Comprar jabón, patatas... y ser feliz
Theposit ha cubierto las paredes de varias ciudades de papelitos con un recordatorio positivo: "Cualquiera puede tener un buen día".
Si valen las excusas para justificar que un tropiezo puede llegar inesperadamente en cualquier punto del camino, lo mismo se tiene que poder utilizar las que buscan el lado positivo en lo cotidiano. Y estando como está el panorama —prima de riesgo, crisis, paro…—, nunca está de más recordarlo. Para lanzar esa llamada de atención, un grupo de cuatro optimistas natos, Theposit, se dedica a cubrir el espacio urbano de post it con un mensaje para apretar el botón de la sonrisa: “Un buen día lo tiene cualquiera”. Desde Madrid a Barcelona, Valencia, Tokio, Nueva York o Estambul, ya han cubierto paredes, cajeros automáticos, vagones del metro o señales de tráfico con más de 6.000 de estas notas amarillas. Y aún les quedan otras 4.000 por repartir. Si uno tiene que apuntarse la lista de la compra o los recados pendientes para no olvidarlos, tampoco está de más una llamada de aviso para ser feliz.
“Nuestras armas son cinco centímetros de papel”, cuenta Saúl, el catalizador de la idea, a quien acompañan en su tarea Sandy, Luis y Alberto (prefieren no dar apellidos), "cuatro exbecarios reconvertidos en dos periodistas, una experta en redes sociales y un profesor de filosofía". Para detonarlas, se organizan en quedadas semanales o quincenales para cubrir las paredes de Madrid, donde residen, de legajos de buen humor. Para el resto de ciudades y países, usan a sus particulares mercenarios: los amigos que tienen alrededor del mundo. “Y además hay mucha gente que me pide post it”, explica al teléfono. Y como él siempre va con su taco en el bolsillo, comparte. “Una vez pusimos uno en un coche de un policía que nos pidió unos para repartirlos él”.
Nuestras armas son cinco centímetros de papel
Recién comenzados con su actividad —llevan desde el pasado marzo—, Theposit (que es un juego de palabras entre post it y positivo) piensan continuar la labor una vez se les terminen los 10.000 papelitos que imprimieron, y que les costaron 500 euros de su bolsillo. “El objetivo es lanzar tres o cuatro mensajes al año para animar a la gente”. Su cántico de buen rollo solo ha recibido, por el momento, buen rollo como respuesta. “Al principio los señores de la limpieza u otras personas los quitaban, pero ahora ya los dejan”. Para evitar ser invasivos, solo los colocan en lugares públicos, nunca en establecimientos u otro tipo de locales privados. Aunque ya existían propuestas similares en otros países, Saúl asegura que la idea le surgió espontáneamente: “Siempre me han gustado mucho los post it”.
Lo de mirar fijamente a la cara buena de la vida, dice, lo hacen con conocimiento de causa. “Yo me voy a quedar pronto en el paro, así que no es una cosa frívola”. Cuando acabe el verano, una época en la que han estado menos activos, piensan expandir la causa. “Vamos a hablar con alguna entidad que tenga un proyecto en marcha, para ayudarles”. Otras asociaciones se han puesto en contacto con ellos para colaborar en su trabajo de repartidores de mensajes positivos. Y también cualquiera que quiera tener un buen día: “En mi oficina la mitad de mis compañeros tienen el post it en su ordenador, y en alguna reunión de trabajo he visto a gente que lo llevaba en la carpeta”. Y solo con eso, le crece la sonrisa.
Babelia
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