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leandro, el fantasma de la moncloa
Columna
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Guindos, ‘Star Trek’ y los trileros

Al ministro se le iba quedando cara de tripulante de la nave espacial. Se le iba configurando una mueca extraña, entre Kirk, Sulu y Spock

José María Izquierdo
fernando vicente

El Palacio vivía uno de esos días de alboroto, batahola, fandango y algarabía, que a mí a veces me daba por recordar aquellas cosas tan sonoras que decía don Antonio Cánovas cuando yo vagaba por el Congreso. ¿Turbulencia, barbulla?

—A ver, Guindos, cuéntamelo con detalle.

—Nada, presidente, nada, tú ni molestarte, sigue a lo tuyo, que sortear este agitado rafting es cosa mía…

—¿Y qué crees que es lo mío si no lo tuyo?, le contestó Mariano, que hoy tenía un mal día, que la prima de riesgo iba en globo, la bolsa en batiscafo y, sobre todo, la cosa del Tour iba como iba…

—Sí, pero es que lo de hoy no tiene importancia…

Llevaban días con aquello de si nos rescataban o no nos rescataban, que si de esta manera o si de aquella otra, que si tal y que si cual, y se habían organizado auténticas oleadas de inspectores europeos para comprobar nuestras cuentas. A mí me tenía frito.

—Estamos con un estrés tremendo, Leandro. Le llaman el estrés del banquero, me había dicho.

—Di mejor el estrés del cliente de banco y del contribuyente, presidente. Que los banqueros no sé por qué se agobian, si a ellos nunca les pasa nada. Indemnización, plan de pensiones y a correr.

—A ver si te vas a hacer un rojo, Leandro, contestó, que un día de estos te veo leyendo a Krugman…

Ya en el despacho, el presidente le estaba echando la bronca al ministro de Economía.

—¿Y no podíais haber elegido otro sitio para veros que La Moncloa?, le dijo a Guindos, que cada vez se le iba poniendo una cara más extraña, que de tanto fruncir el entrecejo ya era como si se le superpusieran las cejas, que hacía un efecto muy raro.

¡Endeavour, Star Trek!, dijo uno de los inspectores europeos un día cuando vio al ministro de Economía. Y sí era eso, se le iba quedando cara de tripulante de la nave espacial, aunque sin parecerse a ninguno se le iba configurando una mueca extraña, entre Kirk, Sulu y Spock.

—Venga, Luis, desembucha, qué tenemos hoy…

—Hoy quieren ver a los banqueros…

—¡¡¡Quita, quita, ni se te ocurra!!!

—Si ya sé qué decirles, ya. Fíjate si no se han enterado de nada que también querían entrevistar a Mafo…

—¡¡¡Calla, calla!!!...

—…Y a Rodrigo…

—¡¡¡Que me va a dar algo!!!

—Tranquilo, presidente, que ya les he dicho que empezaremos por otros sectores productivos, que este sudden stop viene desde muy abajo y que primero hay que averiguar dónde se produjo el big-bang de la crisis y…

—Vale, vale, te dejo, que hoy hay etapa de montaña…

Le dejé al presidente que subiera a sus aposentos, y preferí quedarme con el ministro, que se le achinaban los ojos y le salía una sonrisilla de oreja a oreja cuando miraba el despacho del presidente y, aprovechando la salida, se sentaba en la silla de Mariano…

—Ya están aquí las visitas…

Salió Guindos para atender a los extranjeros, que eran un polaco, un belga, dos danesas, una holandesa, un austriaco y un alemán. Clavadito a Bruno Gantz en El hundimiento, por cierto.

Good morning, saludó afable el ministro… Perdón, perdón, Guten Morgen… Es la costumbre…

—Que no se repita, dijo el alemán. Por cierto, nos han dicho que hay otro ministro de asuntos económicos, de Hacienda, creo…

—Ni preocuparse, herr Schweinsteiger…

—No, no, yo soy Metersacker, el reserva, que no ha podido venir el titular…

Ohne Probleme. Pensé que vendría Juncker, que es un buen amigo…

—Ha dicho una cosa muy rara que no le he entendido, algo así como otro día con los trileros, no, que no he encontrado la palabra…

—Una broma privada sin importancia… Pues bien, le decía que no se preocupe, que el otro ministro que usted menciona se ocupa de los temas menores, que si las autonomías, los pueblecitos… la cosa mundial es mía, Internationale Politik, yo, Guindos.

