Bieito pone a andar los bosques
El director estrena en Birmingham su espectáculo ‘Forest’, con pasajes arbóreos de Shakespeare
Como Malcolm y Macduff en Macbeth, Calixto Bieito puso anoche a andar los bosques. Su último espectáculo Forest, basado en los pasajes arbóreos que aparecen en las obras de Shakespeare, se estrenó no en Birman como querría la justicia poética sino en Birmingham, en el teatro The Old Rep. Forest es una obra singular: Bieito y su colaborador habitual, el dramaturgo Marc Rosich, han creado un “paisaje poético” compuesto por fragmentos de piezas de Shakespeare de todo tipo —tragedias, piezas históricas: hasta 21 obras— en los que los bosques y los árboles tienen protagonismo. Sobre ese enramado de textos, Forestbrota con un argumento propio que tiene mucho que ver con las obsesiones vitales del propio Bieito, que ha puesto su montaje bajo la advocación de una frase de Joseph Beuys: “Creo que el árbol es un elemento de regeneración que es en sí mismo un concepto de tiempo”.
El espectáculo, que hará gira por España (en octubre en Girona y Madrid y en enero en Barcelona, entre otros lugares) es una coproducción de la Birmingham Repertory Theatre Company y Barcelona Internacional Teatre (el proyecto internacional de Focus) con la colaboración de la Royal Shakespeare Company. “Me propusieron hacer un Shakespeare en Birmingham en el marco del World Shakespeare Festival de la olimpiada cultural de Londres, estudiamos varios títulos pero tras montar Lear no veía ninguno claro”, explica Bieito. “Me di tiempo, volví a leer todo Shakespeare y me vino la idea de esa visión transversal de los árboles, los bosques y la naturaleza en sus obras. Algo que me permitía no ser esclavo de un argumento concreto y sin embargo hacer Shakespeare, dando otra forma a sus palabras”.
Bieito explica que encontró muchísima información sobre el papel de los bosques en las obras de Shakespeare —benignos, mágicos, peligrosos y temibles— y cita especialmente un ensayo del especialista Aparna Basu, de la Universidad de Bombay, The forest in Shakespeare's plays.
Calixto Bieito compara Forest, que se representa en inglés (en un 70%) y catalán y cuenta con reparto mixto británico-catalán y una importante parte musical, obra de la compositora y cantante Maika Makovski (que también actúa), con un poema sinfónico.
Otro bosque, el oscuro de Dante, le ofreció una clave para la estructura del espectáculo, que se organiza en tres partes como la Divina Comedia, más un epílogo, Epitaph, que corresponderían al cielo, purgatorio e infierno.
El bosque de Arden, de Como gustéis, representa el primer estadio, la foresta luminosa, lugar del juego y del amor, de la inmortalidad de la juventud, donde todo es posible y hermoso. El bosque de Birnam de Macbeth, lugar siniestro y oscuro, remite al segundo: “Entramos en el descubrimiento del dolor y la violencia, la pérdida y la guerra”. La transición se produce con la caza de un ciervo, del juego a la muerte. La cueva de Timón de Atenas, es el último estadio, el infierno, “la desolación, el final”. La referencia es un bosque quemado, un desierto. En el epílogo, los actores recitan sonetos de Shakespeare relacionados con la muerte, “pero desde una actitud positiva, de aceptación, de algo que debe ser encarado”, y con música de Haendel.
En Forest no aparece un bosque real. Los bosques shakespearianos son evocados con la palabra. El escenario no es un decorado sino “una verdadera instalación artística” con un gran bloque de tierra coronado por un roble. Bieito recalca que en el espectáculo “no hay ni una palabra que no sea de Shakespeare, es completamente Shakespeare”. El director señala que ve al dramaturgo isabelino más en su dimensión humanista que política.
En el reparto destacan Josep Maria Pou, Roser Camí y George Costigan. Los actores no encarnan directamente personajes de Shakespeare. De los bosques, Bieito dice que los suyos son los del norte de España por los que corría cuando era niño y los de Noruega en los que se ha sumergido después y donde no le importaría encerrarse en una cabaña como Wittgenstein. Ama los árboles e incluso se ha comprado un olivo para su casa en Castelldefels, que no es el cedro de Enrique VI, ni el sicomoro de Trabajos de amor perdidos, pero crece y haciéndolo, dice, arroja, como sus hijos, una hermosa imagen de lo que debe ser la vida.
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