“El humor promueve un cambio social sin violencia”
El actor y comediante bonaerense Federico Simonetti estrena ‘Zuviria y Vergara’, escrita y actuada junto a Pablo Picotto
A primera vista, el actor y comediante Federico Simonetti cumple todos los estereotipos del porteño fachero (el equivalente argentino de ligón o guaperas): mirada seductora de ojos verdes, sonrisa dispuesta y, cómo no, la labia elocuente y embaucadora que distingue a los rioplatenses. Pero detrás de esta fachada, aparece un tipo tranquilo, campechano y reflexivo, capaz de escribir y llevar a cabo sus propios proyectos teatrales, a caballo entre la comedia y la crítica social.
El comediante argentino, crecido en el seno de una familia porteña, vivió la esperanza de una bonanza económica y el temor de caer en la pobreza que atormenta a la clase media de un país con crisis recurrentes. “Quizás sea por mi experiencia personal o producto de mis orígenes como periodista, pero todos mis trabajos están teñidos de cierta crítica social”, comenta Simonetti.
Desde un escenario, ya sea en una obra de teatro o haciendo monólogos stand up, Simonetti transita de la comedia a la crítica social “en un simple saltito”. Puede hablar de las cosas más tontas del mundo y pasar a cuestionar a los poderosos sin que se vean las suturas, como si todo formara parte de lo mismo.
El comediante ha actuado en importantes salas de Buenos Aires y ha visitado España varias veces con sus espectáculos unipersonales y monólogos. En pocos días estrenará en Buenos Aires Zuviría y Vergara, su último trabajo. Escrita y actuada junto a su colega Pablo Picotto, se trata de una comedia que parodia al periodismo y critica el tratamiento de la verdad en los medios de comunicación.
P. ¿Qué crees que aporta tu propuesta como valor?
Creo que mi humor, tanto en la obra que estrenamos ahora como en los monólogos, tiene mucho de crítica social. El humor es básicamente una expresión de catarsis muy profunda, y se permite llegar a veces a lugares en donde no llegan las cosas dichas de forma directa. Es una forma de promover un cambio social sin violencia.
P. ¿Qué posibilidad real ves de poder acceder al circuito estable de la cultura?
Creo que el circuito de la cultura es inestable por definición, y que si uno está estable en la cultura es hombre muerto. Por otra parte, no creo que haya un circuito estable, sí uno comercial. Lo ideal sería estar en un circuito estable económicamente que te permita ser libre en los contenidos.
P. ¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores dificultades para los talentos emergentes?
La mayor dificultad tiene que ver con lo económico: cómo hacer lo que a uno le gusta obteniendo el dinero necesario para dedicarle todo el tiempo que merece. El problema es depender de un empleo que te obligue a dedicar horas a algo que nada tiene que ver contigo. Cuando se logra romper esa cadena de dependencia el crecimiento artístico es notorio, y ni hablar de la salud mental.
P. ¿Qué beneficios esperas de salir en una plataforma como esta?
Si hay algo que aprendí en estos años es que a veces uno busca el crecimiento y a veces el crecimiento lo encuentra a uno. Nunca se sabe por dónde va a llegar un contacto, un empuje o una persona que te haga crecer. Creo que esto puede ayudar a difundir lo que hago, y es todo lo que tengo para mostrar.
P. ¿Con qué herramientas cuentan los talentos emergentes para darse a conocer?
Por suerte vivimos en una época en la que gracias a las redes sociales y los formatos digitales podemos evitar depender de las empresas de difusión de la actividad artística. Y no sólo eso, podemos cruzar las fronteras y que tu arte sea conocida fuera de tu ciudad, tu provincia y tu país. Ahora, siempre depende de que tu espectáculo sea de calidad.
Babelia
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