas, se cruzan en el camino. En palabras de su directora, “la obra habla de cuando algo comienza y no tiene freno, como el capitalismo que vivimos. Es una especie de retrato de Hopper de la realidad actual”.

Con claras influencias de Pinter y Beckett, y utilizando el recurso de actores desdoblados en dos y hasta tres papeles distintos (nueve personajes encarnados por seis actores), Crimp se sumerge en el eterno problema de la dialéctica y la sociedad: la verborrea, el exceso de la palabra, todo el mundo habla pero nadie comunica. La actriz Gabriela Flores destaca la dificultad energética de los personajes: “El caos interno de los protagonistas se refleja en el lenguaje veloz que generan, lo que requiere concentración y agilidad mental para tener muy claro cada uno de los personajes”.

La historia arranca cuando una mujer para a otra por la calle para hacerle un cuestionario sobre sus hábitos a la hora de comprar. A través de la aparente inocencia de la entrevistadora, las preguntas van poco a poco entrando en el terreno de la vida privada de la encuestada, que va descubriendo su historia, el reciente abandono por parte de su marido, su estado depresivo... A partir de esta escena los personajes, en un peligroso juego de palabras, desvelan involuntariamente aquello que no quieren decir ni saber. Eso sí, siempre bajo la advertencia de confidencialidad en las entrevistas que da título a la obra. “Es una comedia casi siniestra, cuyos personajes están invadidos por una tristeza y una soledad que ni siquiera conocen. Martin Crimp es un virtuoso de la palabra”, asegura Portaceli.

La escenografía, minimalista y conceptual, también se convierte en metáfora del coflicto que plantea el autor en torno a la ruptura del ámbito de lo público y de lo privado: Lo de fuera entra dentro, los decorados de exteriores se meten en los interiores, de manera que un paso de cebra o una cabina de teléfonos se cuelan en el salón de casa. Jordi Collet, responsable de música y espacio sonoro, recuerda las dificultades de ambientar esta obra, por un lado actual y cosmopolita, pero que por otro requiere una iconografía sonora anterior a los teléfonos móviles: “Hemos intentado circunscribir la música que forma parte de los lugares y bares en la Inglaterra de principios de los noventa”.

Coproducida por el Centro Dramático Nacional, la Factoría Escènica Internacional (FEI) y la compañía Grec de Barcelona, con Nadie verá este vídeo se levanta el telón de la primera programación confeccionada por Ernesto Caballero desde que se puso al frente del organismo público el pasado 1 de enero, y estará en cartel hasta el 14 de octubre.

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