—¿Usted se llama Windows?, preguntó el ucraniano, que esa era la última ocasión en la que iba a hablar…

—Guindos, Guindos… Y pasen por aquí, pasen, que les tengo yo preparados unos grandes representantes de importantísimos sectores de la economía española para que ustedes mismos, sin interferencias de nadie, se hagan una idea de nuestra solidez, que si bien es cierto que debemos tener en cuenta los multiniveles productivos…

—A lo nuestro, a lo nuestro, dijo el alemán…

— Por cierto, herr Metersacker, ¿sabe que me recuerda…?

—Como alguien me diga que me parezco a Bruno Gantz en El hundimiento le hago un informe que le saco del euro para varios siglos…

—No, no, qué va, qué va, en absoluto… Pues nada, nada, a lo nuestro, a lo nuestro…

Ja.

—Miren, aquí les presento a los representantes de esos sectores que les indicaba: el Secretario general de la asociación de Arropieros, que ha venido con su famoso blusón, muchas gracias don Sinforoso, el del Confederal de los Afiladores de herramientas de jardín, que el de cuchillería doméstica está a punto de llegar, y la secretaria general de la asociación de traductoras de plattdüütch.…

—Señor Guindos, asomó la cabeza la secretaria, que es muy urgente, que llama el secretario del secretario del secretario del ayudante de un delegado de Sheldon Adelson, para preguntar si también les podríamos regalar la Terminal 4 para su avión privado, que necesita espacio…

—Ahora, no, ahora, no, que estoy con unos señores…

—Pues me ha dicho que son 26.000 millones de euros…

—¿Y los banqueros?, decía herr Metersacker.

—Luego, más adelante, todo por orden, que yo sé que a ustedes les gustan las cosas ordenadas… Para el próximo día les tengo preparados a los billaristas de fantasía, a los castradores de cerdos y a las bolilleras de Camariñas…

Justo en ese momento llegó desde el jardín un estruendo enorme. Me asomé a la ventana, que había un buen lío.

—Aquí no se puede acampar, le estaba diciendo uno de los miembros de la Seguridad de Palacio a un grupo de jóvenes que llevaban casi tantas pancartas como rastas, mientras unos aporreaban unos tambores de tamaño king-size, y otros hacían chocar grandes cacerolas.

—A ver, queremos hablar con alguien, que nosotros somos del 15-M, que hemos revolucionado la democracia y a ver si ahora se van a atrever a echar a un grupo de pacíficos indignados…

—Tú quieto, Rafa, y vete a preguntar, le estaba diciendo un agente a otro, no nos vayamos a meter en un lío político, que éstas son cosas muy delicadas…

Me fijé bien en el indignado y le reconocí: era Jafar, el iraní, que al parecer no había muerto en la explosión y volvía para saber cómo podían entrar en el búnker.

—A ver, hagan el favor de no amontonarse, dijo ya de vuelta el llamado Rafa, que viene el brigada.

—Esto me lo van ustedes a limpiar en un minuto, a la orden de ya, que a ver si se creen que aún estamos con el cachondeo de los sociatas, que si indignados por aquí, indignados por allá…

—Tenemos nuestros derechos, gritó otro de los indignados mientras vi cómo Jafar aprovechaba el momento de bronca para llegarse hasta la puerta del búnker. Pobre, me dio una pena verle allí paralizado, frente a la cola para sacar las entradas, que cómo iban a saber ellos, todo el día venga a rezar y a enriquecer uranio, de las novedades respecto al búnker… ¡Tanto sacrificio, debía decirse, pensando en el pobre Majid!…

… Así que mientras los falsos indignados recogían sus tiendas de campaña y las pancartas, entre el estrépito de una afinada batucada en la que no faltaban el chéquere y el yembe….

herr Metersacker les estaba diciendo a sus acompañantes…

—Vámonos corriendo, que he mirado en Google y ya sé lo que son los trileros… ¡Cuánta razón tenía Juncker…!

—Adiós mister Windows, dijo el ucraniano…

—Esperen, esperen, decía Guindos, si ahora mismo vamos a hablar de ese de los PIGS…

—El pig lo será tu padre, oí que le decía al ministro la traductora de plattdüütch, que era políglota, antes de dejar el Palacio.

Mañana, siguiente capítulo: Un, dos, tres, responda otra vez: “Préstamo…

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