Vida rural a todo color
Elena Ortiz diseña y decora muebles de estilo rústico reciclando materias primas, como una terapia para sobrellevar su deficiencia visual
Elena Ortiz (Vigo, 1962) vive desde hace 26 años en Molí de Dalt, un antiguo molino harinero en Sant Feliu de Buixalleu (Girona). Elena crea muebles de un estilo que ella misma ha inventado: el ‘rural pop’. Nada de aristas ni rectas interminables, sino que busca el relajamiento 'slow' en las curvas, formas redondas, sin esquinas, permitiendo moverse en las sombras. Todos los muebles y los diseños se crean a partir de materiales reciclados y pintura de barniz o látex teñido.
A los dos años desarrolló una enfermedad en la vista, y tras ser operada de un ojo cuando era niña, se sometió a un tratamiento para enseñar a su cerebro a coordinar la vista. A pesar de su deficiencia en la vista (tiene hipermetropía, miopía, astigmatismo, diplopía, ambliopía, estrabismo y no utiliza gafas "porque Bienestar Social de Cataluña no las subvenciona"), siempre sintió la necesidad de ver colores. “De pequeña me decían que no sabía pintar ni tenía estilo. Mi madre también pensaba que era una pérdida de tiempo que yo pretendiese dibujar o escribir”, recuerda.
"Rural pop surgió por la necesidad de ver colores (una masía puede ser muy triste en invierno), y sentir que las formas eran amigas; si no enfocas bien es fácil que choques contra una esquina", explica la artista.
P. ¿Qué crees que aporta tu propuesta como valor?
R. Reciclar para reutilizar o construir. La madera es escasa y no toda la que se tira tiene que destruirse o transformarse en sucedáneos como la formica, por ejemplo. No sé pintar, pero pinto. Estoy sola y no tengo financiación, pero avanzo a base de sinergias y grupos de presión optimista y renovadora.
P. ¿Qué posibilidad real ves de poder acceder al circuito estable de la cultura?
R. Mi trabajo es muy comercial. Se pueden popularizar muy bien los diseños: ropa de casa, vajillas, ropa de vestir, carpintería... También tendría una buena salida a nivel de reciclaje y sostenibilidad, sobre todo a nivel rural, ya que en las ciudades es más fácil acceder a los puntos limpios que en los pueblos. Podría influir en la forma de reformar las masías, ya que siempre se rehabilitan de la misma forma y casi con los mismos materiales. Podría crear algún tipo de sinergia que permita evolucionar o mejorar lo que hago.
P. ¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores dificultades para los talentos emergentes?
R. Lo más difícil es encontrarse aislado de todo, vivir en un medio rural hermético y sin núcleo urbano, sin política social activa, sin televisión ni Internet… Tampoco es fácil desarrollarse como artista si, como yo, careces de un mínimo de ingresos estables que faciliten proyectar las ideas con menos dificultad y mas rápidamente. No poder acceder a la cultura que permite aprender.
P. ¿Qué beneficios esperas de salir en una plataforma como esta?
R. Tener trabajo para mí y las personas que colaboran conmigo. Dar fuerza al reciclado y pintado artístico de la madera. Pintar con plantillas proporciona una buena herramienta a gente de todas las edades y condiciones (incluidas personas con ciertas minusvalías y deterioros psíquicos o físicos para desarrollar en su cerebro (parte creativa) además de aportar una nueva vía para el ocio relajante y sostenible...
P. ¿Con qué herramientas cuentan los talentos emergentes para darse a conocer?
R. Para mí la única herramienta ha sido Internet y estar en una red social con buenos amigos que me estimulan para seguir avanzando. A mi alrededor nadie facilita nada. La política de los ayuntamientos en gestión de los residuos cada vez está más en contra del reciclado social: antes podías ir a un punto limpio y dejaban coger de todo, pero ahora está prohibido. Se tiran muchas cosas que todavía son útiles y hay gente sin recursos que pueden aprovecharlas.
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